Por mi mente rondan los hechos que me motivaron a escribir nuevamente sobre la UPC, y que desde luego me inquietan como estoy seguro inquietan a más de uno que siente un poco de afecto por esta alma mater. Y hago la mención desde esa alocución latina que refiere literalmente “madre nutricia” y que se […]
Por mi mente rondan los hechos que me motivaron a escribir nuevamente sobre la UPC, y que desde luego me inquietan como estoy seguro inquietan a más de uno que siente un poco de afecto por esta alma mater. Y hago la mención desde esa alocución latina que refiere literalmente “madre nutricia” y que se usa para indicar la funcionalidad especial de la universidad como proveedora de alimento intelectual.
Bajo ese precepto, quiero hacer un llamado especial a los jóvenes estudiantes, a los docentes: esporádicos, catedráticos y de planta. Y de la misma forma acudo al sentimiento upecista de aquellos profesionales que ven con parsimonia o ignominia, quizás, como la universidad se hunde cada día más y nadie dice nada ni se pronuncia de manera ejemplar.
El llamado es a que nos pongamos serios y exijamos de manera abierta que dejen de utilizar la universidad como un centro politiquero, como una guarida de trúhanes, una maquinita de volver ricos a cuanto rector se siente allí, así sea por un día. Tenemos cuatro representante y dos senadores ¿Algo que decir en favor de la universidad, señores congresistas? Esperemos que sí.
Pero hoy realmente deseo, con fervor, decirle a los estudiantes, aquellos jóvenes que inician y los que están a punto de graduarse, no dejen que la universidad se muera o la maten los politiqueros y la corrupción que carcome cada una de sus áreas, especialmente la de finanzas; y menos con esa indiferencia tan sentida como la que se vive hoy.
La Universidad no es de “Ape” Cuello, ni de Luis Alberto Monsalvo, tampoco es de Sergio Araujo, ni de Darling Guevara; hoy cuando escribo esta nota, no sabemos a ciencia cierta quién es el rector. ¿Será Rafael Gutiérrez Maya, o es acaso José Rafael Sierra? Con este interrogante y con la certeza que la universidad no tiene dueño, al menos el deber ser nos dice que después de 44 años de haber sido constituida como un centro de formación y generación de progreso al servicio de la comunidad, este centro de formación no tiene dueño.
No dejen, por favor señores estudiantes, que los rufianes politiqueros y las políticas amañadas acaben con lo poco que queda de la universidad.
Analicemos esto de alguien que tiene porqué decirlo: “El horizonte institucional de la UPC es oscuro, sus órganos de gobierno no saben qué hacer bajo los intereses politiqueros y ambiciones de los personajes y grupos que se disputan el poder y se olvidan del cumplimiento de sus deberes”: Jaime Murgas Arzuaga.
Un grito de auxilio, a todos los estamentos sociales: gremios, líderes comunitarios, políticos no contaminados, si los hay, por favor los necesitamos para salvar la UPC.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselos. NADIE”: Garzón. Queda la inquietud señores. Sólo Eso
Por mi mente rondan los hechos que me motivaron a escribir nuevamente sobre la UPC, y que desde luego me inquietan como estoy seguro inquietan a más de uno que siente un poco de afecto por esta alma mater. Y hago la mención desde esa alocución latina que refiere literalmente “madre nutricia” y que se […]
Por mi mente rondan los hechos que me motivaron a escribir nuevamente sobre la UPC, y que desde luego me inquietan como estoy seguro inquietan a más de uno que siente un poco de afecto por esta alma mater. Y hago la mención desde esa alocución latina que refiere literalmente “madre nutricia” y que se usa para indicar la funcionalidad especial de la universidad como proveedora de alimento intelectual.
Bajo ese precepto, quiero hacer un llamado especial a los jóvenes estudiantes, a los docentes: esporádicos, catedráticos y de planta. Y de la misma forma acudo al sentimiento upecista de aquellos profesionales que ven con parsimonia o ignominia, quizás, como la universidad se hunde cada día más y nadie dice nada ni se pronuncia de manera ejemplar.
El llamado es a que nos pongamos serios y exijamos de manera abierta que dejen de utilizar la universidad como un centro politiquero, como una guarida de trúhanes, una maquinita de volver ricos a cuanto rector se siente allí, así sea por un día. Tenemos cuatro representante y dos senadores ¿Algo que decir en favor de la universidad, señores congresistas? Esperemos que sí.
Pero hoy realmente deseo, con fervor, decirle a los estudiantes, aquellos jóvenes que inician y los que están a punto de graduarse, no dejen que la universidad se muera o la maten los politiqueros y la corrupción que carcome cada una de sus áreas, especialmente la de finanzas; y menos con esa indiferencia tan sentida como la que se vive hoy.
La Universidad no es de “Ape” Cuello, ni de Luis Alberto Monsalvo, tampoco es de Sergio Araujo, ni de Darling Guevara; hoy cuando escribo esta nota, no sabemos a ciencia cierta quién es el rector. ¿Será Rafael Gutiérrez Maya, o es acaso José Rafael Sierra? Con este interrogante y con la certeza que la universidad no tiene dueño, al menos el deber ser nos dice que después de 44 años de haber sido constituida como un centro de formación y generación de progreso al servicio de la comunidad, este centro de formación no tiene dueño.
No dejen, por favor señores estudiantes, que los rufianes politiqueros y las políticas amañadas acaben con lo poco que queda de la universidad.
Analicemos esto de alguien que tiene porqué decirlo: “El horizonte institucional de la UPC es oscuro, sus órganos de gobierno no saben qué hacer bajo los intereses politiqueros y ambiciones de los personajes y grupos que se disputan el poder y se olvidan del cumplimiento de sus deberes”: Jaime Murgas Arzuaga.
Un grito de auxilio, a todos los estamentos sociales: gremios, líderes comunitarios, políticos no contaminados, si los hay, por favor los necesitamos para salvar la UPC.
“Si ustedes los jóvenes no asumen la dirección de su propio país, nadie va a venir a salvárselos. NADIE”: Garzón. Queda la inquietud señores. Sólo Eso