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Columnista - 12 abril, 2021

El covid-19, en su peor momento

Hace un año nos escandalizamos con la noticia que conmocionó al mundo, un virus que surgió en China, y parecía de película, avanzaba por Europa y comenzaba a llegar a América; nos encerramos varios meses para protegernos y fortalecer nuestras unidades médicas, esperando que pasara rápido y recuperar nuestras vidas. A finales del 2020 surgió […]

Hace un año nos escandalizamos con la noticia que conmocionó al mundo, un virus que surgió en China, y parecía de película, avanzaba por Europa y comenzaba a llegar a América; nos encerramos varios meses para protegernos y fortalecer nuestras unidades médicas, esperando que pasara rápido y recuperar nuestras vidas.

A finales del 2020 surgió la primera vacuna y otras más le siguieron, en diciembre comenzaron a aplicarlas en los países desarrollados; en Colombia, para variar, nos cogió la noche e iniciamos el proceso casi en marzo; entonces dijimos, esto ya pasó, comenzaron las fiestas, los encuentros familiares sin protocolos, los viajes y otras actividades que generaron el contagio masivo que vive actualmente el país, que de nuevo nos tiene intimidados y al borde del colapso.

Subestimamos al bicho y tampoco fortalecimos adecuadamente el sistema de salud; hoy, las cifras son escandalosas y estamos inmersos en el tercer pico, aún más violento. Barranquilla, Cali y Medellín, al límite y con cuarentenas estrictas para frenar el contagio; los hospitales no dan más, el personal médico es insuficiente y está agotado; en Bogotá se espera un pico altamente peligroso en 10 días; regiones apartadas, como La Guajira y el Choco, viven sus peores horas con las UCI colapsadas y escasez de medicamentos para cuidados intensivos; el departamento del Magdalena prácticamente sin respuesta ante la pandemia, en Santa Marta viven horas de verdadero horror, y en el Cesar, la situación comienza a complicarse, en especial en Valledupar donde el nivel de UCI ya pasó del 80 %. 

El presidente Duque en su programa Prevención y Acción, que mejor debía llamarse ‘Todo bien, todo bien’, todas las tardes nos decía tranquilos que todo está controlado, reactivación segura y todo bien como siempre dice el Pibe Valderrama. Ni todo estaba bien, ni había tal reactivación, este país está quebrado, lo reconoció el ministro de Hacienda Carrasquilla, dijo que solo quedaban 6 semanas para acabar el presupuesto de funcionamiento del Estado.

 Para no hablar del desempleo, el hambre y la crisis económica que afronta la mayoría de la gente, en especial la clase media, peor con la cascada de impuestos que se avecina. La sombría realidad es que nada ha pasado y nos volvimos a equivocar con el mismo cuento: es que la gente no se puede morir de hambre, hay que salvar la economía; el gobierno normalizó la situación y nos relajamos, algunos para tratar de salvar sus empresas, otros sus trabajos y otros por irresponsabilidad, nos enfrentamos a la peor tragedia que ha padecido el mundo en años y debemos asimilarlo con gallardía y fortaleza para no complicar más las cosas, proyectarnos en el mediano futuro para resurgir de la cenizas como el ave fénix.

No podemos quedarnos en el problema, en la queja, ahora lo más importante es la vida y para eso tenemos que cuidarnos y ser solidarios, no asistir a eventos en sitios cerrados, evitar las aglomeraciones y mirarlo como una larga temporada de recogimiento, sin perder la fe en Dios. No se sabe a ciencia cierta cuándo pasará esto, no lo saben los médicos, tampoco los gobernantes y está visto que la vacuna no es la solución definitiva y nos toca acostumbrarnos a vivir con esta tragedia llamada covid-9, pero de que salimos de esta, salimos.

Columnista
12 abril, 2021

El covid-19, en su peor momento

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Jacobo Solano Cerchiaro

Hace un año nos escandalizamos con la noticia que conmocionó al mundo, un virus que surgió en China, y parecía de película, avanzaba por Europa y comenzaba a llegar a América; nos encerramos varios meses para protegernos y fortalecer nuestras unidades médicas, esperando que pasara rápido y recuperar nuestras vidas. A finales del 2020 surgió […]


Hace un año nos escandalizamos con la noticia que conmocionó al mundo, un virus que surgió en China, y parecía de película, avanzaba por Europa y comenzaba a llegar a América; nos encerramos varios meses para protegernos y fortalecer nuestras unidades médicas, esperando que pasara rápido y recuperar nuestras vidas.

A finales del 2020 surgió la primera vacuna y otras más le siguieron, en diciembre comenzaron a aplicarlas en los países desarrollados; en Colombia, para variar, nos cogió la noche e iniciamos el proceso casi en marzo; entonces dijimos, esto ya pasó, comenzaron las fiestas, los encuentros familiares sin protocolos, los viajes y otras actividades que generaron el contagio masivo que vive actualmente el país, que de nuevo nos tiene intimidados y al borde del colapso.

Subestimamos al bicho y tampoco fortalecimos adecuadamente el sistema de salud; hoy, las cifras son escandalosas y estamos inmersos en el tercer pico, aún más violento. Barranquilla, Cali y Medellín, al límite y con cuarentenas estrictas para frenar el contagio; los hospitales no dan más, el personal médico es insuficiente y está agotado; en Bogotá se espera un pico altamente peligroso en 10 días; regiones apartadas, como La Guajira y el Choco, viven sus peores horas con las UCI colapsadas y escasez de medicamentos para cuidados intensivos; el departamento del Magdalena prácticamente sin respuesta ante la pandemia, en Santa Marta viven horas de verdadero horror, y en el Cesar, la situación comienza a complicarse, en especial en Valledupar donde el nivel de UCI ya pasó del 80 %. 

El presidente Duque en su programa Prevención y Acción, que mejor debía llamarse ‘Todo bien, todo bien’, todas las tardes nos decía tranquilos que todo está controlado, reactivación segura y todo bien como siempre dice el Pibe Valderrama. Ni todo estaba bien, ni había tal reactivación, este país está quebrado, lo reconoció el ministro de Hacienda Carrasquilla, dijo que solo quedaban 6 semanas para acabar el presupuesto de funcionamiento del Estado.

 Para no hablar del desempleo, el hambre y la crisis económica que afronta la mayoría de la gente, en especial la clase media, peor con la cascada de impuestos que se avecina. La sombría realidad es que nada ha pasado y nos volvimos a equivocar con el mismo cuento: es que la gente no se puede morir de hambre, hay que salvar la economía; el gobierno normalizó la situación y nos relajamos, algunos para tratar de salvar sus empresas, otros sus trabajos y otros por irresponsabilidad, nos enfrentamos a la peor tragedia que ha padecido el mundo en años y debemos asimilarlo con gallardía y fortaleza para no complicar más las cosas, proyectarnos en el mediano futuro para resurgir de la cenizas como el ave fénix.

No podemos quedarnos en el problema, en la queja, ahora lo más importante es la vida y para eso tenemos que cuidarnos y ser solidarios, no asistir a eventos en sitios cerrados, evitar las aglomeraciones y mirarlo como una larga temporada de recogimiento, sin perder la fe en Dios. No se sabe a ciencia cierta cuándo pasará esto, no lo saben los médicos, tampoco los gobernantes y está visto que la vacuna no es la solución definitiva y nos toca acostumbrarnos a vivir con esta tragedia llamada covid-9, pero de que salimos de esta, salimos.