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Dilema medioambiental III

Ante todo lo que hemos anotado en las columnas I y II sobre este tema, ahora debemos expresar el desafío de esta situación.

Para ello, los científicos sostienen que con el fin de prevenir los efectos catastróficos del cambio climático, para el año 2050 el mundo debería haber reducido a la mitad sus emisiones de gases de efecto invernadero (llamado así porque hacen que el calor quede atrapado en la atmosfera, como en un invernadero) y han pedido que se tomen medidas para combatir la deforestación, fenómeno que ha hecho aumentar la emisión de estos gases en un 15 o 20 por 100. Tales metas son en extremos difíciles de alcanzar, para empezar, porque no todas las personas aceptan que sea necesario hacerlo. Durante algunos años Estados Unidos y otros países entre ellos Australia y China, se abstuvieron repetidas veces de comprometerse con las promesas mundiales de reducción de emisiones por temor a perjudicar sus economías. Un recorte de las emisiones de gases de efecto invernadero normalmente va acompañado de un menor crecimiento.

Además. Naciones en vía de desarrollo como China, Brasil y la India han sostenido con cierta justificación que ellas no deberían ser las que carguen la responsabilidad de reducir sus emisiones de forma significativa. Dado que el cambio climático es gran medida resultado de la polución generada por el mundo occidental, y no por esta economías jóvenes, ¿Por qué deberían ellos pagar lo estragos causados por otros? Por desgracia, se espera que sean precisamente estas economías jóvenes las que generen la enorme mayoría de las emisiones contaminantes en los próximos 50 años. De forma similar, son los países más pobres, y en particular los situados en los trópicos, los que probablemente estén más afectados por el cambio climático.

Por último, es necesario reconocer que aunque la mayoría de la comunidad científica opina que el calentamiento global es una realidad, y además causado por el hombre, algunos siguen viendo con escepticismo las pruebas. Pese a ello el punto de vista dominante es que el costo de la inacción (el potencial desastre climático de mañana) es enormemente más grande que el costo de actual hoy (reducir las emisiones y el crecimiento económico). En este sentido, debería considerarse combatir el cambio climático como una especie de póliza de seguros para las futuras generaciones.

NOTA: Esta columna volverá aparecer hasta el día jueves 10 de enero de 2019, debido a nuestra ausencia del país. Les deseo feliz navidad y un año nuevo lleno de prosperidad a nuestros lectores.

Por Hernán Maestre Martínez 

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