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Columnista - 12 abril, 2019

Depresión, la tortura del pensamiento

Por: Carlos Andrés Añez Desde hace unos meses la situación es la misma, duerme poco, casi no come, ya no hace las mismas cosas de antes, no visita a sus amigos; definitivamente algo serio debe estar pasándole, como si ya nada importara, ha bajado mucho de peso y al salir se lo recuerdan en la […]

Por: Carlos Andrés Añez

Desde hace unos meses la situación es la misma, duerme poco, casi no come, ya no hace las mismas cosas de antes, no visita a sus amigos; definitivamente algo serio debe estar pasándole, como si ya nada importara, ha bajado mucho de peso y al salir se lo recuerdan en la calle como si ignorara ese detalle en su propio cuerpo. Regresar a casa es un alivio para refugiarse en la cama y atormentarse con los mismos pensamientos, podría decir que esta triste, pero es algo más; dicen que la gran enfermedad de estos tiempos es la depresión, algo que se apodera de las personas y aumenta el temor en ellas ¿temor a que? temor a vivir, tan grande y espantosa es esa sensación que lleva a que una madre salte de un puente arrastrando con ella a su hijo como ocurrió a principio de este año en Ibagué. No hay reproches, ni condenas, nada de juicios, solo interrogantes tratando de explicar esa fatídica decisión.

Es común asociar la depresión con el estrato de una persona, relación absolutamente errónea, este mal puede afectar a cualquiera sin importar su condición económica, profesión, edad; se puede presentar en quien menos creemos y las causas pueden ser diversas. Muchos famosos al llegar a la cúspide de su carrera escogieron el suicidio Kurt Cubain, Ernest Heminngway, el gran actor Robin Williams y recientemente Benoit Violer, considerado el mejor cocinero del mundo; todos ellos con impresionantes talentos desarrollaron fantásticas carreras acumulando dinero y reconocimiento mundial, lo que el público no estaba viendo era la batalla que estas figuras sostenían en su interior, la tragedia que se había convertido una vida sin sentido, con muchas preguntas sin respuestas, con lamento sin consuelo, con llanto sin alivio.

No hace falta que alguien cercano te diga que está sufriendo, alrededor de una persona con depresión hay tantas señales como en una autopista, buscar la forma de ayudarle requiere tanto de paciencia como de creatividad, existen varias maneras para rescatar a una persona de ese pozo, la psiquiatría es una opción acompañada de fármacos, la psicoterapia otra alternativa que le da prioridad al diálogo y el estudio de la conducta del paciente, la religión con una orientación muy seria de personas formadas en el estudio de la palabra es una valiosa elección; ahora bien el gran problema del paciente con depresión no es el pasado, tampoco el presente, su gran terror surge cuando quiere dar una mirada al futuro y no ve esperanzas para continuar sin eso que ha perdido o aquello que se convirtió en la causa de su profunda tristeza. El futuro nadie lo tiene asegurado, lo único seguro somos nosotros ahora. Es indispensable cada día abrazar, besar, sentir y mirar al lado para observar las maravillas que tenemos en nuestras vidas.El paralitico de Betesda.

Columnista
12 abril, 2019

Depresión, la tortura del pensamiento

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Carlos Andrés Añez Maestre

Por: Carlos Andrés Añez Desde hace unos meses la situación es la misma, duerme poco, casi no come, ya no hace las mismas cosas de antes, no visita a sus amigos; definitivamente algo serio debe estar pasándole, como si ya nada importara, ha bajado mucho de peso y al salir se lo recuerdan en la […]


Por: Carlos Andrés Añez

Desde hace unos meses la situación es la misma, duerme poco, casi no come, ya no hace las mismas cosas de antes, no visita a sus amigos; definitivamente algo serio debe estar pasándole, como si ya nada importara, ha bajado mucho de peso y al salir se lo recuerdan en la calle como si ignorara ese detalle en su propio cuerpo. Regresar a casa es un alivio para refugiarse en la cama y atormentarse con los mismos pensamientos, podría decir que esta triste, pero es algo más; dicen que la gran enfermedad de estos tiempos es la depresión, algo que se apodera de las personas y aumenta el temor en ellas ¿temor a que? temor a vivir, tan grande y espantosa es esa sensación que lleva a que una madre salte de un puente arrastrando con ella a su hijo como ocurrió a principio de este año en Ibagué. No hay reproches, ni condenas, nada de juicios, solo interrogantes tratando de explicar esa fatídica decisión.

Es común asociar la depresión con el estrato de una persona, relación absolutamente errónea, este mal puede afectar a cualquiera sin importar su condición económica, profesión, edad; se puede presentar en quien menos creemos y las causas pueden ser diversas. Muchos famosos al llegar a la cúspide de su carrera escogieron el suicidio Kurt Cubain, Ernest Heminngway, el gran actor Robin Williams y recientemente Benoit Violer, considerado el mejor cocinero del mundo; todos ellos con impresionantes talentos desarrollaron fantásticas carreras acumulando dinero y reconocimiento mundial, lo que el público no estaba viendo era la batalla que estas figuras sostenían en su interior, la tragedia que se había convertido una vida sin sentido, con muchas preguntas sin respuestas, con lamento sin consuelo, con llanto sin alivio.

No hace falta que alguien cercano te diga que está sufriendo, alrededor de una persona con depresión hay tantas señales como en una autopista, buscar la forma de ayudarle requiere tanto de paciencia como de creatividad, existen varias maneras para rescatar a una persona de ese pozo, la psiquiatría es una opción acompañada de fármacos, la psicoterapia otra alternativa que le da prioridad al diálogo y el estudio de la conducta del paciente, la religión con una orientación muy seria de personas formadas en el estudio de la palabra es una valiosa elección; ahora bien el gran problema del paciente con depresión no es el pasado, tampoco el presente, su gran terror surge cuando quiere dar una mirada al futuro y no ve esperanzas para continuar sin eso que ha perdido o aquello que se convirtió en la causa de su profunda tristeza. El futuro nadie lo tiene asegurado, lo único seguro somos nosotros ahora. Es indispensable cada día abrazar, besar, sentir y mirar al lado para observar las maravillas que tenemos en nuestras vidas.El paralitico de Betesda.