¿Por qué se come pescado en Jueves y Viernes Santo? Explicación según el profesor en Filosofía y Teología, Francisco Martínez.
La práctica de consumir pescado durante los días centrales de la Semana Santa, especialmente el Jueves y Viernes Santo, tiene profundas raíces en la tradición católica. Según el profesor en Filosofía y Teología, Francisco Elías Martínez, “la Iglesia hace que nosotros, como cristianos católicos, nos unamos al sacrificio de Cristo a través del ayuno, la limosna y la oración. El ayuno es parte de ese ofrecimiento que se hace durante la Cuaresma para desembocar en la Pascua cristiana”.
Esta abstinencia de carnes rojas y blancas simboliza un homenaje al dolor de Jesús durante su crucifixión, como explica Martínez: “No se consumen estas carnes porque se considera que son de sangre caliente, mientras que el pescado, de sangre fría, es el alimento más aceptable para el ayuno cuaresmal”.
Leer: Precios del pescado en Valledupar y consejos para una compra saludable en Semana Santa
La tradición se remonta al siglo II d.C., cuando los cristianos adoptaron el pescado como símbolo penitencial. El derecho canónico (cánones 1249-1253) establece la obligación de abstenerse de carne como acto de penitencia colectiva. Martínez enfatiza que esta práctica no es un fin en sí misma, sino un medio para “unirnos al sufrimiento de Cristo por nuestros pecados”. Además, el pescado tiene un valor simbólico en los Evangelios: Jesús multiplicó panes y peces, y varios apóstoles eran pescadores.
El profesor Martínez reconoce que no todos pueden acceder al pescado por su costo económico: “Cuando no hay posibilidad de consumirlo, la gente ofrece otro alimento como sacrificio”. Sin embargo, advierte que el ritual carece de sentido si no va acompañado de caridad. Citando al Papa Francisco, Martínez subraya: “¿De qué sirve no comer carne si no nos unimos al sufrimiento de los enfermos, los encarcelados, o si albergamos odio y envidia?”. La Iglesia, en ese sentido, insiste en que el ayuno debe ir acompañado de obras de misericordia.
Más que una norma dietética, el consumo de pescado en Semana Santa es un llamado a la conversión interior. Como concluye Martínez: “Es un signo, pero si no lo acompañamos con amor al prójimo, nos alejamos de Dios”. La tradición, entonces, no se reduce a un menú, sino a una invitación a vivir la solidaridad y el desapego, pilares de la Cuaresma que culminan en la resurrección.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN
¿Por qué se come pescado en Jueves y Viernes Santo? Explicación según el profesor en Filosofía y Teología, Francisco Martínez.
La práctica de consumir pescado durante los días centrales de la Semana Santa, especialmente el Jueves y Viernes Santo, tiene profundas raíces en la tradición católica. Según el profesor en Filosofía y Teología, Francisco Elías Martínez, “la Iglesia hace que nosotros, como cristianos católicos, nos unamos al sacrificio de Cristo a través del ayuno, la limosna y la oración. El ayuno es parte de ese ofrecimiento que se hace durante la Cuaresma para desembocar en la Pascua cristiana”.
Esta abstinencia de carnes rojas y blancas simboliza un homenaje al dolor de Jesús durante su crucifixión, como explica Martínez: “No se consumen estas carnes porque se considera que son de sangre caliente, mientras que el pescado, de sangre fría, es el alimento más aceptable para el ayuno cuaresmal”.
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La tradición se remonta al siglo II d.C., cuando los cristianos adoptaron el pescado como símbolo penitencial. El derecho canónico (cánones 1249-1253) establece la obligación de abstenerse de carne como acto de penitencia colectiva. Martínez enfatiza que esta práctica no es un fin en sí misma, sino un medio para “unirnos al sufrimiento de Cristo por nuestros pecados”. Además, el pescado tiene un valor simbólico en los Evangelios: Jesús multiplicó panes y peces, y varios apóstoles eran pescadores.
El profesor Martínez reconoce que no todos pueden acceder al pescado por su costo económico: “Cuando no hay posibilidad de consumirlo, la gente ofrece otro alimento como sacrificio”. Sin embargo, advierte que el ritual carece de sentido si no va acompañado de caridad. Citando al Papa Francisco, Martínez subraya: “¿De qué sirve no comer carne si no nos unimos al sufrimiento de los enfermos, los encarcelados, o si albergamos odio y envidia?”. La Iglesia, en ese sentido, insiste en que el ayuno debe ir acompañado de obras de misericordia.
Más que una norma dietética, el consumo de pescado en Semana Santa es un llamado a la conversión interior. Como concluye Martínez: “Es un signo, pero si no lo acompañamos con amor al prójimo, nos alejamos de Dios”. La tradición, entonces, no se reduce a un menú, sino a una invitación a vivir la solidaridad y el desapego, pilares de la Cuaresma que culminan en la resurrección.
Por: Katlin Navarro Luna/ EL PILÓN