Es incuestionable la importancia que, no solo para Valledupar, sino para el país, tiene el Centro Cultural del Vallenato, ya que es este folclor el que representa el sentir musical colombiano. Contra viento y marea le ha tocado batallar al gobernador Monsalvo Gnecco para sacar adelante este proyecto que hoy felizmente es una realidad, que nos permitirá contar con un gran centro de acopio de nuestra memoria histórica, escrita por los juglares del acordeón, a manera de crónicas cantadas y de notas que ellos han dibujado en el pentagrama de nuestra tradición folclórica.
El folclor vallenato es la mayor riqueza que tiene nuestra tierra y es lo que todos tenemos la obligación de conservar y perpetuar, pero que ante el incierto futuro que tenemos por delante, por las acechanzas de músicas foráneas y la falta de relevo generacional, se ha perdido espacio, publicidad y audición, siendo necesario entonces recuperar lo extraviado, fortaleciéndolo y dimensionándolo, según lo argumenta el gobernador Monsalvo.
La Unesco nos dio la alternativa de crecer y consolidarnos como patrimonio de la humanidad, pero ante los pobres resultados que hemos tenido, es grande su decepción, mirando entonces con esperanza la figura redentora del Centro Cultural para salvaguardar nuestra cultura musical, esa que a genios como García Márquez le permitió ganar un premio Nobel de Literatura.
Este es un proyecto realmente ambicioso, que le dará al folclor vallenato la dignidad que él se merece, pero personalmente pienso que para que tenga una mayor connotación cultural debe estar amarrado a un proyecto educacional a nivel de primaria, secundaria y en la universidad, y que debe iniciarse de inmediato para crear las correspondientes asignaturas sobre el folclor vallenato, y así lograr que desde la niñez estén los infantes enterados de nuestras raíces y nuestra historia folclórica, que en un futuro podrán ser ellos verdaderos heraldos de nuestra cultura.
Entiendo que esto puede hacerse sin ordenamiento del Ministerio de Educación y hay libertad suficiente para que los alcaldes de los municipios, conjuntamente con las secretarías de Educación y los rectores de los colegios, puedan instituir en el pensum correspondiente la materia sobre folclor. En el caso de las universidades puede realizarse como una electiva que en nada afecta el programa establecido.
Si se logra cristalizar esta idea, con el tiempo no solo los vallenatos sino que también todos los cesarenses conformarán un pueblo que conoce su cultura musical, para enseñarla y pregonarla a los que vienen de afuera o a los dueños de la casa.
El centro cultural necesariamente tendrá que ir de la mano con el festival vallenato para potenciar el caudal turístico que se generará y que nos pondrá ante el mundo como uno de los sitios de mayor encanto y atractivo cultural por esa música bendita que nos ha regalado Dios y que tenemos el deber de proteger y conservar
¡Señor gobernador, llegó la hora, adelante!