La conciencia se define como el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La prudencia a su vez, parte de que somos seres conscientes y poseemos la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que estos conllevan; así como adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.
En palabras castizas y aplicado a la situación de salubridad actual, la conciencia se centra en el entendimiento y la aceptación del estado actual de peligro al cual nos encontramos expuestos, mientras que la prudencia, partiendo de que somos seres racionales e inteligentes, espera que tomemos las medidas adecuadas en cuanto a la seguridad y bienestar, evitando conductas innecesarias que pongan en riesgo nuestra integridad física y salud.
El pasado 27 de abril, el Gobierno nacional tomó la decisión de reabrir la economía y permitir el inicio de actividades deportivas unipersonales bajo la excusa de que necesitamos urgentemente salir del confinamiento. Dando a entender, entre dientes, que necesitamos urgentemente salir del encierro ya que somos tanto físicas como mentalmente inestables e incapaces de guardar una cuarentena prolongada para salvaguardar nuestra vida. Decisiones que, a muchos en el sector económico los tiene sonriendo a medias, mientras que al sector salud rascándose la cabeza.
No está mal tomar medidas que reabran paulatinamente la economía y permitir que la población retome poco a poco sus actividades cotidianas. Los problemas principales se basan primariamente en que la curva de infección en el país aún no se ha aplanado como muchos sectores políticos y económicos quieren promover, y antes, por el contrario, cada día crece el número de contagiados a nivel nacional.
Por otro lado, está el contexto sociocultural donde predomina el folclorismo y la ‘guachafa’, haciendo de cualquier medida permisiva una excusa para la irracionalidad y la imprudencia, poniendo en jaque la salud de propios y terceros en todo momento. Solo basta salir a las calles y ver personas haciendo ejercicio en grupos, conglomerados comprando fritanga, haciendo colas sin mantener distancia, sin usar elementos de protección personal, o usando cualquier excusa para salir a la calle. También llama la atención la tendencia a la baja de los controles policiales a nivel local permitiendo así, que Nanchos y Juanas se paseen por las calles de la ciudad a sus anchas, omitiendo el peligro.
El llamado a la comunidad es para que hagan uso de la conciencia y la prudencia en estos momentos. El peligro aún es inminente y aunque es cierto que las cifras están muy por debajo de las estimadas, todavía la población general se encuentra en peligro de contagio. Esto se debe, principalmente a que el virus se encuentra en libre circulación entre nosotros y ya no tiene manifestaciones sintomáticas como se creía anteriormente. Por otro lado, la invitación para las autoridades locales es a no bajar el pie de fuerza en los controles y regulaciones. No podemos permitir poner en riesgo a la población general por la intransigencia y el descuido de unos cuantos. Hagamos uso de la racionalidad y las medidas de protección y cubrámonos con una buena capa de conciencia y prudencia.