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Columnista - 8 mayo, 2021

El derecho a pensar distinto y a ser respetado por la forma de pensar

El mensaje de  las altas cortes del país a propósito de escenarios de diálogo para superar la caótica crisis, mediante el cual   instan  “a los líderes del país a aplicar genuina empatía en estas mesas de diálogo, participando con lenguaje claro, sincero e impecable, así como a respetar en palabra y obra la postura […]

El mensaje de  las altas cortes del país a propósito de escenarios de diálogo para superar la caótica crisis, mediante el cual   instan  “a los líderes del país a aplicar genuina empatía en estas mesas de diálogo, participando con lenguaje claro, sincero e impecable, así como a respetar en palabra y obra la postura de quienes piensan distinto, defienden causas divergentes, pertenecen a movimientos sociales y políticos opuestos o reclaman prerrogativas que no se compartan”,  es un mensaje consecuente con lo aburrido que estamos el común de las personas en este país de la enfermedad que nos acompaña hace rato  de no aprender a respetar la opinión y la forma de pensar del otro. 

Qué de bueno tiene mostrar de ejemplo a los niños de cada hogar del país y a las nuevas generaciones que mi opinión y mi forma de pensar es la que vale y que la impongo a las buenas o a las malas. 

Una cosa es tener carácter y asumir posturas, una cosa es que yo haga valer mi pensamiento y mis opiniones, pero otra cosa muy distinta es que haciendo valer todo eso yo termine pisoteando la forma de pensar y la opinión de los demás. 

Cada institución educativa del país, pública o privada, desde la educación inicial, sea la educación preescolar, la educación básica (primaria, cinco grados y secundaria cuatro grados), la educación media (dos grados y culmina con el título de bachiller), y la educación superior, debería fortalecer el derecho a pensar distinto y a ser respetado por la forma de pensar, pero debería fortalecer aún más el respeto por la forma de pensar del otro y la opinión de los demás. 

Así se construye sociedad, ¿será que las nuevas generaciones se dejan imponer alguna opinión?, ¿será que a las nuevas generaciones es fácil plantearles una forma de pensamiento única? 

Cuanto falta de educación habita en cada uno de nosotros, cuando nuestra forma de pensar está fundamentada en lo que nosotros decimos y punto. 

Pensar y opinar no significa que cada quien puede hacer lo que se le dé la gana, o que cada quien puede romper las reglas cuando se le dé la gana.  Pensar y que sea respetado ese pensamiento y las consecuentes opiniones que se desprenden del mismo, es lo que permite concertar y conciliar. 

Sin necesidad de ser tan inteligentes es fácil darse cuenta que las decisiones unilaterales, sobre todo en lo público, no conducen a nada.

“Instamos a los líderes del país…  a respetar en palabra y obra la postura de quienes piensan distinto, defienden causas divergentes, pertenecen a movimientos sociales y políticos opuestos o reclaman prerrogativas que no se compartan”. Así se construye sociedad y se evitan consecuencias que lamentar.

Columnista
8 mayo, 2021

El derecho a pensar distinto y a ser respetado por la forma de pensar

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Antonio Soto Murgas

El mensaje de  las altas cortes del país a propósito de escenarios de diálogo para superar la caótica crisis, mediante el cual   instan  “a los líderes del país a aplicar genuina empatía en estas mesas de diálogo, participando con lenguaje claro, sincero e impecable, así como a respetar en palabra y obra la postura […]


El mensaje de  las altas cortes del país a propósito de escenarios de diálogo para superar la caótica crisis, mediante el cual   instan  “a los líderes del país a aplicar genuina empatía en estas mesas de diálogo, participando con lenguaje claro, sincero e impecable, así como a respetar en palabra y obra la postura de quienes piensan distinto, defienden causas divergentes, pertenecen a movimientos sociales y políticos opuestos o reclaman prerrogativas que no se compartan”,  es un mensaje consecuente con lo aburrido que estamos el común de las personas en este país de la enfermedad que nos acompaña hace rato  de no aprender a respetar la opinión y la forma de pensar del otro. 

Qué de bueno tiene mostrar de ejemplo a los niños de cada hogar del país y a las nuevas generaciones que mi opinión y mi forma de pensar es la que vale y que la impongo a las buenas o a las malas. 

Una cosa es tener carácter y asumir posturas, una cosa es que yo haga valer mi pensamiento y mis opiniones, pero otra cosa muy distinta es que haciendo valer todo eso yo termine pisoteando la forma de pensar y la opinión de los demás. 

Cada institución educativa del país, pública o privada, desde la educación inicial, sea la educación preescolar, la educación básica (primaria, cinco grados y secundaria cuatro grados), la educación media (dos grados y culmina con el título de bachiller), y la educación superior, debería fortalecer el derecho a pensar distinto y a ser respetado por la forma de pensar, pero debería fortalecer aún más el respeto por la forma de pensar del otro y la opinión de los demás. 

Así se construye sociedad, ¿será que las nuevas generaciones se dejan imponer alguna opinión?, ¿será que a las nuevas generaciones es fácil plantearles una forma de pensamiento única? 

Cuanto falta de educación habita en cada uno de nosotros, cuando nuestra forma de pensar está fundamentada en lo que nosotros decimos y punto. 

Pensar y opinar no significa que cada quien puede hacer lo que se le dé la gana, o que cada quien puede romper las reglas cuando se le dé la gana.  Pensar y que sea respetado ese pensamiento y las consecuentes opiniones que se desprenden del mismo, es lo que permite concertar y conciliar. 

Sin necesidad de ser tan inteligentes es fácil darse cuenta que las decisiones unilaterales, sobre todo en lo público, no conducen a nada.

“Instamos a los líderes del país…  a respetar en palabra y obra la postura de quienes piensan distinto, defienden causas divergentes, pertenecen a movimientos sociales y políticos opuestos o reclaman prerrogativas que no se compartan”. Así se construye sociedad y se evitan consecuencias que lamentar.