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Columnista - 17 agosto, 2011

Educación, ¿sinónimo de lucro?

Por: Mauricio Cabrera Galvis El punto más controversial de la propuesta oficial de reforma a la educación superior se podría ver como el simple cambio de una letra. Hasta ahora las universidades en Colombia deben ser sin ánimo de lucro, y el Gobierno quiere que también puedan ser sinónimo de lucro, es decir, que puedan […]

Por: Mauricio Cabrera Galvis

El punto más controversial de la propuesta oficial de reforma a la educación superior se podría ver como el simple cambio de una letra. Hasta ahora las universidades en Colombia deben ser sin ánimo de lucro, y el Gobierno quiere que también puedan ser sinónimo de lucro, es decir, que puedan ser propiedad de inversionistas privados, nacionales o extranjeros, que dentro de su lógica empresarial buscan buenas utilidades y dividendos.
Pero este cambio de letra para permitir que haya universidades con ánimo de lucro (Ucal), tiene profundas implicaciones negativas, no sólo para estas, sino para la sociedad, por lo que la propuesta ha sido criticada y rechazada por estudiantes, profesores y hasta por rectores de las universidades públicas y privadas.
La razón oficial para permitir que la educación superior se vuelva una mercancía es la necesidad de ofrecer más cupos para bachilleres que quieran continuar sus estudios, porque hoy sólo el 37% de los jóvenes entre 16 y 21 años están matriculados en programas de educación superior, y la meta es llegar al 50%. Como no se van a destinar más recursos públicos para aumentar la cobertura hasta este nivel, la solución que se plantea es que sean los inversionistas privados los que ofrezcan los nuevos cupos.
Los defensores de la mercantilización dicen que esta propuesta no implica ningún cambio real, porque hoy en el país existen muchas pseudo-universidades que son un rentable negocio privado, camuflado bajo la figura de fundaciones sin ánimo de lucro para no pagar impuestos.
Eso es cierto, pues hay instituciones que son sólo una fábrica de diplomas e imparten una educación de muy baja calidad, pero si existen es por la incapacidad de las autoridades de controlarlas.
No hay ninguna base para pensar que el Gobierno sí podrá vigilar las Ucal, así que lo que tendremos serán instituciones mediocres, con profesores mal remunerados y cero investigación.
Sin embargo, aún aceptando la posibilidad de que algunas Ucal tengan programas de calidad, el riesgo más grande es que atentan contra la idea misma de universidad como espacio del conocimiento universal.
En su afán de maximizar utilidades, las Ucal se reducirán a carreras técnicas y financieras porque producen más ganancias, dejando de lado las ciencias básicas –que son costosas para enseñar– y las humanidades –que no son rentables–.
Es evidente que sin investigación en ciencias básicas es imposible que ande la locomotora de la innovación.
Menos claro son las consecuencias negativas de menospreciar las humanidades en la educación superior, pero recientemente han sido analizadas por la filósofa norteamericana Martha Neussbaum en su libro Not for Profit: Why Democracy Needs the Humanities, donde plantea que la educación que sólo busca la rentabilidad se dedica únicamente a los temas de productividad y competitividad, dejando de lado la formación integral de los ciudadanos y la búsqueda de soluciones para los conflictos de la convivencia.
Para Nussbaum, las consecuencias de esta tendencia son graves: “sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando, sin advertirlo, ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia”.
Convertir la educación superior en una mercancía atenta contra su propia calidad y debilita la democracia.

Columnista
17 agosto, 2011

Educación, ¿sinónimo de lucro?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mauricio Cabrera Galvis

Por: Mauricio Cabrera Galvis El punto más controversial de la propuesta oficial de reforma a la educación superior se podría ver como el simple cambio de una letra. Hasta ahora las universidades en Colombia deben ser sin ánimo de lucro, y el Gobierno quiere que también puedan ser sinónimo de lucro, es decir, que puedan […]


Por: Mauricio Cabrera Galvis

El punto más controversial de la propuesta oficial de reforma a la educación superior se podría ver como el simple cambio de una letra. Hasta ahora las universidades en Colombia deben ser sin ánimo de lucro, y el Gobierno quiere que también puedan ser sinónimo de lucro, es decir, que puedan ser propiedad de inversionistas privados, nacionales o extranjeros, que dentro de su lógica empresarial buscan buenas utilidades y dividendos.
Pero este cambio de letra para permitir que haya universidades con ánimo de lucro (Ucal), tiene profundas implicaciones negativas, no sólo para estas, sino para la sociedad, por lo que la propuesta ha sido criticada y rechazada por estudiantes, profesores y hasta por rectores de las universidades públicas y privadas.
La razón oficial para permitir que la educación superior se vuelva una mercancía es la necesidad de ofrecer más cupos para bachilleres que quieran continuar sus estudios, porque hoy sólo el 37% de los jóvenes entre 16 y 21 años están matriculados en programas de educación superior, y la meta es llegar al 50%. Como no se van a destinar más recursos públicos para aumentar la cobertura hasta este nivel, la solución que se plantea es que sean los inversionistas privados los que ofrezcan los nuevos cupos.
Los defensores de la mercantilización dicen que esta propuesta no implica ningún cambio real, porque hoy en el país existen muchas pseudo-universidades que son un rentable negocio privado, camuflado bajo la figura de fundaciones sin ánimo de lucro para no pagar impuestos.
Eso es cierto, pues hay instituciones que son sólo una fábrica de diplomas e imparten una educación de muy baja calidad, pero si existen es por la incapacidad de las autoridades de controlarlas.
No hay ninguna base para pensar que el Gobierno sí podrá vigilar las Ucal, así que lo que tendremos serán instituciones mediocres, con profesores mal remunerados y cero investigación.
Sin embargo, aún aceptando la posibilidad de que algunas Ucal tengan programas de calidad, el riesgo más grande es que atentan contra la idea misma de universidad como espacio del conocimiento universal.
En su afán de maximizar utilidades, las Ucal se reducirán a carreras técnicas y financieras porque producen más ganancias, dejando de lado las ciencias básicas –que son costosas para enseñar– y las humanidades –que no son rentables–.
Es evidente que sin investigación en ciencias básicas es imposible que ande la locomotora de la innovación.
Menos claro son las consecuencias negativas de menospreciar las humanidades en la educación superior, pero recientemente han sido analizadas por la filósofa norteamericana Martha Neussbaum en su libro Not for Profit: Why Democracy Needs the Humanities, donde plantea que la educación que sólo busca la rentabilidad se dedica únicamente a los temas de productividad y competitividad, dejando de lado la formación integral de los ciudadanos y la búsqueda de soluciones para los conflictos de la convivencia.
Para Nussbaum, las consecuencias de esta tendencia son graves: “sedientos de dinero, los estados nacionales y sus sistemas de educación están descartando, sin advertirlo, ciertas aptitudes que son necesarias para mantener viva a la democracia”.
Convertir la educación superior en una mercancía atenta contra su propia calidad y debilita la democracia.