Los programas académicos de formación han venido adaptándose conforme a los cambios y circunstancias que exigen los tiempos. En los últimos años se están empezando a incluir en los currículos de los programas contenidos de emprendimiento con el fin de capacitar a los futuros profesionales en dichas competencias, basado en el impacto que refleja en la economía y los intereses de los estudiantes.
Hoy ya es muy común encontrar en las universidades e instituciones de educación oficinas de emprendimiento, incubadoras de empresas, vicerrectorías de emprendimientos en algunas otras y demás escenarios para el apoyo de sus estudiantes, profesores y egresados en temas de emprendimiento.
Sin embargo, muy similar a lo que ocurre con la formación en investigación se puede manejar como actividades extracurriculares y no esperar un momento específico para adquirir estas habilidades. Por eso es conveniente fomentar espacios similares a los semilleros de investigación para desarrollar la cultura emprendedora en los estudiantes pudiéndose impulsar incluso desde la educación básica y secundaria.
Todo ello implicaría un gran reto ya que, a diferencia de la investigación que es un pilar de la educación superior, y a pesar de que no todos los docentes se dedican a la investigación, conocen de alguna manera los procesos, mientras que la cultura de emprendimiento requiere más de experiencia y mentoría, que no se logra con solo capacitar a los docentes en temas de emprendimiento, sino más bien involucrarlos en los procesos reales de emprendimiento.
Un camino que puede dinamizarse aprovechando los puntos comunes entre la investigación y emprendimiento, donde ambos requieren esfuerzo y motivación para brindar soluciones a problemáticas de toda índole, es el acompañamiento a los proyectos de investigación, para que además de la generación de nuevos conocimientos y resolver problemas específicos, puedan aprovecharse los hallazgos en el desarrollo de ideas que logren evidenciarse en la satisfacción de necesidades de la sociedad a través de la comercialización de productos y/o servicios.
Sin duda habrá excepciones, en las que será inconcebible la aplicación del conocimiento a ideas de negocio y es común en la comunidad científica, pero no está demás proceder en esa ruta y brindar capacitación a los investigadores al menos en propiedad intelectual.
Es necesario brindar herramientas cada vez más robustas para dejar de ver el emprendimiento como un mecanismo de subsistencia o autoempleo y se logre una formación cada vez más integral en los profesionales, creando oportunidades de empleo, innovación, competitividad y productividad, para satisfacer necesidades plasmadas en la generación de valor con más opciones de negocios y empresas.
Por: Jesús Morales