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Columnista - 16 diciembre, 2017

Crónica navideña: Servir, dar y compartir

Cada 16 de diciembre para los cristianos católicos es un día muy especial, pues se inicia la novena de Navidad. Por ello, deseo compartir una crónica navideña para ilistrar y preparnos mejor para esta gran festividad. Acostado en un chinchorro a la orilla del río Tocaimo, disfruto el plácido descanso después de un sancocho de […]

Cada 16 de diciembre para los cristianos católicos es un día muy especial, pues se inicia la novena de Navidad. Por ello, deseo compartir una crónica navideña para ilistrar y preparnos mejor para esta gran festividad.

Acostado en un chinchorro a la orilla del río Tocaimo, disfruto el plácido descanso después de un sancocho de costilla, carne asada, arroz, yuca, plátano asado, queso suave y bajo en sal. Mientras esto escribo, la brisa suave mi piel acaricia, la vegetación es verde y vigorosa, el río es cristalino, el agua golpea las rocas en una melodiosa sinfonía natural. A este concierto se unen las voces de Martín Elías, Peter Manjarres, Silvestre Dangond, Nicky Jam, Carlos Vives, Ernesto Mendoza, ente otros cantantes que invitamos a nuestro paseo enclavados en plena Serranía del Perijá.

Ellos gustosamente aceptaron la invitación y nosotros los trajimos a todos. Uno a uno fueron interpretando sus canciones en el mejor de los conciertos de fin de año. Gracias a nuestro parlante portátil del que reproducíamos sus crónicas hechas canciones. Los niños y jóvenes se bañan en el río, los adultos reposan su almuerzo, entre tanto las mujeres recogen las sobras, dejan limpio el lugar y los perros comen lo que queda, como sucede con frecuencia en lo paseos. El ambiente es agradable, se respira aire puro, los presentes conversan espontáneamente, no hay señal de celular, este paseo es como un retiro espiritual que a todos permite encontrarse con la naturaleza, consigo mismo, con los demás y con Dios. “Pues el cielo proclama su gloria y el firmamento pregona la obra de sus manos”, como dice el Salmo 19.

El tiempo pasa y no se nota que son ya las 2:15 pm, sigo acostado en el chinchorro, he dormido como un niño en brazos de su padre, he descansado sin preocupaciones. Hay paz en este lugar, es un delicioso paseo familiar. Estamos tan solo a dos días de celebrar la Navidad, ya se siente ese bello aroma de la noche buena, en la que cantaremos: “Noche de paz, noche de amor. Todo duerme en rededor, entre los astros que esparcen su luz, viene anunciando al niño Jesús. Brilla la estrella de paz”. Ese brillo, lo puedo ver en cada rostro de los aquí presentes, ya en sus corazones es Navidad, ya en su interior ha nacido Jesús. Se nota en su alegría, fruto de su “Dar, servir y compartir”. Porque ellos no sólo dan, sino que se dan a sí mismos en lo que “dan, sirven y comparten” con los demás. Ellos de Dios se sienten amados y por eso, pueden amar también a sus invitados.

Ya casi regresamos a Media Luna, estamos en la finca del señor Santiago Lozano, quien nos invitó junto con algunos de sus hermanos, su madre, esposa e hijos a pasar un día diferente para “dar, servir y compartir” la Navidad. Gracias a Dios así ha sido. Hasta aquí este relato, dejo el celular a un lado, me levanto del chinchorro, me pongo la pantaloneta, voy rumbo al río a disfrutar esa agua fría y cristalina, agua que me habla de Jesús, el agua viva que sana, limpia, sacia y da vida eterna. La gente me mira cuando escribo, ignorando que los estoy dibujando con mis palabras en este relato navideño. Se enterarán después, cuando lo lean en Facebook, en un periódico u otros se lo cuenten. El río me llama y yo obediente escucho su voz y zasss, me fui jajajaja

A todos les digo: “den, sirvan y compartan” en familia y verán a Jesús nacer en sus corazones, eso es Navidad.
Dios los Bendiga a todos y desde ya una Feliz Navidad.

Columnista
16 diciembre, 2017

Crónica navideña: Servir, dar y compartir

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Juan Carlos Mendoza

Cada 16 de diciembre para los cristianos católicos es un día muy especial, pues se inicia la novena de Navidad. Por ello, deseo compartir una crónica navideña para ilistrar y preparnos mejor para esta gran festividad. Acostado en un chinchorro a la orilla del río Tocaimo, disfruto el plácido descanso después de un sancocho de […]


Cada 16 de diciembre para los cristianos católicos es un día muy especial, pues se inicia la novena de Navidad. Por ello, deseo compartir una crónica navideña para ilistrar y preparnos mejor para esta gran festividad.

Acostado en un chinchorro a la orilla del río Tocaimo, disfruto el plácido descanso después de un sancocho de costilla, carne asada, arroz, yuca, plátano asado, queso suave y bajo en sal. Mientras esto escribo, la brisa suave mi piel acaricia, la vegetación es verde y vigorosa, el río es cristalino, el agua golpea las rocas en una melodiosa sinfonía natural. A este concierto se unen las voces de Martín Elías, Peter Manjarres, Silvestre Dangond, Nicky Jam, Carlos Vives, Ernesto Mendoza, ente otros cantantes que invitamos a nuestro paseo enclavados en plena Serranía del Perijá.

Ellos gustosamente aceptaron la invitación y nosotros los trajimos a todos. Uno a uno fueron interpretando sus canciones en el mejor de los conciertos de fin de año. Gracias a nuestro parlante portátil del que reproducíamos sus crónicas hechas canciones. Los niños y jóvenes se bañan en el río, los adultos reposan su almuerzo, entre tanto las mujeres recogen las sobras, dejan limpio el lugar y los perros comen lo que queda, como sucede con frecuencia en lo paseos. El ambiente es agradable, se respira aire puro, los presentes conversan espontáneamente, no hay señal de celular, este paseo es como un retiro espiritual que a todos permite encontrarse con la naturaleza, consigo mismo, con los demás y con Dios. “Pues el cielo proclama su gloria y el firmamento pregona la obra de sus manos”, como dice el Salmo 19.

El tiempo pasa y no se nota que son ya las 2:15 pm, sigo acostado en el chinchorro, he dormido como un niño en brazos de su padre, he descansado sin preocupaciones. Hay paz en este lugar, es un delicioso paseo familiar. Estamos tan solo a dos días de celebrar la Navidad, ya se siente ese bello aroma de la noche buena, en la que cantaremos: “Noche de paz, noche de amor. Todo duerme en rededor, entre los astros que esparcen su luz, viene anunciando al niño Jesús. Brilla la estrella de paz”. Ese brillo, lo puedo ver en cada rostro de los aquí presentes, ya en sus corazones es Navidad, ya en su interior ha nacido Jesús. Se nota en su alegría, fruto de su “Dar, servir y compartir”. Porque ellos no sólo dan, sino que se dan a sí mismos en lo que “dan, sirven y comparten” con los demás. Ellos de Dios se sienten amados y por eso, pueden amar también a sus invitados.

Ya casi regresamos a Media Luna, estamos en la finca del señor Santiago Lozano, quien nos invitó junto con algunos de sus hermanos, su madre, esposa e hijos a pasar un día diferente para “dar, servir y compartir” la Navidad. Gracias a Dios así ha sido. Hasta aquí este relato, dejo el celular a un lado, me levanto del chinchorro, me pongo la pantaloneta, voy rumbo al río a disfrutar esa agua fría y cristalina, agua que me habla de Jesús, el agua viva que sana, limpia, sacia y da vida eterna. La gente me mira cuando escribo, ignorando que los estoy dibujando con mis palabras en este relato navideño. Se enterarán después, cuando lo lean en Facebook, en un periódico u otros se lo cuenten. El río me llama y yo obediente escucho su voz y zasss, me fui jajajaja

A todos les digo: “den, sirvan y compartan” en familia y verán a Jesús nacer en sus corazones, eso es Navidad.
Dios los Bendiga a todos y desde ya una Feliz Navidad.