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Columnista - 4 junio, 2018

De izquierda a derecha

En España hay nuevo presidente, que ni diputado ni elegido, tal como llama el secretario del PP, Rafael Hernando, a Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE y quien ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy con más del 51% de los votos del parlamento. Sánchez tomará posesión como nuevo presidente del Gobierno este sábado, […]

En España hay nuevo presidente, que ni diputado ni elegido, tal como llama el secretario del PP, Rafael Hernando, a Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE y quien ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy con más del 51% de los votos del parlamento.

Sánchez tomará posesión como nuevo presidente del Gobierno este sábado, frente al Rey Felipe VI. La moción de censura se basa en la sentencia del ‘caso Gürtel’, que certifica que el PP se financió con una caja B en su sede central. Para Hernando, que ha sido gran protagonista en esta reyerta, su papel en adelante consistirá en poner palos a la rueda de una izquierda irresponsable y temeraria, que ha tenido la osadía de sacar al presidente electo por un caso de corrupción.

La corrupción nunca encuentra defensa a nivel ciudadano. Pero la derecha parece querer salirse de ella a punta de los señalamientos históricos frente a la izquierda, siempre tachada como incapaz de ejecutar, irresponsable y temeraria. La izquierda parece decirle la derecha que le corresponde la corrupción por ejecución y la derecha decirle a la izquierda que le corresponde la negligencia por la incapacidad de la misma. Y por esa vía vamos dividiendo los intereses y los temas. A la derecha entonces la propiedad, la tecnología, el desarrollo minero energético, la agricultura a gran escala, la industria y a la izquierda la agricultura de pan coger, el país reducido en sus producciones, poco competitivo, la educación, la cultura, la comunidad LGBTI, los subsidios.

Lo cierto es que estas divisiones, casi por ejes temáticos como dirían los microgerentes, han sabido imponerse a lo largo del tiempo creando unas identificaciones al parecer indiscutibles en el imaginario colectivo, a tal punto de que, por ejemplo, en México ahora le reclaman a Andrés Manuel López Obrador que se pronuncie de manera directa y rotunda sobre los temas del matrimonio igualitario o religiosos porque pertenecen a su talante de hombre de izquierda. Pero el hombre permanece mudo, porque si se para de manera definitiva en su orilla, a responder por la ideología, puede perder los votos de los millones que no han tomado aun una decisión para elegir el próximo presidente de México. Las razones deberían ser otras.

En mi muro de Facebook, veo a diario que un extremo le exige a los “tibios” que tomen partido de una buena vez porque el otro extremo es lo peor que puede pasarle al país. Para un extremo no se puede caer en manos de la corrupción, los falsos positivos y la muerte , como para el otro, no se puede caer en manos de la ineficiencia, la anarquía y el castrochavismo. Y mientras tanto los candidatos deben estar metidos con sus equipos de comunicaciones a ver cómo es que no dicen tan duro esto o hablan de aquello de lo que nunca han hablado con contundencia, para conquistar los votos que ha dejado el centro. Me parece que la gran ganancia del centro ha sido dejar en evidencia que los extremos nunca representan a todos, que desde los extremos no hay propuestas para todos y que al menos hay otra tercera parte que piensa que los temas que son de derecha o izquierda, le pueden corresponder a quien en adelante sea capaz de liderar esa tercera parte. Yo soy optimista. No veo porqué un hombre como Duque no pueda pensar rotundamente en la educación como base de su gobierno. No veo porqué un hombre como Petro no pueda pensar en la agricultura a gran escala o en el petróleo. Hay demostraciones en el país de que los temas pueden estar en cualquier lado. A fin de cuentas ningún presidente tuvo una política de subsidios más agresiva que Uribe, ese castrochavista.

Columnista
4 junio, 2018

De izquierda a derecha

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
María Angélica Pumarejo

En España hay nuevo presidente, que ni diputado ni elegido, tal como llama el secretario del PP, Rafael Hernando, a Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE y quien ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy con más del 51% de los votos del parlamento. Sánchez tomará posesión como nuevo presidente del Gobierno este sábado, […]


En España hay nuevo presidente, que ni diputado ni elegido, tal como llama el secretario del PP, Rafael Hernando, a Pedro Sánchez, Secretario General del PSOE y quien ganó la moción de censura contra Mariano Rajoy con más del 51% de los votos del parlamento.

Sánchez tomará posesión como nuevo presidente del Gobierno este sábado, frente al Rey Felipe VI. La moción de censura se basa en la sentencia del ‘caso Gürtel’, que certifica que el PP se financió con una caja B en su sede central. Para Hernando, que ha sido gran protagonista en esta reyerta, su papel en adelante consistirá en poner palos a la rueda de una izquierda irresponsable y temeraria, que ha tenido la osadía de sacar al presidente electo por un caso de corrupción.

La corrupción nunca encuentra defensa a nivel ciudadano. Pero la derecha parece querer salirse de ella a punta de los señalamientos históricos frente a la izquierda, siempre tachada como incapaz de ejecutar, irresponsable y temeraria. La izquierda parece decirle la derecha que le corresponde la corrupción por ejecución y la derecha decirle a la izquierda que le corresponde la negligencia por la incapacidad de la misma. Y por esa vía vamos dividiendo los intereses y los temas. A la derecha entonces la propiedad, la tecnología, el desarrollo minero energético, la agricultura a gran escala, la industria y a la izquierda la agricultura de pan coger, el país reducido en sus producciones, poco competitivo, la educación, la cultura, la comunidad LGBTI, los subsidios.

Lo cierto es que estas divisiones, casi por ejes temáticos como dirían los microgerentes, han sabido imponerse a lo largo del tiempo creando unas identificaciones al parecer indiscutibles en el imaginario colectivo, a tal punto de que, por ejemplo, en México ahora le reclaman a Andrés Manuel López Obrador que se pronuncie de manera directa y rotunda sobre los temas del matrimonio igualitario o religiosos porque pertenecen a su talante de hombre de izquierda. Pero el hombre permanece mudo, porque si se para de manera definitiva en su orilla, a responder por la ideología, puede perder los votos de los millones que no han tomado aun una decisión para elegir el próximo presidente de México. Las razones deberían ser otras.

En mi muro de Facebook, veo a diario que un extremo le exige a los “tibios” que tomen partido de una buena vez porque el otro extremo es lo peor que puede pasarle al país. Para un extremo no se puede caer en manos de la corrupción, los falsos positivos y la muerte , como para el otro, no se puede caer en manos de la ineficiencia, la anarquía y el castrochavismo. Y mientras tanto los candidatos deben estar metidos con sus equipos de comunicaciones a ver cómo es que no dicen tan duro esto o hablan de aquello de lo que nunca han hablado con contundencia, para conquistar los votos que ha dejado el centro. Me parece que la gran ganancia del centro ha sido dejar en evidencia que los extremos nunca representan a todos, que desde los extremos no hay propuestas para todos y que al menos hay otra tercera parte que piensa que los temas que son de derecha o izquierda, le pueden corresponder a quien en adelante sea capaz de liderar esa tercera parte. Yo soy optimista. No veo porqué un hombre como Duque no pueda pensar rotundamente en la educación como base de su gobierno. No veo porqué un hombre como Petro no pueda pensar en la agricultura a gran escala o en el petróleo. Hay demostraciones en el país de que los temas pueden estar en cualquier lado. A fin de cuentas ningún presidente tuvo una política de subsidios más agresiva que Uribe, ese castrochavista.