“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia…” 2Timoteo 3,16 Estamos contemplando un mundo dominado por el caos y para todos es evidente que, aparte de una intervención milagrosa de Dios, viniendo desde la eternidad al tiempo e irrumpiendo en la historia, no se […]
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia…” 2Timoteo 3,16
Estamos contemplando un mundo dominado por el caos y para todos es evidente que, aparte de una intervención milagrosa de Dios, viniendo desde la eternidad al tiempo e irrumpiendo en la historia, no se podrá dar respuesta y solución a la problemática social e individual de nuestra generación.
Para traer cambios y recomposición es menester considerar las dos variantes que aparecen en el título: Entendimiento y Palabra, y entonces sí, examinar los fenómenos e intervenciones de Dios en medio de nosotros.
En primer lugar, deberíamos emplear la razón y el entendimiento. Dejarse llevar de todo viento de doctrina no es lo más conveniente. Por supuesto que, jamás podremos llegar a la verdad y al reino de Dios mediante un proceso intelectual, sino por medio de la fe y el sometimiento. Pero el cristianismo tampoco es un salto a las tinieblas de lo desconocido, no es un suicidio intelectual, nunca es irracional.
No se puede acceder al mismo mediante la razón, pero tan pronto como estás en El Camino, descubres que se trata de la cosa más razonable, lógica y racional del mundo. Se trata, entonces, de permitir que el Espíritu Santo ilumine nuestro entendimiento y lo eleve al un nivel superior capaz de comprender cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo.
En segundo lugar, el uso de las Escrituras. Son las Escrituras la autoridad suprema y final sobre todas las cosas que contiene, aunque no contenga todas las cosas. Pero está ahí toda la enseñanza autorizada. No es necesario enfrentar la Tradición y el Magisterio con la Palabra, puesto que la Palabra contiene el principio rector que debe juzgar todas las cosas.
He aquí, entonces, los dos grandes principios relacionados con la urgente necesidad de solicitar una intervención divina que traiga cambios y renovación a nuestra decaída sociedad: Debemos utilizar nuestras mentes y entendimiento; no dejarnos llevar ni abandonarnos, porque al hacerlo perdemos la capacidad de discernir, evaluar, probar y controlar para involucrarnos sanamente. Y, sobre todo, debemos aplicar las Escrituras, permitiendo que el Espíritu nos ilumine y enseñe a través de ella.
No aceptemos confiadamente cualquier cosa que pretenda ser una nueva revelación de la verdad. Ningún mensaje, por novedoso que sea, puede contradecir flagrantemente alguna enseñanza de la Escritura. Estemos siempre alerta en cuanto al fanatismo que siempre exagera e introduce elementos que conducen al ridículo. ¡Apliquemos la Palabra con entendimiento bajo la guía del Espíritu de Dios!
Quiera Dios hacernos sensibles a su dirección para examinarlo todo y retener solo lo que es bueno.
Un abrazo cariños en Cristo.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia…” 2Timoteo 3,16 Estamos contemplando un mundo dominado por el caos y para todos es evidente que, aparte de una intervención milagrosa de Dios, viniendo desde la eternidad al tiempo e irrumpiendo en la historia, no se […]
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia…” 2Timoteo 3,16
Estamos contemplando un mundo dominado por el caos y para todos es evidente que, aparte de una intervención milagrosa de Dios, viniendo desde la eternidad al tiempo e irrumpiendo en la historia, no se podrá dar respuesta y solución a la problemática social e individual de nuestra generación.
Para traer cambios y recomposición es menester considerar las dos variantes que aparecen en el título: Entendimiento y Palabra, y entonces sí, examinar los fenómenos e intervenciones de Dios en medio de nosotros.
En primer lugar, deberíamos emplear la razón y el entendimiento. Dejarse llevar de todo viento de doctrina no es lo más conveniente. Por supuesto que, jamás podremos llegar a la verdad y al reino de Dios mediante un proceso intelectual, sino por medio de la fe y el sometimiento. Pero el cristianismo tampoco es un salto a las tinieblas de lo desconocido, no es un suicidio intelectual, nunca es irracional.
No se puede acceder al mismo mediante la razón, pero tan pronto como estás en El Camino, descubres que se trata de la cosa más razonable, lógica y racional del mundo. Se trata, entonces, de permitir que el Espíritu Santo ilumine nuestro entendimiento y lo eleve al un nivel superior capaz de comprender cual sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura del amor de Cristo.
En segundo lugar, el uso de las Escrituras. Son las Escrituras la autoridad suprema y final sobre todas las cosas que contiene, aunque no contenga todas las cosas. Pero está ahí toda la enseñanza autorizada. No es necesario enfrentar la Tradición y el Magisterio con la Palabra, puesto que la Palabra contiene el principio rector que debe juzgar todas las cosas.
He aquí, entonces, los dos grandes principios relacionados con la urgente necesidad de solicitar una intervención divina que traiga cambios y renovación a nuestra decaída sociedad: Debemos utilizar nuestras mentes y entendimiento; no dejarnos llevar ni abandonarnos, porque al hacerlo perdemos la capacidad de discernir, evaluar, probar y controlar para involucrarnos sanamente. Y, sobre todo, debemos aplicar las Escrituras, permitiendo que el Espíritu nos ilumine y enseñe a través de ella.
No aceptemos confiadamente cualquier cosa que pretenda ser una nueva revelación de la verdad. Ningún mensaje, por novedoso que sea, puede contradecir flagrantemente alguna enseñanza de la Escritura. Estemos siempre alerta en cuanto al fanatismo que siempre exagera e introduce elementos que conducen al ridículo. ¡Apliquemos la Palabra con entendimiento bajo la guía del Espíritu de Dios!
Quiera Dios hacernos sensibles a su dirección para examinarlo todo y retener solo lo que es bueno.
Un abrazo cariños en Cristo.