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Columnista - 27 agosto, 2018

Dos profecías

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término Profecía: “Como don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina cosas distantes o futuras”. Traigo esto a colación, porque consultando con las obras clásicas del vallenato, me encontré con un hermoso tema del compositor Julio Oñate Martínez, bautizado: La profecía; fue grabado […]

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término Profecía: “Como don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina cosas distantes o futuras”. Traigo esto a colación, porque consultando con las obras clásicas del vallenato, me encontré con un hermoso tema del compositor Julio Oñate Martínez, bautizado: La profecía; fue grabado por Poncho y Emilianito Zuleta Díaz, en el año 1978 en el larga duración titulado: Tierra de Cantores, y que anuncia lo dicho por Pedro Castro, que el gran desierto se avecina, acabando con el verde intenso de Valledupar. No se tenía conocimiento, por aquel entonces, de la explotación carbonífera que se asentaría en nuestro departamento, tampoco era previsible fenómenos naturales como el Niño y la Niña, y la devastación producida por los cultivos lícitos e ilícitos, que han acabado con la capa vegetal. Por si esto fuera poco, se anuncia la explotación de yacimientos petrolíferos en el municipio de San Martín, mediante la técnica de la fractura hidráulica “fracking” que afectará seriamente el medio ambiente. Todos estos factores en suma, nos llevan a la conclusión que el ilustre dirigente liberal, no se equivocó cuando anunció que el gran desierto se avecina.

Ahora bien, la canción da cuenta de una segunda profecía, que pasa desapercibida: “Y entonces, cuando ya el valle sea un gran arenal,
lleno de dunas y grandes cardones,
solo se escucharán los acordeones
porque su música será inmortal”.

Nuestra amada música vallenata, contrario a lo que expresa este canto, se encuentra en serio peligro de extinción, pues las nuevas generaciones, con contadas excepciones, no están respetando su esencia, predominando las fusiones con otros géneros musicales y, de poco o nada ha servido el reconocimiento de la Unesco. Nuestro amado Festival de la Leyenda Vallenata, después del fallo del Consejo de Estado, a ocho meses de su realización, se encuentra en el limbo y a nadie parece importarle. Nuestros intérpretes y compositores clásicos desaparecerán con el paso de los años, perdiéndose así el legado que nos dejaron juglares como Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta, Rafael Escalona, Leandro Díaz y Hernando Marín, por solo mencionar unos cuantos.

El panorama es bastante desalentador, y es hora de tomar los correctivos. Considero que Sayco, las casas disqueras, cantantes y compositores, empresarios, comunicadores, clase dirigente y folcloristas, y todos los que amamos el folclor vallenato, hagamos causa común para preservar el auténtico vallenato, de las serias amenazas que lo asechan.

Por Darío Arregocé[email protected]

Columnista
27 agosto, 2018

Dos profecías

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Dario Arregoces

El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término Profecía: “Como don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina cosas distantes o futuras”. Traigo esto a colación, porque consultando con las obras clásicas del vallenato, me encontré con un hermoso tema del compositor Julio Oñate Martínez, bautizado: La profecía; fue grabado […]


El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el término Profecía: “Como don sobrenatural que consiste en conocer por inspiración divina cosas distantes o futuras”. Traigo esto a colación, porque consultando con las obras clásicas del vallenato, me encontré con un hermoso tema del compositor Julio Oñate Martínez, bautizado: La profecía; fue grabado por Poncho y Emilianito Zuleta Díaz, en el año 1978 en el larga duración titulado: Tierra de Cantores, y que anuncia lo dicho por Pedro Castro, que el gran desierto se avecina, acabando con el verde intenso de Valledupar. No se tenía conocimiento, por aquel entonces, de la explotación carbonífera que se asentaría en nuestro departamento, tampoco era previsible fenómenos naturales como el Niño y la Niña, y la devastación producida por los cultivos lícitos e ilícitos, que han acabado con la capa vegetal. Por si esto fuera poco, se anuncia la explotación de yacimientos petrolíferos en el municipio de San Martín, mediante la técnica de la fractura hidráulica “fracking” que afectará seriamente el medio ambiente. Todos estos factores en suma, nos llevan a la conclusión que el ilustre dirigente liberal, no se equivocó cuando anunció que el gran desierto se avecina.

Ahora bien, la canción da cuenta de una segunda profecía, que pasa desapercibida: “Y entonces, cuando ya el valle sea un gran arenal,
lleno de dunas y grandes cardones,
solo se escucharán los acordeones
porque su música será inmortal”.

Nuestra amada música vallenata, contrario a lo que expresa este canto, se encuentra en serio peligro de extinción, pues las nuevas generaciones, con contadas excepciones, no están respetando su esencia, predominando las fusiones con otros géneros musicales y, de poco o nada ha servido el reconocimiento de la Unesco. Nuestro amado Festival de la Leyenda Vallenata, después del fallo del Consejo de Estado, a ocho meses de su realización, se encuentra en el limbo y a nadie parece importarle. Nuestros intérpretes y compositores clásicos desaparecerán con el paso de los años, perdiéndose así el legado que nos dejaron juglares como Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta, Rafael Escalona, Leandro Díaz y Hernando Marín, por solo mencionar unos cuantos.

El panorama es bastante desalentador, y es hora de tomar los correctivos. Considero que Sayco, las casas disqueras, cantantes y compositores, empresarios, comunicadores, clase dirigente y folcloristas, y todos los que amamos el folclor vallenato, hagamos causa común para preservar el auténtico vallenato, de las serias amenazas que lo asechan.

Por Darío Arregocé[email protected]