En estos tiempos agitados en grado sumo por odios y fanatismos en la política nacional y local; por el fútbol deslucido del mundial; por la exguerrilla y la guerrilla ‘guachesca’, por infinidad de temas ácidos y desalentadores, solo de eso se escribe, en las columnas periodísticas, en las redes sociales y hasta en las tareas escolares, es la actualidad.
Cuando el ánimo decae o cuando la angustia y turbulencia interior nos ataca y queremos salir del ambiente desquiciador, nada como leer poemas; es un pasatiempo de muchos, todavía se lee y se repiten versos, porque la poesía no ha pasado, ni pasará de moda. No es solo para románticos sensibleros, que tampoco han pasado de moda, porque todo el que tiene un sueño, un ideal, es un romántico en el sentido de que lo acaricia, lo alimenta hasta lograrlo o nunca lograrlo.
La poesía, como la música, nos serena, y produce una gran placidez, un buen poema aplaca las angustias personales y las que nos produce una patria doliente, esas que nos rodean y vienen del exterior, y hay tantos versos esparcidos por el mundo, nacidos precisamente en épocas de perturbaciones de sus autores que podemos escoger los que más nos gusten.
Precisamente en estos días me he encontrado con los poemas, de Louis Aragón, novelista y poeta dadaísta y existencialista francés, especialmente cuando dice:
“No hay amor que no aflija al par que desespera / no hay amor que no se halle mezclado con su dolor / no hay amor que no espante, no hay amor que no hiera / no hay amor que no viva de lágrimas y espera / y el amor de la patria es lo mismo que tu amor / pero es nuestro amor…”.
“No hay vino más ebrio que el secreto /no hay mayor maravilla que la de saberlo no compartido…”.
En fin, Luis Aragón, el gran poeta, igualaba el amor de la patria al personal, precisamente el fragmento es de su poema ‘No hay amor feliz’. Lo recomiendo a los que se atreven a solazarse leyendo poemas.
NOTICA: Hubo una voz en mi pueblo que era y seguirá siendo orgullo de todos; que está en su historia; que es patrimonio de nuestra extensa familia, la voz de Teresita Orozco de Franco, una soprano que cuando cantaba el Ave María, nos hacía estremecer y estremecía a la iglesia llena de piadosos. Este sábado se apagó la voz de Tere, y se fue a cantar al infinito. Piadosa, de esas mujeres de principios morales férreos, de amabilidad, de amor por los suyos y sus amistades. Se hizo inolvidable, eterna, dulce y tierna para los que la queríamos y conocíamos su vida limpia.
Mis sentidas condolencias a sus cuatro hijos y a sus familias, a toda la familia Orozco Franco, Morillo Orozco, Orozco -Orozco, Daza Orozco, Meza Orozco y Orozco Ferreira. Tere fue como un lirio que nunca se va a marchitar, siempre fresco en nuestros afectos.