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Columnista - 8 abril, 2021

Cambios de la Ley 100 de 1993

Contubernio viene del latín contubernium y significa alianza o pacto con algún propósito ilegítimo. Así, cuando se afirma que hay un contubernio contra alguien se indica que determinadas personas se alían para perjudicar a otras.  Lo anterior lo traigo a colación para referirme a la insostenible situación financiera del Hospital Rosario Pumarejo de López (HRPL) […]

Contubernio viene del latín contubernium y significa alianza o pacto con algún propósito ilegítimo. Así, cuando se afirma que hay un contubernio contra alguien se indica que determinadas personas se alían para perjudicar a otras.

 Lo anterior lo traigo a colación para referirme a la insostenible situación financiera del Hospital Rosario Pumarejo de López (HRPL) de Valledupar. Descrita ayer por la redacción de este periódico, teniendo en cuenta el debate de control político que le hizo la Asamblea departamental del Cesar a las autoridades administrativas del antedicho hospital, para conocer su real estado financiero.

Todos los diputados del departamentos del Cesar conocen unos más que otros los porqués de la postración financiera del HRPL que lo hacen inviable, cuya causa principal es el contubernio politiquero que, lamentablemente, desde hace mucho tiempo lo han manejado las roscas para beneficiar a quienes las conforman, ignorando de manera indolente y perversa las fatales consecuencias que generan. Lo más grave es que asimismo operan todas las instituciones estatales.

En el aludido debate, convocado por el diputado Jesús Javier Suárez Moscote, se informaron ciertas anomalías que mantienen al HRPL en déficit fiscal, para no decir en ruina. En dicha información sobresalen la del convocante y la de la diputada Claudia Margarita Zuleta. El diputado en mención dijo que el hospital tiene una inmensa deuda y nadie sabe quién la va a pagar, porque no se evidencia una gestión interesada en cobrar ese dinero. Además, añadió que la contratación anual del HRPL en promedio es de $20.612 millones, con un egreso por más de $42 mil millones, lo cual certifica el exorbitante déficit, de por sí irreversible por la falta de responsabilidad con el bienestar general. 

También se supo que en contra del HRPL hay 20 procesos judiciales por fallas médicas, cuyas pretensiones indemnizatorias ascienden a más de $70.000 millones, sobre esto me atrevo a manifestar que la culpa es por la forma como administran al HRPL; la prueba es que a los médicos especialistas les deben más de $10.800 millones, cerca de 12 meses de salarios. 

La diputada Claudia Zuleta resaltó que para preservar el HRPL, su gerente debe aclarar las causas de la crisis financiera que lo han vuelto inviable, a la vez le advierte que una prueba de mala administración es la disminución en la prestación de servicios con incremento de los gastos. 

Además, le censura el sofisma de la contratación del personal asistencial, dizque por asociaciones sindicales, ya que es voz populi que el gerente de la administración del HRPL es el que decide a quien se contrata y a quien no se le prorroga contratos.

¡Cómo ha cambiado la Ley 100 la manera de trabajar en el HRPL y en todos los hospitales de Colombia! Cuando yo llegué a Valledupar a cumplir la Medicatura Rural Obligatoria, ese mismo día su director me nombró médico de urgencias a tiempo indefinido. El día siguiente, el director de Salud Departamental me nombró médico rural de Los Venados por un año; es decir, ganaba dos salarios. 

Después que terminé el año rural me nombraron en el Instituto de los Seguros Sociales (ISS). Renuncié al HRPL para irme a especializar en Comisión de Estudios del ISS, con los mismos privilegios de médico general de planta. El auditor de la Contraloría General de la Nación en el ISS en Bogotá, que era un cesarense, voluntariamente, me hizo un contrato de contraprestación con el propósito de asegurarme que el ISS no me enviara a trabajar a otra ciudad por la necesidad de especialistas en cirugía general, por ende, al terminar mi estudio de especialista fui nombrado en la Clínica Ana María del ISS en Valledupar.

Columnista
8 abril, 2021

Cambios de la Ley 100 de 1993

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
José Romero Churio

Contubernio viene del latín contubernium y significa alianza o pacto con algún propósito ilegítimo. Así, cuando se afirma que hay un contubernio contra alguien se indica que determinadas personas se alían para perjudicar a otras.  Lo anterior lo traigo a colación para referirme a la insostenible situación financiera del Hospital Rosario Pumarejo de López (HRPL) […]


Contubernio viene del latín contubernium y significa alianza o pacto con algún propósito ilegítimo. Así, cuando se afirma que hay un contubernio contra alguien se indica que determinadas personas se alían para perjudicar a otras.

 Lo anterior lo traigo a colación para referirme a la insostenible situación financiera del Hospital Rosario Pumarejo de López (HRPL) de Valledupar. Descrita ayer por la redacción de este periódico, teniendo en cuenta el debate de control político que le hizo la Asamblea departamental del Cesar a las autoridades administrativas del antedicho hospital, para conocer su real estado financiero.

Todos los diputados del departamentos del Cesar conocen unos más que otros los porqués de la postración financiera del HRPL que lo hacen inviable, cuya causa principal es el contubernio politiquero que, lamentablemente, desde hace mucho tiempo lo han manejado las roscas para beneficiar a quienes las conforman, ignorando de manera indolente y perversa las fatales consecuencias que generan. Lo más grave es que asimismo operan todas las instituciones estatales.

En el aludido debate, convocado por el diputado Jesús Javier Suárez Moscote, se informaron ciertas anomalías que mantienen al HRPL en déficit fiscal, para no decir en ruina. En dicha información sobresalen la del convocante y la de la diputada Claudia Margarita Zuleta. El diputado en mención dijo que el hospital tiene una inmensa deuda y nadie sabe quién la va a pagar, porque no se evidencia una gestión interesada en cobrar ese dinero. Además, añadió que la contratación anual del HRPL en promedio es de $20.612 millones, con un egreso por más de $42 mil millones, lo cual certifica el exorbitante déficit, de por sí irreversible por la falta de responsabilidad con el bienestar general. 

También se supo que en contra del HRPL hay 20 procesos judiciales por fallas médicas, cuyas pretensiones indemnizatorias ascienden a más de $70.000 millones, sobre esto me atrevo a manifestar que la culpa es por la forma como administran al HRPL; la prueba es que a los médicos especialistas les deben más de $10.800 millones, cerca de 12 meses de salarios. 

La diputada Claudia Zuleta resaltó que para preservar el HRPL, su gerente debe aclarar las causas de la crisis financiera que lo han vuelto inviable, a la vez le advierte que una prueba de mala administración es la disminución en la prestación de servicios con incremento de los gastos. 

Además, le censura el sofisma de la contratación del personal asistencial, dizque por asociaciones sindicales, ya que es voz populi que el gerente de la administración del HRPL es el que decide a quien se contrata y a quien no se le prorroga contratos.

¡Cómo ha cambiado la Ley 100 la manera de trabajar en el HRPL y en todos los hospitales de Colombia! Cuando yo llegué a Valledupar a cumplir la Medicatura Rural Obligatoria, ese mismo día su director me nombró médico de urgencias a tiempo indefinido. El día siguiente, el director de Salud Departamental me nombró médico rural de Los Venados por un año; es decir, ganaba dos salarios. 

Después que terminé el año rural me nombraron en el Instituto de los Seguros Sociales (ISS). Renuncié al HRPL para irme a especializar en Comisión de Estudios del ISS, con los mismos privilegios de médico general de planta. El auditor de la Contraloría General de la Nación en el ISS en Bogotá, que era un cesarense, voluntariamente, me hizo un contrato de contraprestación con el propósito de asegurarme que el ISS no me enviara a trabajar a otra ciudad por la necesidad de especialistas en cirugía general, por ende, al terminar mi estudio de especialista fui nombrado en la Clínica Ana María del ISS en Valledupar.