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Columnista - 1 mayo, 2022

El alba de la leyenda de Jorge Oñate 

Cuando en la música vallenata aparece un artista destacado y no pertenece a una familia con tradición musical, surgen algunas especulaciones para dar respuestas al posible origen del talento artístico. Es el caso de Jorge, que en los ascendentes de su familia Oñate en La Paz no se conoce un cantante.  

Jorge Oñate nació (30 de marzo de 1949) en La Paz, hermoso lugar sonoro como la vida y la esperanza. En ese pueblo, cercano de Valledupar sus pobladores hicieron con la música de acordeón un templo de leyenda y dinastía.  Una de esas leyendas en el canto vallenato es Jorge Oñate.  La dinastía renombrada es la de Los López, y su árbol genético cruza sus raíces primarias con los Gutiérrez y Zequeira. 

Cuando en la música vallenata aparece un artista destacado y no pertenece a una familia con tradición musical, surgen algunas especulaciones para dar respuestas al posible origen del talento artístico. Es el caso de Jorge, que en los ascendentes de su familia Oñate en La Paz no se conoce un cantante.  

El profesor e historiador Juan Carlos Olivella, se basa en la leyenda de la serpiente Doroy, que según los antiguos campesinos con las fuertes crecientes por el río solía bajar una gigante culebra (doroy) atravesada y si una mujer embarazada escuchaba su canto daría a luz un niño cantor. 

“La señora Delfina Oñate, cuando llevaba en el vientre a su hijo menor, escuchó el canto de la doroy en unas de las crecientes del río Mocho, y por eso Jorge es el primer gran cantor de la familia Oñate”.  Algo similar había escrito Tomás Darío Gutiérrez de Cristina Maestre, madre del cantante Rafael Orozco al escuchar el canto de la Doroy en una creciente del río Maracas de Becerril. (Cultura Vallenata: Origen, teorías y pruebas, 1992: 298-299). 

Yiris Oñate Gutiérrez y José María Oñate Araujo, afirman que Juan Bautista Oñate Calderón que vivía en San Diego, abuelo de Jorge, tenía aficiones musicales:  cantaba y tocaba dulzaina.  Gustavo Gutiérrez Aroca, el popular ‘Keka Gutiérrez’, historiador empírico y amigo de la familia Oñate, narra: “El teniente Daniel González, nativo de Cundinamarca, llegó a La Paz de comandante de la policía. 

En sus ratos de descanso, solía cantar boleros y tangos.  Se enamoró de la hermosa mujer, viuda, Delfina Oñate Mejía, quien tenía dos hijos: Gustavo y Jesualdo Geneco. La relación marital de Delfina con el teniente fue efímera, porque él fue traslado antes de nacer su hijo Jorge, que obtuvo el apellido de su madre, pero heredó de su padre la vena del canto”.       

Esos genes de cantante en el joven Jorge empiezan a despertarse en el ambiente de acordeones y cantos de La Paz. Se hizo notorio después de 1952, cuando el médico Manuel Zapata Olivella realiza una segunda gira de música folclórica por el interior del país, y lleva de La Paz al acordeonista Juan López y a su sobrino Dagoberto López, en el canto. 

El regreso de la gira y su reconocimiento por la prensa nacional fue factor decisivo de motivación para elevar el apego por la música vallenata en la familia López. La casa de Pablo Rafael, hermano de Juan López, se convierte en un sitio de parranda frecuentes, y es bautizada la “calle de la alegría”. Allí, el niño Jorge Oñate se detenía a escuchar la magia de los acordeones y el canto de Dagoberto López “El clarín de La Paz”, como solía llamarlo Zapata Olivella. 

Cuenta ‘Keka’ Gutiérrez, que “la primera vez que Jorge Oñate cantó oficialmente en un conjunto fue con su paisano, el acordeonero Élber Noriega, de profesión albañil y conocido como el “Carretillero”, en la caseta “Brisas del Cerro”.  Los asistentes se asombraron con el novel cantor y los elogios crecieron como la sombra de un árbol al atardecer”.  

Jorge cambió los sueños de ser futbolista por el de artista del canto vallenato.  El primo hermano de su madre, Alonso Fernández Oñate, abogado, poeta y compositor, nativo de San Diego, fue el gran mecenas y gestor que lo lleva por primera vez a un estudio de grabación, en 1968. El acordeonero Emilio Oviedo, con su grupo “Los Guatapurí” fue el director de la grabación álbum titulado ´’Festival Vallenato´, de doce canciones de la autoría del doctor Alonso Fernández, y ocho fueron cantada por Jorge; una de las más escuchada fue ´Campesina vallenata’.  En 1969, con Nelson Diaz y su Combo Tropical graba el álbum ‘Conmigo es el baile’. En 1970 con los Hermanos López, “Lo Último en Vallenato”.  Estas tres grabaciones se convierten en el alba de su leyenda musical.

Columnista
1 mayo, 2022

El alba de la leyenda de Jorge Oñate 

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Atuesta Mindiola

Cuando en la música vallenata aparece un artista destacado y no pertenece a una familia con tradición musical, surgen algunas especulaciones para dar respuestas al posible origen del talento artístico. Es el caso de Jorge, que en los ascendentes de su familia Oñate en La Paz no se conoce un cantante.  


Jorge Oñate nació (30 de marzo de 1949) en La Paz, hermoso lugar sonoro como la vida y la esperanza. En ese pueblo, cercano de Valledupar sus pobladores hicieron con la música de acordeón un templo de leyenda y dinastía.  Una de esas leyendas en el canto vallenato es Jorge Oñate.  La dinastía renombrada es la de Los López, y su árbol genético cruza sus raíces primarias con los Gutiérrez y Zequeira. 

Cuando en la música vallenata aparece un artista destacado y no pertenece a una familia con tradición musical, surgen algunas especulaciones para dar respuestas al posible origen del talento artístico. Es el caso de Jorge, que en los ascendentes de su familia Oñate en La Paz no se conoce un cantante.  

El profesor e historiador Juan Carlos Olivella, se basa en la leyenda de la serpiente Doroy, que según los antiguos campesinos con las fuertes crecientes por el río solía bajar una gigante culebra (doroy) atravesada y si una mujer embarazada escuchaba su canto daría a luz un niño cantor. 

“La señora Delfina Oñate, cuando llevaba en el vientre a su hijo menor, escuchó el canto de la doroy en unas de las crecientes del río Mocho, y por eso Jorge es el primer gran cantor de la familia Oñate”.  Algo similar había escrito Tomás Darío Gutiérrez de Cristina Maestre, madre del cantante Rafael Orozco al escuchar el canto de la Doroy en una creciente del río Maracas de Becerril. (Cultura Vallenata: Origen, teorías y pruebas, 1992: 298-299). 

Yiris Oñate Gutiérrez y José María Oñate Araujo, afirman que Juan Bautista Oñate Calderón que vivía en San Diego, abuelo de Jorge, tenía aficiones musicales:  cantaba y tocaba dulzaina.  Gustavo Gutiérrez Aroca, el popular ‘Keka Gutiérrez’, historiador empírico y amigo de la familia Oñate, narra: “El teniente Daniel González, nativo de Cundinamarca, llegó a La Paz de comandante de la policía. 

En sus ratos de descanso, solía cantar boleros y tangos.  Se enamoró de la hermosa mujer, viuda, Delfina Oñate Mejía, quien tenía dos hijos: Gustavo y Jesualdo Geneco. La relación marital de Delfina con el teniente fue efímera, porque él fue traslado antes de nacer su hijo Jorge, que obtuvo el apellido de su madre, pero heredó de su padre la vena del canto”.       

Esos genes de cantante en el joven Jorge empiezan a despertarse en el ambiente de acordeones y cantos de La Paz. Se hizo notorio después de 1952, cuando el médico Manuel Zapata Olivella realiza una segunda gira de música folclórica por el interior del país, y lleva de La Paz al acordeonista Juan López y a su sobrino Dagoberto López, en el canto. 

El regreso de la gira y su reconocimiento por la prensa nacional fue factor decisivo de motivación para elevar el apego por la música vallenata en la familia López. La casa de Pablo Rafael, hermano de Juan López, se convierte en un sitio de parranda frecuentes, y es bautizada la “calle de la alegría”. Allí, el niño Jorge Oñate se detenía a escuchar la magia de los acordeones y el canto de Dagoberto López “El clarín de La Paz”, como solía llamarlo Zapata Olivella. 

Cuenta ‘Keka’ Gutiérrez, que “la primera vez que Jorge Oñate cantó oficialmente en un conjunto fue con su paisano, el acordeonero Élber Noriega, de profesión albañil y conocido como el “Carretillero”, en la caseta “Brisas del Cerro”.  Los asistentes se asombraron con el novel cantor y los elogios crecieron como la sombra de un árbol al atardecer”.  

Jorge cambió los sueños de ser futbolista por el de artista del canto vallenato.  El primo hermano de su madre, Alonso Fernández Oñate, abogado, poeta y compositor, nativo de San Diego, fue el gran mecenas y gestor que lo lleva por primera vez a un estudio de grabación, en 1968. El acordeonero Emilio Oviedo, con su grupo “Los Guatapurí” fue el director de la grabación álbum titulado ´’Festival Vallenato´, de doce canciones de la autoría del doctor Alonso Fernández, y ocho fueron cantada por Jorge; una de las más escuchada fue ´Campesina vallenata’.  En 1969, con Nelson Diaz y su Combo Tropical graba el álbum ‘Conmigo es el baile’. En 1970 con los Hermanos López, “Lo Último en Vallenato”.  Estas tres grabaciones se convierten en el alba de su leyenda musical.