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Columnista - 12 octubre, 2018

Diálogos improbables

Asistí a diálogos improbables, me ubiqué en una silla y veía ingresar las personas que participarían entre organizadores e invitados, esperaba paciente el inicio del orden del día aunque la verdad nadie me dijo que había un orden del día, siendo mi primera vez desconocía como se desarrollaría la actividad. Estuve paciente esperando un presentador […]

Asistí a diálogos improbables, me ubiqué en una silla y veía ingresar las personas que participarían entre organizadores e invitados, esperaba paciente el inicio del orden del día aunque la verdad nadie me dijo que había un orden del día, siendo mi primera vez desconocía como se desarrollaría la actividad. Estuve paciente esperando un presentador o un orador que diera un discurso sobre paz y reconciliación con ejemplos en otros países y citando freses célebres de personajes famosos, pero no me percaté que diálogos improbables comienza desde el momento en que llegas a ese encuentro, desde que te presentas empiezas a ver personas aparentemente lejanas pos sus posturas en muchos temas y se pensaría que no podrían tener una conversación amigable, se aprecian figuras antagónicas como Aníbal José “El ñego” Ariza y la señora Lipe Perea, Álvaro José Soto y Pipe Araujo, Miguel Ángel Sierra y Álvaro Morón Cuello, Jorge Rodrigo Tovar Vélez y Jaime Palmera Pineda; estos últimos de gran significado por ser el primero hijo del ex jefe paramilitar Jorge 40 y el segundo hermano del ex comandante guerrillero Simón Trinidad, pero de ellos se puede decir que no heredaron la guerra sino el anhelo de construir la paz de Colombia.

Después de observar silenciosamente esa hermosa variedad de nuestra sociedad cesarense, Ana María Ferrer me llama la atención y me invita acercarme a los murales colocados en varios puntos del recinto, en ese instante me di cuenta que el evento había empezado muchos minutos antes, acá el protagonista son todos los que llegaron con la finalidad de descubrir el misterio de diálogos improbables; el encargado de darle vida a la reunión es el invitado, el ciudadano que quiera apostarle a una forma de acabar ese espíritu violento que muchas veces domina esta región, para que no descarguemos nuestra rabia como la señora que insultó al ex presidente Juan Manuel Santos en un avión ó para que la gente no utilice los puños como hacen en el concejo de Pueblo Bello, podemos tener puntos de vistas diferentes pero eso no puede pasar a la agresión ni física ni verbal. Al Cesar no puede regresar el monstruo de venganza que convirtió familias enteras en ejércitos y casas en batallones, muy bien lo dijo Aníbal “El Ñego” Ariza, si proyectos como estos se hubieran realizado tiempo atrás no se habría derramado tanta sangre, sangre que se derrama porque unos creen defender al Estado, otros creen defender a Dios, otros creen defender la revolución y al pueblo; equivocados todos porque al final lo único que defienden es su deseo de exterminar al otro. En diálogos improbables aprendemos a soltar resentimientos para aferrarnos a una idea que nos una, esa es la del perdón y comprensión en busca de la paz sin abandonar nuestras diferencias como la única riqueza que tenemos.

Por Carlos Andrés Añez

Columnista
12 octubre, 2018

Diálogos improbables

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Asistí a diálogos improbables, me ubiqué en una silla y veía ingresar las personas que participarían entre organizadores e invitados, esperaba paciente el inicio del orden del día aunque la verdad nadie me dijo que había un orden del día, siendo mi primera vez desconocía como se desarrollaría la actividad. Estuve paciente esperando un presentador […]


Asistí a diálogos improbables, me ubiqué en una silla y veía ingresar las personas que participarían entre organizadores e invitados, esperaba paciente el inicio del orden del día aunque la verdad nadie me dijo que había un orden del día, siendo mi primera vez desconocía como se desarrollaría la actividad. Estuve paciente esperando un presentador o un orador que diera un discurso sobre paz y reconciliación con ejemplos en otros países y citando freses célebres de personajes famosos, pero no me percaté que diálogos improbables comienza desde el momento en que llegas a ese encuentro, desde que te presentas empiezas a ver personas aparentemente lejanas pos sus posturas en muchos temas y se pensaría que no podrían tener una conversación amigable, se aprecian figuras antagónicas como Aníbal José “El ñego” Ariza y la señora Lipe Perea, Álvaro José Soto y Pipe Araujo, Miguel Ángel Sierra y Álvaro Morón Cuello, Jorge Rodrigo Tovar Vélez y Jaime Palmera Pineda; estos últimos de gran significado por ser el primero hijo del ex jefe paramilitar Jorge 40 y el segundo hermano del ex comandante guerrillero Simón Trinidad, pero de ellos se puede decir que no heredaron la guerra sino el anhelo de construir la paz de Colombia.

Después de observar silenciosamente esa hermosa variedad de nuestra sociedad cesarense, Ana María Ferrer me llama la atención y me invita acercarme a los murales colocados en varios puntos del recinto, en ese instante me di cuenta que el evento había empezado muchos minutos antes, acá el protagonista son todos los que llegaron con la finalidad de descubrir el misterio de diálogos improbables; el encargado de darle vida a la reunión es el invitado, el ciudadano que quiera apostarle a una forma de acabar ese espíritu violento que muchas veces domina esta región, para que no descarguemos nuestra rabia como la señora que insultó al ex presidente Juan Manuel Santos en un avión ó para que la gente no utilice los puños como hacen en el concejo de Pueblo Bello, podemos tener puntos de vistas diferentes pero eso no puede pasar a la agresión ni física ni verbal. Al Cesar no puede regresar el monstruo de venganza que convirtió familias enteras en ejércitos y casas en batallones, muy bien lo dijo Aníbal “El Ñego” Ariza, si proyectos como estos se hubieran realizado tiempo atrás no se habría derramado tanta sangre, sangre que se derrama porque unos creen defender al Estado, otros creen defender a Dios, otros creen defender la revolución y al pueblo; equivocados todos porque al final lo único que defienden es su deseo de exterminar al otro. En diálogos improbables aprendemos a soltar resentimientos para aferrarnos a una idea que nos una, esa es la del perdón y comprensión en busca de la paz sin abandonar nuestras diferencias como la única riqueza que tenemos.

Por Carlos Andrés Añez