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Editorial - 24 mayo, 2019

El agro: seco en propuestas y soluciones

Nos preguntamos por qué los bajos niveles de productividad y aprovechamiento de extensas llanuras en El Cesar, y también de las vecinas de la Guajira y el Magdalena; coinciden en ser tierras planas con poca infraestructura, adecuación de riego y drenajes, ganadería intensiva y manejo de medianos y grandes propietarios.

Nos preguntamos por qué los bajos niveles de productividad y aprovechamiento de extensas llanuras en El Cesar, y también de las vecinas de la Guajira y el Magdalena; coinciden en ser tierras planas con poca infraestructura, adecuación de riego y drenajes, ganadería intensiva y manejo de medianos y grandes propietarios.

Desde Fonseca hasta Plato, y hasta Chiriguaná al sur, muestran bajo régimen de lluvias y altas temperaturas. Hay algunas islas de buenas tierras próximas a los ríos, de ganadería doble propósito y de cultivos de ciclos cortos o plantaciones de palma. Son más de dos millones de hectáreas de baja producción.

De las múltiples causas se habla mucho, se ha escrito menos y se ha investigado escasamente.

Mencionamos algunos factores que a nuestro juicio sin ser excluyentes respecto a otros, podrían enfocar el trabajo:

A la gente del campo, a los llamados a ser los dinamizadores, los propietarios de las tierras, les falta una actitud de confianza, aversión al riesgo y voluntad de emprendimiento. Tienen escasa formación técnica, administrativa y forman gremios débiles.

Hay poco estudio de la universidad de la experiencia empresarial y técnica de los proyectos fracasados; los cuales, en medio de las crisis, suelen ser paradójicamente unas oportunidades de replanteamiento, cambio y progreso.
También los exitosos adolecen de falta de divulgación.

Hay poca asociatividad, “por cada finca hay un jefe que no le rinde cuentas a nadie”. Y eso sí persiste una queja endémica por la mala situación atribuida ‘a que el gobierno no nos ayuda’. A este se le atribuye la inseguridad, la falta de mercado, de insumos, de acceso al crédito; pero ha aceptado un pírrico recaudo de impuestos prediales.
Con todo, los sucesivos gobiernos dan herramientas infructuosas; en los últimos años el gobierno de El Cesar, con una buena secretaría, exhibe afán en modernizar el sector.

Muchos propietarios, de esas planicies, aún representan grupos de ganaderos cansados, envejecidos algunos, otrora cultivadores de algodón o granos, cuyos jóvenes herederos prefieren los grandes centros urbanos, las profesiones clásicas y no tienen la necesidad , “el hambre” que sí tuvieron los primeros ‘civilizadores’ que llegaron desde los años 60s a buscar suerte en el campo.

Se requiere un pensamiento crítico, de aplicación rigurosa de la educación y la ciencia aplicada al agro (hay un CDT ganadero que ha generado expectativas) , otra actitud que permita remover esos diques mentales, esos prejuicios, teorías, aversiones que no dejan fluir los vientos de progreso en el campo.

Editorial
24 mayo, 2019

El agro: seco en propuestas y soluciones

Nos preguntamos por qué los bajos niveles de productividad y aprovechamiento de extensas llanuras en El Cesar, y también de las vecinas de la Guajira y el Magdalena; coinciden en ser tierras planas con poca infraestructura, adecuación de riego y drenajes, ganadería intensiva y manejo de medianos y grandes propietarios.


Nos preguntamos por qué los bajos niveles de productividad y aprovechamiento de extensas llanuras en El Cesar, y también de las vecinas de la Guajira y el Magdalena; coinciden en ser tierras planas con poca infraestructura, adecuación de riego y drenajes, ganadería intensiva y manejo de medianos y grandes propietarios.

Desde Fonseca hasta Plato, y hasta Chiriguaná al sur, muestran bajo régimen de lluvias y altas temperaturas. Hay algunas islas de buenas tierras próximas a los ríos, de ganadería doble propósito y de cultivos de ciclos cortos o plantaciones de palma. Son más de dos millones de hectáreas de baja producción.

De las múltiples causas se habla mucho, se ha escrito menos y se ha investigado escasamente.

Mencionamos algunos factores que a nuestro juicio sin ser excluyentes respecto a otros, podrían enfocar el trabajo:

A la gente del campo, a los llamados a ser los dinamizadores, los propietarios de las tierras, les falta una actitud de confianza, aversión al riesgo y voluntad de emprendimiento. Tienen escasa formación técnica, administrativa y forman gremios débiles.

Hay poco estudio de la universidad de la experiencia empresarial y técnica de los proyectos fracasados; los cuales, en medio de las crisis, suelen ser paradójicamente unas oportunidades de replanteamiento, cambio y progreso.
También los exitosos adolecen de falta de divulgación.

Hay poca asociatividad, “por cada finca hay un jefe que no le rinde cuentas a nadie”. Y eso sí persiste una queja endémica por la mala situación atribuida ‘a que el gobierno no nos ayuda’. A este se le atribuye la inseguridad, la falta de mercado, de insumos, de acceso al crédito; pero ha aceptado un pírrico recaudo de impuestos prediales.
Con todo, los sucesivos gobiernos dan herramientas infructuosas; en los últimos años el gobierno de El Cesar, con una buena secretaría, exhibe afán en modernizar el sector.

Muchos propietarios, de esas planicies, aún representan grupos de ganaderos cansados, envejecidos algunos, otrora cultivadores de algodón o granos, cuyos jóvenes herederos prefieren los grandes centros urbanos, las profesiones clásicas y no tienen la necesidad , “el hambre” que sí tuvieron los primeros ‘civilizadores’ que llegaron desde los años 60s a buscar suerte en el campo.

Se requiere un pensamiento crítico, de aplicación rigurosa de la educación y la ciencia aplicada al agro (hay un CDT ganadero que ha generado expectativas) , otra actitud que permita remover esos diques mentales, esos prejuicios, teorías, aversiones que no dejan fluir los vientos de progreso en el campo.