Al momento de escribir esta columna está más que confirmada la muerte de Jesús Santrich, confirmada la de El Paisa y por confirmarse la de Romaña, aclarando que en las redes sociales y en algunos medios de comunicación ya circulan fotos del que sería el cuerpo de Henry Castellanos.
Aquel adagio popular que dice que “el que a hierro mata a hierro muere”, tiene hoy más vigencia que nunca. Estos 3 perversos personajes y miembros de las FARC, que no aprovecharon el “papayazo” del Acuerdo de Paz para reintegrarse a la vida civil, gozar de total inmunidad, ser absueltos por la JEP e inclusive llegar al Congreso sin un solo voto, pagaron soberbio error y ahora sus almas deben estar padeciendo todo lo que en vida se trabajaron.
La muerte de los 3 parece evidenciar similitudes que nos llevan a pensar que las Fuerzas Militares colombianas pudieron participar de los operativos que las causaron. Ojalá así sea, aunque lo que aquí verdaderamente importa es el resultado: ya el mundo se libró de ellos.
Cuando hace unos meses Santrich amenazó de muerte al presidente Iván Duque, amenazas que de manera contundente fueron respondidas por el primer mandatario, nos vimos ante la posibilidad de que se enfrentara en Colombia una situación compleja y riesgosa para nuestra institucionalidad. Lejos estaba Seuxis Pauxias Hernández de imaginarse que pronto “saldría de circulación”.
En la historia encontramos algunos casos en los que comandos de un país ingresan a otro para llevar a cabo operaciones de tipo militar que carecen de articulación con el Estado dueño del territorio. Para no ir más lejos podemos recordar las circunstancias en las que fue abatido alias Raúl Reyes en las selvas ecuatorianas muy cerca a la frontera con Colombia.
Era evidente que siendo Rafael Correa el presidente de Ecuador no existía posibilidad alguna de organizar una estrategia conjunta para capturar o dar de baja a Reyes. Por esa misma razón y estando seguros de la ubicación de este guerrillero, nuestras fuerzas ingresaron a territorio ecuatoriano, bombardearon el campamento cuya existencia siempre negó Correa y “sacaron de circulación” al yerno de Tirofijo; la operación Fénix fue todo un éxito. Casos que involucraron a la Mossad israelí y operativos como el que permitió la captura de Manuel Antonio Noriega por parte de fuerzas estadounidenses, son otros ejemplos.
Definitivamente el que es hampón difícilmente deja de serlo. Causa de todas maneras mucha curiosidad el silencio cómplice de quienes se niegan a reconocer que “sacar de circulación” a estos individuos es saldar cuentas pendientes. El dolor que cada uno generó a través de los años a este país, a nuestra gente, no tiene nombre.
Desde tomas guerrilleras hasta la bomba del club El Nogal, pasando por el secuestro de miles de colombianos y la tortura física y emocional a la que redujeron a muchos, se pagaron caro: con sus vidas.
Lo que uno no sabe es a dónde llegaron sus almas, para dónde se fueron. Pensaría que a cualquier lugar menos al cielo y al purgatorio; sus vidas no deben premiarse ni tampoco deben tener la opción de redimirse. ¿Qué opciones nos quedan? ¿Será que están en el infierno? Pues parafraseando a Santrich, “…quizás, quizás, quizás…”.
Quedan Márquez y otros líderes de menor monta que pronto serán llamados a pagar sus cuentas pendientes, que son muchas. Ya ni en Venezuela están tranquilos. Se fueron para allá pensando en que mientras Maduro y el Castro-Chavismo gobernaran, sus salvoconductos estarían asegurados. Pues no, allá los ajusticiaron y allá los “sacaron de circulación”. Esa Segunda Marquetalia debería llamarse más bien Narcotalia y más pronto de lo que pensamos, pueden estar neutralizados por las bajas que han sufrido.
Poco a poco se va neutralizando a estos personajes que eligieron estar del otro lado de la ley, que en vez de estudiar y trabajar duro como lo hacemos la mayoría, quisieron causar daño, actuar desde la clandestinidad y movidos por el resentimiento.
Mientras tanto: esta última descripción parece funcionar también para uno de los actores políticos que hará parte de las contiendas electorales del año entrante…