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Columnista - 20 mayo, 2020

Conciencia y prudencia

La conciencia se define como el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La prudencia a su vez, parte de que somos seres conscientes y poseemos la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que estos conllevan; así como adecuar […]

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La conciencia se define como el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La prudencia a su vez, parte de que somos seres conscientes y poseemos la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que estos conllevan; así como adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.

En palabras castizas y aplicado a la situación de salubridad actual, la conciencia se centra en el entendimiento y la aceptación del estado actual de peligro al cual nos encontramos expuestos, mientras que la prudencia, partiendo de que somos seres racionales e inteligentes, espera que tomemos las medidas adecuadas en cuanto a la seguridad y bienestar, evitando conductas innecesarias que pongan en riesgo nuestra integridad física y salud.

El pasado 27 de abril, el Gobierno nacional tomó la decisión de reabrir la economía y permitir el inicio de actividades deportivas unipersonales bajo la excusa de que necesitamos urgentemente salir del confinamiento. Dando a entender, entre dientes, que necesitamos urgentemente salir del encierro ya que somos tanto físicas como mentalmente inestables e incapaces de guardar una cuarentena prolongada para salvaguardar nuestra vida. Decisiones que, a muchos en el sector económico los tiene sonriendo a medias, mientras que al sector salud rascándose la cabeza.

No está mal tomar medidas que reabran paulatinamente la economía y permitir que la población retome poco a poco sus actividades cotidianas. Los problemas principales se basan primariamente en que la curva de infección en el país aún no se ha aplanado como muchos sectores políticos y económicos quieren promover, y antes, por el contrario, cada día crece el número de contagiados a nivel nacional.

Por otro lado, está el contexto sociocultural donde predomina el folclorismo y la ‘guachafa’, haciendo de cualquier medida permisiva una excusa para la irracionalidad y la imprudencia, poniendo en jaque la salud de propios y terceros en todo momento. Solo basta salir a las calles y ver personas haciendo ejercicio en grupos, conglomerados comprando fritanga, haciendo colas sin mantener distancia, sin usar elementos de protección personal, o usando cualquier excusa para salir a la calle. También llama la atención la tendencia a la baja de los controles policiales a nivel local permitiendo así, que Nanchos y Juanas se paseen por las calles de la ciudad a sus anchas, omitiendo el peligro.

El llamado a la comunidad es para que hagan uso de la conciencia y la prudencia en estos momentos. El peligro aún es inminente y aunque es cierto que las cifras están muy por debajo de las estimadas, todavía la población general se encuentra en peligro de contagio. Esto se debe, principalmente a que el virus se encuentra en libre circulación entre nosotros y ya no tiene manifestaciones sintomáticas como se creía anteriormente. Por otro lado, la invitación para las autoridades locales es a no bajar el pie de fuerza en los controles y regulaciones. No podemos permitir poner en riesgo a la población general por la intransigencia y el descuido de unos cuantos. Hagamos uso de la racionalidad y las medidas de protección y cubrámonos con una buena capa de conciencia y prudencia.

Columnista
20 mayo, 2020

Conciencia y prudencia

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Ivan Castro Lopez

La conciencia se define como el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La prudencia a su vez, parte de que somos seres conscientes y poseemos la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que estos conllevan; así como adecuar […]


La conciencia se define como el conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos. La prudencia a su vez, parte de que somos seres conscientes y poseemos la capacidad de pensar ante ciertos acontecimientos o actividades sobre los riesgos posibles que estos conllevan; así como adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios.

En palabras castizas y aplicado a la situación de salubridad actual, la conciencia se centra en el entendimiento y la aceptación del estado actual de peligro al cual nos encontramos expuestos, mientras que la prudencia, partiendo de que somos seres racionales e inteligentes, espera que tomemos las medidas adecuadas en cuanto a la seguridad y bienestar, evitando conductas innecesarias que pongan en riesgo nuestra integridad física y salud.

El pasado 27 de abril, el Gobierno nacional tomó la decisión de reabrir la economía y permitir el inicio de actividades deportivas unipersonales bajo la excusa de que necesitamos urgentemente salir del confinamiento. Dando a entender, entre dientes, que necesitamos urgentemente salir del encierro ya que somos tanto físicas como mentalmente inestables e incapaces de guardar una cuarentena prolongada para salvaguardar nuestra vida. Decisiones que, a muchos en el sector económico los tiene sonriendo a medias, mientras que al sector salud rascándose la cabeza.

No está mal tomar medidas que reabran paulatinamente la economía y permitir que la población retome poco a poco sus actividades cotidianas. Los problemas principales se basan primariamente en que la curva de infección en el país aún no se ha aplanado como muchos sectores políticos y económicos quieren promover, y antes, por el contrario, cada día crece el número de contagiados a nivel nacional.

Por otro lado, está el contexto sociocultural donde predomina el folclorismo y la ‘guachafa’, haciendo de cualquier medida permisiva una excusa para la irracionalidad y la imprudencia, poniendo en jaque la salud de propios y terceros en todo momento. Solo basta salir a las calles y ver personas haciendo ejercicio en grupos, conglomerados comprando fritanga, haciendo colas sin mantener distancia, sin usar elementos de protección personal, o usando cualquier excusa para salir a la calle. También llama la atención la tendencia a la baja de los controles policiales a nivel local permitiendo así, que Nanchos y Juanas se paseen por las calles de la ciudad a sus anchas, omitiendo el peligro.

El llamado a la comunidad es para que hagan uso de la conciencia y la prudencia en estos momentos. El peligro aún es inminente y aunque es cierto que las cifras están muy por debajo de las estimadas, todavía la población general se encuentra en peligro de contagio. Esto se debe, principalmente a que el virus se encuentra en libre circulación entre nosotros y ya no tiene manifestaciones sintomáticas como se creía anteriormente. Por otro lado, la invitación para las autoridades locales es a no bajar el pie de fuerza en los controles y regulaciones. No podemos permitir poner en riesgo a la población general por la intransigencia y el descuido de unos cuantos. Hagamos uso de la racionalidad y las medidas de protección y cubrámonos con una buena capa de conciencia y prudencia.