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Desescalar las plumas

El paradigmático Jürgen Habermas enseña que “con la práctica argumentativa se pone en marcha una competición cooperativa a la búsqueda de los mejores argumentos (…)”. Precisamente para ad exemplum procurar y esforzarnos en avanzar hacia el horizonte problemático de la paz. Al filo e hilo conductor de la reflexión lo que importa no es “tener razón” sino “llevar razón”.
Lo anterior se viene al pensamiento a propósito de acabar lectura de lo que escriben los flamantes columnistas los domingos en Colombia. A flor de piel con lenguaje siempre virulento Salud Hernández Mora (El Tiempo) remata su columna “La embarrada de Santos” llamando “Desgraciados” a los congresistas y antes “jefes terroristas sin causa ni pueblo” a los de la Farc. Por su parte Ramiro Bejarano Guzman (El Espectador) con vocablos similares señala al Procurador General de la Nación de ‘troglodita’ y como reflexión alude a “contrarrestar las voces guerreristas de los insensatos que piden a gritos bala venteada” (Que semanita).
En la columna “Negociar con el Terrorismo” de Héctor Abad Faciolince (El Espectador) escribió: “Los energúmenos del Centro Democrático, que ponen el grito en el cielo porque Santos está negociando con el secuestrador Timochenko, no daban ni un trino cuando Uribe negociaba con el masacrador Castaño”. Y agregó: “Uso a propósito la palabra “narcoterroristas”, pues no sólo tiene en ambos casos parte de verdad (las Farc y las Auc han traficado con cocaína y usado el terror), sino que es el léxico que prefieren los antagonistas al proceso de paz”.
Entonces al margen de la frase multiequivoca “El estilo es el hombre” que se le atribuye a Buffón, si se hace ejercicio de abstracción en los contenidos de lo que opinan, sostienen o piensan Hernández, Bejarano o Abad, el sustrato básico (Aristóteles) de lo que escriben queda incólume si suprimen las expresiones mordaces y ponzoñosas que en serie constante fácilmente constatables vienen de emplear. El esfuercito que ‘pls’ se les solicita para ensayar ambientes de paz en las convivencias es el de no valerse (en escenario de tregua) hacia adelante de expresiones de afilado y viperino lenguaje en los usos lingüísticos de sus columnas dominicales. Substraerse en pausa de sus intolerancias internas.
Pero no solo en redor del tema del proceso de paz que se adelanta en La Habana, sino en todo lo que se escriba. Eliminen por un tiempo los calificativos insultantes. Cesar “el dardo en la palabra”. Pienso que el método puede ser: escribir la columna, replicarla en otro archivo, rastrear expresiones menos agresivas de las usualmente utilizadas, para experimentar qué pasa.
Colombia tendrá gratitud si ustedes comienzan el desescalamiento de la pluma y de lo que opinan porque la paz es buena para todos. Hay que evitar convertirnos en agitadores e instigadores de enfrentamientos y de crispación. La paz es humana y racional.
Es mejor cerrar líneas con introversiones hiperbólicas que logren arrancar una carcajada. Daniel Samper Ospina en “Una semana en Colombia” recrea “En qué país vivimos, dios santo: los guerrilleros son gordos, los generales andan en pantaloneta, ‘Pacho’ Santos va a ser alcalde de Bogotá” (Semana). Y con esta otra que se les lee a Tola y Maruja (El Espectador) con gracia ingeniosa:
“-A mí lo que no me deja engordar es qué hacía un general de chores y camiseta en una región donde el zancudo más chiquito pone torniquete antes de picar.
-Cuentan que está muy embejucada la esposa del general y que ya alvirtió: Ajualá sí sea un secuestro, porque si no ¡que se tenga fino!”.

Hugo_Mendoza: