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Columnista - 28 febrero, 2013

Desarrollo Económico Urbano (I)

VALLEDUPAR, CÓMO VAMOS Por: José Gregorio Díaz Calderón* El desarrollo económico se define como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Lamentablemente para las economías urbanas el DANE no levanta los PIB de estas, excepto el distrito […]

VALLEDUPAR, CÓMO VAMOS

Por: José Gregorio Díaz Calderón*

El desarrollo económico se define como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Lamentablemente para las economías urbanas el DANE no levanta los PIB de estas, excepto el distrito capital Bogotá, que es la única que posee datos mensurables de su producto. A manera de comparación y con los datos preliminares del DANE, en el 2011 un habitante de Bogotá tenía un PIB per cápita de $20.239.551 y un habitante del Cesar $13.458.274, es decir mientras en la capital se cubrían necesidades con un promedio mensual de $1.686.629, en cualquier lugar de nuestro departamento, incluido Valledupar, el dato es de $1.121.522. Es decir, estamos generando por habitante 2.5 salarios mínimos mensuales para atender nuestras necesidades y no estamos tan lejos del nivel de ingresos del mayor mercado comercial, de servicios e industrial del país.

Afirmar esto es una verdad mentirosa, pues mientras la distribución de la riqueza medida por el coeficiente de Gini en el Cesar según el PNUD, en su Índice de Desarrollo Humano –IDH-, alarma con una concentración de la riqueza rural del 83% en manos del 5% de la población más rica y los estudios del Observatorio de Mercado de Trabajo ORMET muestran que el gran generador de empleo es el decaído sector agropecuario y no la gran minería del carbón; complementando el DNP afirma que la distribución de la riqueza en nuestra región es del 56% en manos del segmento más rico. Se entiende que este ingreso está marcado por la desigualdad e inequidad. El malestar social que se percibe es de un tamaño alarmante y por la capacidad de supervivencia que tenemos los colombianos, es normal que ocurra un traslado hacia las actividades propias del “rebusque” o economía informal.

Valledupar concentra el 40% de la población del Cesar y no escapa a esta realidad sobre quienes gozan del bienestar que genera el actual sistema económico. En la anterior Encuesta de Percepción Ciudadana 2012, recogíamos con angustia el dato que los hogares vallenatos en un 36% afirmaron que su situación familiar ha mejorado, cuando en el 2011 la cifra era de 39%. Pero un 35% expresó que se considera pobre en 2012, cuando el año inmediatamente anterior un 24% sintió afectado seriamente su situación económica a nivel de pobreza. Este indicador presenta una fuerte correlación con una situación que va en aumento: el 20% de los hogares encuestados habita en viviendas familiares, mientras el acceso a vivienda propia pagada y arrendada va en franco descenso. Este es un síntoma de estrechez económica palpable en la ciudad.

Nuestra dinámica económica no genera soluciones a estos problemas con la misma velocidad que se originan y la expansión planeada en obras públicas no es la solución total.

 

Columnista
28 febrero, 2013

Desarrollo Económico Urbano (I)

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Gregorio Díaz Calderón

VALLEDUPAR, CÓMO VAMOS Por: José Gregorio Díaz Calderón* El desarrollo económico se define como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Lamentablemente para las economías urbanas el DANE no levanta los PIB de estas, excepto el distrito […]


VALLEDUPAR, CÓMO VAMOS

Por: José Gregorio Díaz Calderón*

El desarrollo económico se define como la capacidad de países o regiones para crear riqueza a fin de promover y mantener la prosperidad o bienestar económico y social de sus habitantes. Lamentablemente para las economías urbanas el DANE no levanta los PIB de estas, excepto el distrito capital Bogotá, que es la única que posee datos mensurables de su producto. A manera de comparación y con los datos preliminares del DANE, en el 2011 un habitante de Bogotá tenía un PIB per cápita de $20.239.551 y un habitante del Cesar $13.458.274, es decir mientras en la capital se cubrían necesidades con un promedio mensual de $1.686.629, en cualquier lugar de nuestro departamento, incluido Valledupar, el dato es de $1.121.522. Es decir, estamos generando por habitante 2.5 salarios mínimos mensuales para atender nuestras necesidades y no estamos tan lejos del nivel de ingresos del mayor mercado comercial, de servicios e industrial del país.

Afirmar esto es una verdad mentirosa, pues mientras la distribución de la riqueza medida por el coeficiente de Gini en el Cesar según el PNUD, en su Índice de Desarrollo Humano –IDH-, alarma con una concentración de la riqueza rural del 83% en manos del 5% de la población más rica y los estudios del Observatorio de Mercado de Trabajo ORMET muestran que el gran generador de empleo es el decaído sector agropecuario y no la gran minería del carbón; complementando el DNP afirma que la distribución de la riqueza en nuestra región es del 56% en manos del segmento más rico. Se entiende que este ingreso está marcado por la desigualdad e inequidad. El malestar social que se percibe es de un tamaño alarmante y por la capacidad de supervivencia que tenemos los colombianos, es normal que ocurra un traslado hacia las actividades propias del “rebusque” o economía informal.

Valledupar concentra el 40% de la población del Cesar y no escapa a esta realidad sobre quienes gozan del bienestar que genera el actual sistema económico. En la anterior Encuesta de Percepción Ciudadana 2012, recogíamos con angustia el dato que los hogares vallenatos en un 36% afirmaron que su situación familiar ha mejorado, cuando en el 2011 la cifra era de 39%. Pero un 35% expresó que se considera pobre en 2012, cuando el año inmediatamente anterior un 24% sintió afectado seriamente su situación económica a nivel de pobreza. Este indicador presenta una fuerte correlación con una situación que va en aumento: el 20% de los hogares encuestados habita en viviendas familiares, mientras el acceso a vivienda propia pagada y arrendada va en franco descenso. Este es un síntoma de estrechez económica palpable en la ciudad.

Nuestra dinámica económica no genera soluciones a estos problemas con la misma velocidad que se originan y la expansión planeada en obras públicas no es la solución total.