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Columnista - 18 enero, 2019

El display o el disparate

Estos juegos modernos que tienen los hijos y nietos están haciendo destrozos irreparables en la salud de ellos, especialmente uno llamado Display, creo que así se escribe, ese es un disparate que ante la actitud indiferente de los papás está haciendo estragos en sus organismos y en un futuro no muy lejano tendremos una juventud de sordos, cegatos y obesos, porque los ruidos y los rayos ultravioletas o no sé qué y las comidas que consumen no conducen a otro destino.

Estos juegos modernos que tienen los hijos y nietos están haciendo destrozos irreparables en la salud de ellos, especialmente uno llamado Display, creo que así se escribe, ese es un disparate que ante la actitud indiferente de los papás está haciendo estragos en sus organismos y en un futuro no muy lejano tendremos una juventud de sordos, cegatos y obesos, porque los ruidos y los rayos ultravioletas o no sé qué y las comidas que consumen no conducen a otro destino.

Todos cargarán un audífono, gafas y no habrá talla de ropa para ellos, abandonan los deportes totalmente para dedicarse rellenados en una poltrona o acostados comiendo cuanta basura hay y cada día se parecen más a un marrano gordo; la jornada ante estos aparatos son larguísimas hasta altas horas de la madrugada se les oye gritar, vociferar y decir vulgaridades y nada les llama la atención, si acaso el cine, que es otra diversión complementaria de las anteriores, para ellos no hay boliche, ni trompos, ni pelegrina, ni natación, ni ir al monte, tienen ciclas pero no las usan, no vuelan una cometa en verano o acuden a sus clases de deporte y evaden todo para irse a sus casas a pegarse al maldito Display. Ante esta situación, ¿Qué vamos a hacer? Y digo vamos, sin ser papá porque soy un abuelo que se da cuenta de sus nietos, vivo pendiente de ellos, casi igual que sus padres; esta labor no es de los colegios, ellos pueden colaborar dictando conferencias y haciéndoles ver el daño que se están causando, pero la de fondo y dura es de los padres que tendrán que darse un poco más de cuenta de sus retoños y tomas medidas extremas como la de “decomisarles” los aparatos para que solo lo puedan utilizar los fines de semana o feriados por dos o tres horas, pero esto es en conjunto porque ese famoso, moderno y costoso juego lo practican en grupo.

También los está matando la fotofobia que no es otra cosa que la sensibilidad a la luz de los celulares, del display, de las tabletas, de la TV y del cine en exceso.

Hay que sacrificar un poco más de tiempo y obligarlos, si, obligarlos a ir a una piscina a natación o al río a defenderse de la corriente y de los peligros, montar a caballo, mula, burros, chivos o buey, practicar ciclismo, atletismo o cualquier otra vaina porque sino, repito, los audífonos no van a alcanzar, los lentes escasearán y la elegancia desaparecerá, ya que a los gordos solamente los quieren sus padres.

De pronto esto es arar en el mar, pero cumplo con el deber de hacerlo para que todo papá y mamá que lea este artículo piensen, reflexionen y se pregunten si son verdades o mentiras mías y hagan algo, más de lo que hacen, para el bienestar de sus hijos.

Columnista
18 enero, 2019

El display o el disparate

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José M. Aponte Martínez

Estos juegos modernos que tienen los hijos y nietos están haciendo destrozos irreparables en la salud de ellos, especialmente uno llamado Display, creo que así se escribe, ese es un disparate que ante la actitud indiferente de los papás está haciendo estragos en sus organismos y en un futuro no muy lejano tendremos una juventud de sordos, cegatos y obesos, porque los ruidos y los rayos ultravioletas o no sé qué y las comidas que consumen no conducen a otro destino.


Estos juegos modernos que tienen los hijos y nietos están haciendo destrozos irreparables en la salud de ellos, especialmente uno llamado Display, creo que así se escribe, ese es un disparate que ante la actitud indiferente de los papás está haciendo estragos en sus organismos y en un futuro no muy lejano tendremos una juventud de sordos, cegatos y obesos, porque los ruidos y los rayos ultravioletas o no sé qué y las comidas que consumen no conducen a otro destino.

Todos cargarán un audífono, gafas y no habrá talla de ropa para ellos, abandonan los deportes totalmente para dedicarse rellenados en una poltrona o acostados comiendo cuanta basura hay y cada día se parecen más a un marrano gordo; la jornada ante estos aparatos son larguísimas hasta altas horas de la madrugada se les oye gritar, vociferar y decir vulgaridades y nada les llama la atención, si acaso el cine, que es otra diversión complementaria de las anteriores, para ellos no hay boliche, ni trompos, ni pelegrina, ni natación, ni ir al monte, tienen ciclas pero no las usan, no vuelan una cometa en verano o acuden a sus clases de deporte y evaden todo para irse a sus casas a pegarse al maldito Display. Ante esta situación, ¿Qué vamos a hacer? Y digo vamos, sin ser papá porque soy un abuelo que se da cuenta de sus nietos, vivo pendiente de ellos, casi igual que sus padres; esta labor no es de los colegios, ellos pueden colaborar dictando conferencias y haciéndoles ver el daño que se están causando, pero la de fondo y dura es de los padres que tendrán que darse un poco más de cuenta de sus retoños y tomas medidas extremas como la de “decomisarles” los aparatos para que solo lo puedan utilizar los fines de semana o feriados por dos o tres horas, pero esto es en conjunto porque ese famoso, moderno y costoso juego lo practican en grupo.

También los está matando la fotofobia que no es otra cosa que la sensibilidad a la luz de los celulares, del display, de las tabletas, de la TV y del cine en exceso.

Hay que sacrificar un poco más de tiempo y obligarlos, si, obligarlos a ir a una piscina a natación o al río a defenderse de la corriente y de los peligros, montar a caballo, mula, burros, chivos o buey, practicar ciclismo, atletismo o cualquier otra vaina porque sino, repito, los audífonos no van a alcanzar, los lentes escasearán y la elegancia desaparecerá, ya que a los gordos solamente los quieren sus padres.

De pronto esto es arar en el mar, pero cumplo con el deber de hacerlo para que todo papá y mamá que lea este artículo piensen, reflexionen y se pregunten si son verdades o mentiras mías y hagan algo, más de lo que hacen, para el bienestar de sus hijos.