En el Cesar, una campaña política para el Congreso de la República está conformada de socios que brindan las populares financiaciones y empleados que se encargan de mover las masas. Como también de relaciones públicas, comunicaciones, sedes, mercadeo, entre otros departamentos que necesitan de grandes cantidades de dinero que muchas veces sobrepasan los topes de campaña establecidos por el Consejo Nacional Electoral, CNE.
Según los gastos que los congresistas del Cesar reportaron ante el CNE, en promedio una campaña electoral en el departamento oscila entre los $300 millones y $900 millones. Para las elecciones del 2018, el representante a la Cámara por el Cesar que reportó mayor gasto fue José Eliecer Salazar, del partido de la U, con un total de $796 millones.
De acuerdo con el registro, $754 millones provinieron de créditos o aportes de Salazar, de sus compañeros permanentes o de sus parientes. Así mismo, recibió una suma de $41 millones por motivo de contribuciones, donaciones y créditos en dinero o especie.
Por otro lado, el representante a la Cámara con menor gasto fue Eloy Chichí Quintero, del partido Cambio Radical, con una suma de $311 millones. A diferencia de Salazar, Quintero manejó unos rubros inferiores que fueron de hasta $3 millones. En ese mismo orden, Cristian Moreno del partido de la U gastó en su campaña $329 millones y Alfredo Ape Cuello, Conservador, $480 millones.
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Los rubros más altos los manejaron como es costumbre los senadores. José Alfredo Gnecco, de la U, dijo que gastó $930 millones en su campaña. Tan solo en propaganda electoral invirtió $666 millones. Así mismo, Didier Lobo, de Cambio Radical, reportó gastos por $814 millones. Al igual que Gnecco, su mayor inversión fue en propaganda electoral con un total de $383 millones.
¿DINERO DEBAJO DE LA MESA?
A pesar de que estos rubros son inalcanzables para el ciudadano común e incluso para algunos políticos, las inversiones de las campañas al Congreso en el Cesar son mucho mayores a las cifras que reportan algunos congresistas electos, según conocedores del tema consultados por el diario EL PILÓN.
De acuerdo con las fuentes consultadas, la mayoría de los congresistas no podrían hacer las campañas electorales que desarrollan con los gastos que le reportan al CNE. Puntualizaron que los candidatos reciben recursos de particulares para transportar a los votantes a los actos políticos, para el material publicitario, para llevar a los ciudadanos a votar el día de las elecciones, entre otras ayudas económicas que no son reportadas.
Con ello los candidatos se aseguran ‘mantenerse’ en el tope reglamentario y desarrollan tranquilamente una campaña con mayor gasto que les permita llegar con más fuerza y cubra más territorios. Es casi una regla de campaña.
Según un experto consultado por EL PILÓN, todas las campañas políticas tienen un contador que se encarga de medir los gastos, ingresos y egresos, para llevar un registro en tiempo real de dichos rubros, lo cual está reglamentado en la Resolución 3097 de 2013 del CNE para verificar la transparencia del proceso.
Sin embargo, el dinero que entra en la campaña y sobrepasa el tope no es registrado por el contador porque al informe financiero le hacen el popular “maquillaje electoral”. La fuente aseveró que es una práctica común que realizan los candidatos debido a que en las campañas hay otros gastos que no son contemplados por el CNE.
LOS GASTOS FANTASMAS
De acuerdo con los expertos, una campaña electoral es una empresa donde intervienen desde el aliado más cotizado hasta el repartidor de volantes que es un voto a favor que puede atraer más. En ese sentido, un porcentaje de los recursos son destinados para “comprar a los ediles y miembros de las JAC que tienen el control de los sectores populares”.
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En temporada de campaña los líderes de los barrios “son mercaderes de electores que subastan los votos de las comunidades que representan”. Estos ciudadanos venden su apoyo al candidato de su preferencia y se encargan de reclutar a los votantes. Para este hecho de corrupción los políticos destinan grandes cantidades de dinero para asegurar el número de votos que necesitan para su elección.
Sumado a eso se incluye el transporte, la alimentación y las toneladas de mercados de comida que no están en el informe que le envían al CNE. Por lo anterior, los expertos comentaron que el valor de una campaña al Congreso puede estar por encima de los $1.500 millones.
UNA MAQUINARIA ELECTORAL
De acuerdo con la ONG Transparencia Por Colombia, en las elecciones al Congreso del 2018, en tan solo cuatro meses de campañas se reportaron gastos cercanos a los $252.000 millones. Esta cifra es el doble del presupuesto destinado para la totalidad del Programa Pequeñas Infraestructuras Comunitarias de la ART, el cual incluye desarrollo de vías terciarias, proyectos sociales en educación, deporte y salud. Por lo que la ONG hizo un llamado urgente para mejorar las sanciones por financiación irregular de las campañas o por el incumplimiento con la rendición de cuentas. La ONG también manifestó que el principal inconveniente que tiene el CNE para vigilar los topes de campañas es que no cuenta con una infraestructura regional que permita hacer una verificación del proceso en los departamentos.
Por: Namieh Baute Barrios / EL PILÓN
@namiibb