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Desidia cultural

La falta de políticas públicas que apoyen y protejan a los artistas y gestores culturales de Valledupar es cada día más evidente, especialmente cuando se conocen casos como el del poeta Luis Mizar, quien enfermo trata de sobrevivir con la venta de sus libros que a su vez usa para pagar el costoso tratamiento que debe recibir.

Es lamentable que el Municipio, a través de su coordinación de Cultura, no tenga un programa que agrupe a los artistas y los ayude a establecer una red, no solo para dar a conocer sus creaciones, sino para apoyarse en momentos difíciles.

Las agendas de los gobiernos de Valledupar y del Cesar no tienen como prioridad la cultura. En Valledupar hay pintores, poetas, escritores, escultores, músicos que tienen reconocimiento no solo regional sino nacional e internacional, y aun así solo son importantes en la época electoral cuando los aspirantes a cargos de elección popular necesitan de su aval y apoyo.

Los planes de desarrollo municipal y departamental no vienen con una gran apuesta para la cultura y sus artistas, por eso es conocida como la ‘cenicienta’ del presupuesto.

El caso de Luis Mizar debe servir para reflexionar frente a este tema. ¿Por qué los artistas terminan sus vidas en tan precaria situación? Ya en Valledupar ocurrió hace unos años con el pintor Germán Piedrahita, quien tuvo que acudir a la caridad pública para solventar un tratamiento que le ayudara a sobreponerse a una enfermedad, en vista de que el sistema de salud no respondía a sus requerimientos. Finalmente murió luego de padecer tantas vicisitudes.

La Casa de Cultura de Valledupar que dirige Alberto Múñoz Peñaloza invierte sus recursos en resaltar y exaltar a los artistas de su preferencia, pero no se ocupa de temas trascendentes que dejen una huella imborrable, sino de efímeros reconocimientos que se olvidan con el pasar del tiempo. Es lamentable que un poeta como Luis Mizar esté en el estado que está.

En Colombia existen modelos culturales exitosos (Medellín, Barranquilla), luego de la promulgación en 1997 de la ley general de cultura con el que se creó el Ministerio de Cultura y se fortaleció el sistema nacional de cultura. La definición no pudo ser mejor por el Gobierno Nacional: “Las políticas culturales son las grandes definiciones que asume el país para orientar los procesos y acciones en el campo cultural, a través de la concertación y la activa participación del Estado, las entidades privadas, las organizaciones de la sociedad civil y los grupos comunitarios, y de esta manera, responder con creatividad a los requerimientos culturales de la sociedad”.

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