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Crónica - 27 junio, 2021

El Patriarca San José en el corazón del presbiterio vallenato

San José durante 30 años de trabajo silencioso custodió al Redentor y a su Santísima madre, la Virgen María, es decir, vivió su triple vocación de esposo, padre y artesano.

Durante una semana se realizó la formación.
Durante una semana se realizó la formación.

Semana de formación del Clero

Todos los años, para el mes de junio, los sacerdotes de la Diócesis de Valledupar llevan a cabo la semana de formación del clero con distintos temas que son desarrollados y dirigidos por obispos de Colombia y sacerdotes de la misma Diócesis; este año se realizó en el marco del año jubilar del Patriarca san José. 

La formación permanente del clero representa una necesidad imprescindible en la vida y en el ejercicio del ministerio de cada presbítero; en efecto, “la actitud interior del sacerdote debe caracterizarse por una disponibilidad permanente a la voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo. Tal disponibilidad implica una continua conversión del corazón, la capacidad de leer la vida y los acontecimientos a la luz de la fe y, sobre todo, la caridad pastoral, para la entrega total de sí a la Iglesia según el designio de Dios”

En esta línea, monseñor Oscar José Vélez Isaza, obispo de la Diócesis, convoca cada año, durante una semana, al clero y a los diáconos para esta formación, buscando que todos puedan configurarse según el corazón del Buen Pastor. 

El sacerdote, en el apostolado de cada día, se desgasta y puede sentirse desmotivado ante una sociedad que cada vez se descristianiza más y más, o cuando sus propuestas pastorales no son acogidas, o cuando a pesar de tantos esfuerzos no ven resultados, entonces, además del desgaste y desmotivación, se puede experimentar la frustración, las ganas de tirar la toalla, por lo que es necesaria una formación permanente que haga mucho bien y ayude a “reavivar la gracia de Dios” que hay en cada ministro ordenado.

La formación permanente de estos dos últimos años ha sido atípica, por la pandemia del covid-19, es decir, no se dio en el encuentro fraterno y presencial como los años anteriores, sin embargo, se recurrió a las tecnologías y, a través de las plataformas digitales, cada sacerdote y diácono pudo participar desde su parroquia o casa en el encuentro. En este año 2021, la formación se centró fundamentalmente en la figura del Patriarca San José, quien nos recuerda “que todos los que están aparentemente ocultos o en ‘segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”

PONENCIAS

Iluminados por el papa Francisco en la carta apostólica Patris Corde (con corazón de padre), que presenta a san José como padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre en la valentía, padre trabajador y padre en la sombra, Monseñor Oscar José quiso que la formación permanente tocara una temática general: San José, hombre justo, esposo de la Virgen María y modelo de virtudes, teniendo en cuenta algunos elementos esenciales de la vida del padre adoptivo de Jesús, tales como: al rescate de la figura de san José: sobre el año eclesial, cuyo ponente fue monseñor Flavio Calle, arzobispo emérito de Manizales, quien presentó las Sagradas Escrituras como una fuente con algunas alusiones al Patriarca, pero suficientes porque la Palabra de Dios es fuente inagotable fundamental en la vida y la teología de san José, que sustenta las tres verdades esenciales: esposo de María, padre adoptivo de Jesús y justo, con una santidad elevada al sumo grado, lleno de todas las virtudes que requería para cumplir su misión.

Lea también: La mística doncella de Siena

La segunda ponencia estuvo a cargo del padre Edelmiro Mejía, quien presentó el Evangelio de san José, en el horizonte bíblico, de una manera clara y precisa. Dijo que en los evangelios de la infancia, san José viene vinculado a la filiación divina de Jesús y a la virginidad de María. Por ejemplo, en Mateo, Jesús es hijo de David e hijo de Abraham, y José es el último en la genealogía.

 En Lucas, la presencia de José afirma indirectamente que Jesús es el hijo de Dios; en conclusión, en Mateo y Lucas, el rol de José está relacionado con las profecías del Antiguo Testamento. En este sentido, encarna el papel del justo, cuya fidelidad a Dios revela a este último la posibilidad de realizar sus promesas en Jesús.

Después se tuvo la presentación magistral del padre James Romero, ‘San José en la historia de la Iglesia’, haciendo un recorrido histórico de la figura de José en las distintas etapas de la existencia de la Iglesia; en un cuarto momento el padre Javier Abad presentó a San José como Maestro de vida interior, que ayuda a descubrir el sentido fundamental de la existencia humana.

En otro momento, la presentación la hizo el padre Enrique Luis Iceda, que, como encargado diocesano de la pastoral familiar, orientó la charla teniendo como tema central ‘La familia Divina en la familia humana’, sacando como conclusión que “si el Hijo de Dios nació y vivió en una familia era sencillamente para consagrar la morada natural y hacer de ella una ruta que le reportara a Dios. Porque, ante todo, la familia es el recinto idóneo donde se ilumina y desentraña la vida humana. Y Jesús pasó la mayor parte de su vida en la estancia patriarcal. Reflexionando en el contexto y proceder en el que hubo de desenvolverse la Sagrada Familia de Nazaret, no es difícil entrever los enormes obstáculos que tuvieron que afrontar José y María para asumir el misterio de la vida que se generaba en la matriz de la Virgen”.

LOS SUEÑOS

 Después, el padre Iver de la Cruz, párroco de la Catedral del Ecce Homo, teniendo como centro de su ponencia, ‘Los sueños de San José: Génesis de una vocación’, afirmó que los cuatro sueños de José revelan algunos aspectos interesantes sobre su experiencia espiritual. Mateo reporta a José durmiendo y actuando después de cada sueño según el querer de Dios.

En la vida cotidiana, las personas tratan de dar un significado a los sueños, se valen de muchos elementos, tanto naturales como sobrenaturales, llegando incluso al ocultismo. En la experiencia espiritual cristiana, la importancia de la actividad onírica para la espiritualidad y la integración de la persona está basada en la convicción de que cada sueño está al servicio de la totalidad, a través de la integración de la vida interior y exterior. He aquí por qué los sueños son el modo con el cual el inconsciente se comunica a sí mismo. 

En el sueño se encuentran los elementos de la personalidad del soñador, sus fuerzas o energía vital, los deseos sexuales, el estado de su condición física, la memoria de los días recientes, algunas reminiscencias de la infancia o de la adolescencia, especulaciones sobre el futuro, alguna imagen sobre su ideal de vida. En sus sueños, San José se descubre llamado por Dios para una misión fundamental, convertirse en el padre putativo de Jesús. 

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Cerró el ciclo de ponencias, monseñor Miguel Fernando González Mariño, quien recibió la Ordenación Episcopal en la Catedral de Santa Marta el 12 de marzo de 2016 y, posteriormente, fue nombrado obispo de la Diócesis del Espinal hasta la fecha. 

Habló  de San José, artesano de Nazaret; dice monseñor que san José durante 30 años de trabajo silencioso custodió al Redentor y a su Santísima madre, la Virgen María, es decir, vivió su triple vocación de esposo, padre y artesano, que se entrelazan en una sola, su santificación, que la fue profundizando durante la vida oculta de Jesús. La mayor parte de su tiempo lo dedicó al trabajo sin que hurtara tiempo a su responsabilidad de cuidar a su familia. Con el mismo amor que amaba a Dios, amó a su hijo, a su esposa y a su trabajo, era un solo corazón. 

José entendió que el camino de santificación se construye con la responsabilidad de cada día, empezar a tiempo su trabajo, trabajar con laboriosidad y creatividad, era un hombre ordenado en todo por un solo motivo, porque todo lo hacía por amor a Dios.

La semana de formación sacerdotal terminó el viernes con la Eucaristía presidida por monseñor Oscar José Vélez, y la presencia de algunos sacerdotes, diáconos y seminaristas. Monseñor puntualizó en la homilía que es muy “diciente saber que Dios eligió a José para que su mismo Hijo amado lo llamara también padre, Abbá.”

Misa conclusión.

Monseñor citando al papa Francisco dice que “presenta al sacerdote como aquel que es también padre de una familia espiritual, una familia que él engendra en la fe cuando hace nacer a los nuevos hijos de Dios en las aguas del bautismo, una familia que él acompaña alimentándola con la Palabra y la Eucaristía”.

José es realmente padre y maestro para Jesús, por ello hubo de parecerse a él en lo humano, en la forma de hablar, en su carácter, en su forma de orar y trabajar. Jesús va creciendo teniendo a José como referente de lo que es ser hombre-varón en el contexto cultural del momento.

Monseñor Oscar además resaltó: “Que mirar en este año la figura de José debe ser un reto para todos nosotros, sacerdotes, seminaristas y diáconos: también la Iglesia hoy necesita padres. Es un reclamo que nos hacen todos nuestros fieles cuando nos dan ese título, ellos esperan ver en nosotros la imagen de uno que los ama de corazón, que les habla con ternura incluso cuando los corrige, que es capaz de obedecer a la voluntad de Dios que discierne en la oración, que acoge sin distinción porque su amor está abierto a todos, que con valentía creativa sabe proponer la novedad del evangelio, y que en el silencio sabe dar siempre el primer lugar a Dios”.

Por: Nolberto Mogollón Palacios

Crónica
27 junio, 2021

El Patriarca San José en el corazón del presbiterio vallenato

San José durante 30 años de trabajo silencioso custodió al Redentor y a su Santísima madre, la Virgen María, es decir, vivió su triple vocación de esposo, padre y artesano.


Durante una semana se realizó la formación.
Durante una semana se realizó la formación.

Semana de formación del Clero

Todos los años, para el mes de junio, los sacerdotes de la Diócesis de Valledupar llevan a cabo la semana de formación del clero con distintos temas que son desarrollados y dirigidos por obispos de Colombia y sacerdotes de la misma Diócesis; este año se realizó en el marco del año jubilar del Patriarca san José. 

La formación permanente del clero representa una necesidad imprescindible en la vida y en el ejercicio del ministerio de cada presbítero; en efecto, “la actitud interior del sacerdote debe caracterizarse por una disponibilidad permanente a la voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo de Cristo. Tal disponibilidad implica una continua conversión del corazón, la capacidad de leer la vida y los acontecimientos a la luz de la fe y, sobre todo, la caridad pastoral, para la entrega total de sí a la Iglesia según el designio de Dios”

En esta línea, monseñor Oscar José Vélez Isaza, obispo de la Diócesis, convoca cada año, durante una semana, al clero y a los diáconos para esta formación, buscando que todos puedan configurarse según el corazón del Buen Pastor. 

El sacerdote, en el apostolado de cada día, se desgasta y puede sentirse desmotivado ante una sociedad que cada vez se descristianiza más y más, o cuando sus propuestas pastorales no son acogidas, o cuando a pesar de tantos esfuerzos no ven resultados, entonces, además del desgaste y desmotivación, se puede experimentar la frustración, las ganas de tirar la toalla, por lo que es necesaria una formación permanente que haga mucho bien y ayude a “reavivar la gracia de Dios” que hay en cada ministro ordenado.

La formación permanente de estos dos últimos años ha sido atípica, por la pandemia del covid-19, es decir, no se dio en el encuentro fraterno y presencial como los años anteriores, sin embargo, se recurrió a las tecnologías y, a través de las plataformas digitales, cada sacerdote y diácono pudo participar desde su parroquia o casa en el encuentro. En este año 2021, la formación se centró fundamentalmente en la figura del Patriarca San José, quien nos recuerda “que todos los que están aparentemente ocultos o en ‘segunda línea’ tienen un protagonismo sin igual en la historia de la salvación”

PONENCIAS

Iluminados por el papa Francisco en la carta apostólica Patris Corde (con corazón de padre), que presenta a san José como padre amado, padre en la ternura, padre en la obediencia, padre en la acogida, padre en la valentía, padre trabajador y padre en la sombra, Monseñor Oscar José quiso que la formación permanente tocara una temática general: San José, hombre justo, esposo de la Virgen María y modelo de virtudes, teniendo en cuenta algunos elementos esenciales de la vida del padre adoptivo de Jesús, tales como: al rescate de la figura de san José: sobre el año eclesial, cuyo ponente fue monseñor Flavio Calle, arzobispo emérito de Manizales, quien presentó las Sagradas Escrituras como una fuente con algunas alusiones al Patriarca, pero suficientes porque la Palabra de Dios es fuente inagotable fundamental en la vida y la teología de san José, que sustenta las tres verdades esenciales: esposo de María, padre adoptivo de Jesús y justo, con una santidad elevada al sumo grado, lleno de todas las virtudes que requería para cumplir su misión.

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La segunda ponencia estuvo a cargo del padre Edelmiro Mejía, quien presentó el Evangelio de san José, en el horizonte bíblico, de una manera clara y precisa. Dijo que en los evangelios de la infancia, san José viene vinculado a la filiación divina de Jesús y a la virginidad de María. Por ejemplo, en Mateo, Jesús es hijo de David e hijo de Abraham, y José es el último en la genealogía.

 En Lucas, la presencia de José afirma indirectamente que Jesús es el hijo de Dios; en conclusión, en Mateo y Lucas, el rol de José está relacionado con las profecías del Antiguo Testamento. En este sentido, encarna el papel del justo, cuya fidelidad a Dios revela a este último la posibilidad de realizar sus promesas en Jesús.

Después se tuvo la presentación magistral del padre James Romero, ‘San José en la historia de la Iglesia’, haciendo un recorrido histórico de la figura de José en las distintas etapas de la existencia de la Iglesia; en un cuarto momento el padre Javier Abad presentó a San José como Maestro de vida interior, que ayuda a descubrir el sentido fundamental de la existencia humana.

En otro momento, la presentación la hizo el padre Enrique Luis Iceda, que, como encargado diocesano de la pastoral familiar, orientó la charla teniendo como tema central ‘La familia Divina en la familia humana’, sacando como conclusión que “si el Hijo de Dios nació y vivió en una familia era sencillamente para consagrar la morada natural y hacer de ella una ruta que le reportara a Dios. Porque, ante todo, la familia es el recinto idóneo donde se ilumina y desentraña la vida humana. Y Jesús pasó la mayor parte de su vida en la estancia patriarcal. Reflexionando en el contexto y proceder en el que hubo de desenvolverse la Sagrada Familia de Nazaret, no es difícil entrever los enormes obstáculos que tuvieron que afrontar José y María para asumir el misterio de la vida que se generaba en la matriz de la Virgen”.

LOS SUEÑOS

 Después, el padre Iver de la Cruz, párroco de la Catedral del Ecce Homo, teniendo como centro de su ponencia, ‘Los sueños de San José: Génesis de una vocación’, afirmó que los cuatro sueños de José revelan algunos aspectos interesantes sobre su experiencia espiritual. Mateo reporta a José durmiendo y actuando después de cada sueño según el querer de Dios.

En la vida cotidiana, las personas tratan de dar un significado a los sueños, se valen de muchos elementos, tanto naturales como sobrenaturales, llegando incluso al ocultismo. En la experiencia espiritual cristiana, la importancia de la actividad onírica para la espiritualidad y la integración de la persona está basada en la convicción de que cada sueño está al servicio de la totalidad, a través de la integración de la vida interior y exterior. He aquí por qué los sueños son el modo con el cual el inconsciente se comunica a sí mismo. 

En el sueño se encuentran los elementos de la personalidad del soñador, sus fuerzas o energía vital, los deseos sexuales, el estado de su condición física, la memoria de los días recientes, algunas reminiscencias de la infancia o de la adolescencia, especulaciones sobre el futuro, alguna imagen sobre su ideal de vida. En sus sueños, San José se descubre llamado por Dios para una misión fundamental, convertirse en el padre putativo de Jesús. 

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Cerró el ciclo de ponencias, monseñor Miguel Fernando González Mariño, quien recibió la Ordenación Episcopal en la Catedral de Santa Marta el 12 de marzo de 2016 y, posteriormente, fue nombrado obispo de la Diócesis del Espinal hasta la fecha. 

Habló  de San José, artesano de Nazaret; dice monseñor que san José durante 30 años de trabajo silencioso custodió al Redentor y a su Santísima madre, la Virgen María, es decir, vivió su triple vocación de esposo, padre y artesano, que se entrelazan en una sola, su santificación, que la fue profundizando durante la vida oculta de Jesús. La mayor parte de su tiempo lo dedicó al trabajo sin que hurtara tiempo a su responsabilidad de cuidar a su familia. Con el mismo amor que amaba a Dios, amó a su hijo, a su esposa y a su trabajo, era un solo corazón. 

José entendió que el camino de santificación se construye con la responsabilidad de cada día, empezar a tiempo su trabajo, trabajar con laboriosidad y creatividad, era un hombre ordenado en todo por un solo motivo, porque todo lo hacía por amor a Dios.

La semana de formación sacerdotal terminó el viernes con la Eucaristía presidida por monseñor Oscar José Vélez, y la presencia de algunos sacerdotes, diáconos y seminaristas. Monseñor puntualizó en la homilía que es muy “diciente saber que Dios eligió a José para que su mismo Hijo amado lo llamara también padre, Abbá.”

Misa conclusión.

Monseñor citando al papa Francisco dice que “presenta al sacerdote como aquel que es también padre de una familia espiritual, una familia que él engendra en la fe cuando hace nacer a los nuevos hijos de Dios en las aguas del bautismo, una familia que él acompaña alimentándola con la Palabra y la Eucaristía”.

José es realmente padre y maestro para Jesús, por ello hubo de parecerse a él en lo humano, en la forma de hablar, en su carácter, en su forma de orar y trabajar. Jesús va creciendo teniendo a José como referente de lo que es ser hombre-varón en el contexto cultural del momento.

Monseñor Oscar además resaltó: “Que mirar en este año la figura de José debe ser un reto para todos nosotros, sacerdotes, seminaristas y diáconos: también la Iglesia hoy necesita padres. Es un reclamo que nos hacen todos nuestros fieles cuando nos dan ese título, ellos esperan ver en nosotros la imagen de uno que los ama de corazón, que les habla con ternura incluso cuando los corrige, que es capaz de obedecer a la voluntad de Dios que discierne en la oración, que acoge sin distinción porque su amor está abierto a todos, que con valentía creativa sabe proponer la novedad del evangelio, y que en el silencio sabe dar siempre el primer lugar a Dios”.

Por: Nolberto Mogollón Palacios