Por: Jaime García Chadid
Nos preguntamos ¿Sería una mega obra necesaria, un embeleco o acaso un negocio – negociado. Tendrá algo de todo lo mencionado anteriormente? Vaya uno a saberlo.
Barranquilla (Soledad) y Cartagena se sirven de los aeropuertos Ernesto Cortizzos y Rafael Núñez. Ambos han venido supliendo las necesidades de esas ciudades en forma adecuada, aunque el de Barranquilla, calificado en su momento como una obra futurista, se encuentra lastimosamente sub-utilizado. Fue una respuesta equivocada del gobierno central a “la Costa” y sirvió para calmar la rasquiña independentista que proclamaba la “República del Caribe.” Algo similar y con iguales o peores consecuencias se hizo con el aeropuerto de Rio Negro, con lo que Medellín terminó con dos, uno el grande –Rionegro- otro elefante blanco, mientras que acá se trata de hacer exactamente lo contrario, vale decir un aeropuerto para las dos importantes ciudades.
No tengo la capacidad técnica de análisis para controvertir las bondades de la iniciativa, pero lo cierto es que no se mira con mucha simpatía ni en “La Heroica” ni en “La Arenosa” .
Cito textualmente la siguiente afirmación, llena de falacias, del ministro Luis Guillermo Plata. “Si queremos un turismo de clase mundial y conseguir la meta de cuatro millones de viajeros extranjeros cada año, debemos ofrecerles esta posibilidad. Con la política de internacionalización de nuestra economía, pasaremos a tener tratados comerciales que nos permitirán acceder a 49 países, equivalente a 1.400 millones de consumidores. En todo este panorama es necesario que contemos con más y mejores posibilidades de movilización de nuestras mercancías. Para esto ayudaría esta obra”.
Es como si ahora no existiera nada o los dos aeropuertos a punto de colapsar.
Lo primero que se debe precisar es si esos cuatro millones de hipotéticos nuevos viajeros pueden o no ser movilizados a través de los aeródromos existentes objeto con el cual me dediqué a hurgar estadísticas y las que nos entrega la Aeronáutica Civil son las siguientes referidas al movimiento de pasajeros ( salidas y entradas) en el período enero- abril de 2010 en algunos de los aeropuertos nacionales, los principales, y además varios que tomo para poder comparar: Las cifras son – en números redondos: Bogotá (El Dorado) 5.766.000, Rionegro (Medellín) 1.042.000, Palmira (Cali) 972.000, Cartagena 662.000, Soledad(Barranquilla) 526.000, Santa Marta 270.000, Montería 174.000, Valledupar 57.000 y Riohacha 18.750.
Con estos guarismos a la mano se pueden hacer varias reflexiones: la primera es que entre Cartagena y Barranquilla mueven hoy al año unos 4.700.000 viajeros con una participación porcentual del 55.7, y 44.3 respectivamente. Cabe entonces preguntar ¿Hasta dónde llega la capacidad actual de cada uno de esos terminales para atender lo que se propone. Están realmente tan limitados y sin futuro que hay que pedir al Faraón que venga?
Las respuestas de los alcaldes es que los actuales aeropuertos son competitivos, cercanos y se pueden ampliar. Pero se advierte sobre las dificultades que hay para expandir las actuales terminales aéreas a futuras generaciones a lo que habría que cuestionar que si ese no era el mismo argumento que se utilizó para construir los hoy elefantes blancos de Soledad y Rionegro?.
Pienso, como contribuyente o como potencial usuario, porque los U$600.000.000 que cuesta ese proyecto saldrán de nuestros bolsillos como está saliendo lo metro de Medellín.
Ese santo no está tan lejos como para que no nos alumbre y por lo tanto esa candela nos puede chamuscar, por lo menos.
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