El diario español El País, el principal hispanoamericano, ha adelantado una investigación fechada ayer, acompañada de estadísticas gráficas y comparativas con otros países que llama de desarrollo medio, en el que está Colombia, que sentencia el desempeño del programa en nuestra nación: “Mercado mundial con oferta insuficiente, la demora en las compras y la desigualdad atentan contra los planes de inmunización. El objetivo quedó marcado desde finales de 2020 por el presidente Iván Duque, un 70% de población inmunizada a cierre de 2021. Pero, a finales de marzo de este año, solo ha administrado dosis a un 2,5% de su población. La mayoría es la primera de una pauta necesaria de dos. Con ello, el esquema completo está en los cuerpos de apenas 60.000 colombianos. Son varias las voces que demandan paciencia antes de evaluar resultados, pero la realidad con los datos de hoy en la mano es que la vacunación en Colombia empezó tarde, y no va de prisa.
Desde que se comprueba la efectividad de una vacuna hasta que llega a los brazos de la población de un país hay toda una carrera de obstáculos que se están demostrando más arduos para los países que no forman parte del exclusivo club de los 35 o 40 más ricos. Estas barreras son de dos tipos, y ambas son más altas y complejas para Colombia, lo cual requeriría de un esfuerzo extra por parte de todos los niveles del Estado: primero, la falta de dosis que hace de cuello de botella en la distribución; después, los dilemas entre rapidez y acceso equitativo, que se vuelven particularmente intensos en un país tan desigual entre personas como entre territorios(…).
Pero ni siquiera en el tramo medio al que pertenece Colombia destacó. El gobierno colombiano no cerró acuerdos o preacuerdos con la prontitud de otros países de la región. Además de Chile, Argentina, Costa Rica o México anunciaban firmas entre octubre y noviembre, mientras a finales de este mismo mes Fernando Ruiz, ministro de Salud de Colombia, aseguraba que “no vamos adquirir vacunas que no tengan las respectivas aprobaciones de las agencias internacionales”. Efectivamente, aquellos países compraron con menos certeza, pero ello les posibilitó comenzar con las inmunizaciones entre uno y dos meses antes que Colombia pudiera hacer lo propio(…)
Las ventajas de este enfoque “lento pero seguro” están, tal vez, menos claras que sus inconvenientes ante la urgencia sanitaria que vive el mundo. En este contexto, y habida cuenta de la escasez de dosis que aún reina en el mercado, el poder de negociación real de un gobierno de tamaño y peso específico mediano como el colombiano choca con la realidad rápidamente, traduciéndose en una llegada con cuentagotas que determina el irregular ritmo de vacunación diaria (…)”.
El País, además, da a entender que el buen discurso gubernamental de la equidad, entendida como que la prioridad es la de quienes tienen mayor riesgo, oculta la inequidad real que es la desigualdad social y entre los territorios, de modo que está llegando la poca vacunación a los más privilegiados y a las ciudades y departamentos de mayor desarrollo.