Recientemente, con unos amigos, fue tema de conversación la bonanzas y crisis algodonera en el municipio de Codazzi, entre 1965 y 1985, pero el punto de quiebre fue en 1976.
Estaba yo muy pelao, de estudiante, en los colegios Liceo Celedón de Santa Marta y Agustín Codazzi, uno veía el progreso del pueblo y miles de personas que en noviembre llegaban a trabajar en el proceso algodonero, procedentes de todo Colombia. Hablo de 70 mil personas cada año, aproximadamente. Muchos de ellos nunca regresaron a sus tierras y se quedaron a vivir en Codazzi, con sus familias.
El patriarca algodonero Napoleón Ávila (+) me contó (2011 en entrevista) la trascendencia que tuvo el algodón para esta región y mencionó la llegada al pueblo de empresarios interioranos como Luis Peña, Los Charry, Efraín Zamudio, Arturo Sarmiento Angulo, los Chedraui, quienes sembraban hasta mil hectáreas de algodón, cada uno.
Muchos se enriquecieron y se regresaron para las grandes capitales a darse la buena vida con su familia. Cada año los algodoneros hacían lo mismo: se ganaban $80 o $150 millones. Terminada la cosecha, recibían el dinero y no regresaban a las fincas sino en julio cuando iban a sembrar algodón, nuevamente.
Entretanto, los campos quedaban sin la destrucción de la soca y la proliferaron de plagas -como el picudo-, que cada año se hacía más resistente al veneno, hasta el punto que resistía hasta tres fumigaciones, lo que encarecía la cosecha. Terminaban fumigando con agua de jabón, por los costos.
Las socas son las matas de la cosecha anterior que quedan expuestas a las plagas, especialmente al picudo. Los algodoneros tenían que destruir y botar esa basura, pero nunca lo hicieron. A cambio, en una clara irresponsabilidad, invadían las tierras con reses para “destruir” las socas. Esa maleza llena de insecticidas se la comía el ganao, lo que hoy ha provocado una oleada de cáncer entre los pobladores.
La falta de destrucción de las socas en los campos de Codazzi ayudó los problemas fitosanitarios y a ello se sumó el precio del algodón que cayó, porque el Estado permitió que las empresas de textiles le dieran rueda suelta a la importación del algodón fibra y finalmente los altos costos de los insumos terminaron con ahondar la crisis y el remate fue el desequilibrio del tiempo, porque las lluvias “fueron inestables”.
De un año a otro se pasó de sembrar 80 mil a 300 hectáreas de algodón. Los jóvenes del pueblo quedaron sin trabajo en vacaciones. De 12 máquinas desmotadoras quedaron dos.
El desempleo se tomó al pueblo, mientras el gobierno y entidades como Diagonal, Cenalgón, Federalgodón, Coral, Fagrave, Corpalco y Aceitales, entre otras, salieron de Codazzi.
Durante la crisis, a finales de los 70, muchos dueños de negocios comerciales, de abarrotes y materias primas e industriales se declararon en bancarrota. Algunos habitantes de Codazzi sostienen que a los pocos años surgió la bonanza marimbera y esto reactivó la economía.
Hoy, el panorama es desolador, con una clase política de espalda al desarrollo del pueblo; los alcaldes por estar en componendas políticas han descuidado reactivar el cultivo del algodón con el apoyo del Gobierno nacional. Incluso, hay varias familias que han anunciado que están dispuestos a regresar al campo, siempre y cuando el Estado patrocine con auxilios y beneficios a los cultivadores.
Lo cierto es que Codazzi también es un municipio lechero, que podría alternar y levantar su economía con la explotación de sus hatos y los cultivos de algodón, pero se requiere el apoyo gubernamental y municipal. Hasta la próxima semana.
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