El pasado sábado murió la educadora y compositora a quien sus nietos llamaban ‘Chenchita’, dejando una enseñanza de reconciliación, esa que divulgó hace 28 años desde la tarima Francisco El Hombre de la plaza Alfonso López de Valledupar.
Precisamente hace 22 años Consuelo Inés Araujonoguera, la hija de Santander Araújo Maestre y Blanca Noguera Cotes, no pudo regresar a seguir cumpliendo sus sueños, porque al llegar a la zona de ‘La Nevadita’, en las estribaciones de la Sierra Nevada, su vida se la apagaron a la fuerza.
Cuando ahora no corren notas de acordeón, sino ríos de tristeza y añoranzas, se pone de presente al acordeonero que tenía la particularidad de sentar cátedra cuando una voz lo llamaba a prestar el servicio musical.
Una joven vallenata supo darle la mejor calidad escrita a un recuerdo unido a sus sentimientos que ahora regresa con mayor fuerza.
Todo se inició a finales del mes de agosto de 1975 cuando Hernando Marín tenía el deseo de ir al Festival del Retorno, de Fonseca, La Guajira, pero no contaba con plata.
Hace 12 años murió en Valledupar el juglar nacido en el pueblo de Guacoche, desde donde proyectó su talento hasta llegar a la cúspide del folclor, añadiéndole el amor a las mujeres.
Una historia con trazos fijados en la sinceridad de una mujer que lo conoció en toda su dimensión y es el fiel testimonio al lado de sus hijos
En su natalicio se recuerda a ‘El negro Cali’, quien supo darle el mejor oficio a su memoria al componer memorables cantos que se extendieron por el mundo vallenato como verdolaga en playa.
La gran fortaleza de la música vallenata es haberse anidado en Valledupar, una ciudad donde se trabaja cantando.
‘La Cacica’ tuvo la visión de poner a andar, a través de las letras, al folclor que se interpreta con acordeón, caja y guacharaca, para que hoy sea la mejor carta de presentación de Colombia ante el mundo.
Una historia untada de recuerdos donde el ajedrez del amor pudo darle jaque mate a dos reinas que cayeron rendidas en el tablero de la vida.
Su nombre y su obra musical siguen vigentes a través del Festival de Canciones que lleva su nombre, el cual fue creado hace 33 años
“La unión de todos debe ser el impulso para que Valledupar sea el punto estratégico donde solamente se disparen cantos vallenatos, de esos que nos sabemos de memoria estando en paz”, manifestó Emiliano Zuleta Díaz.
Él tuvo que ser llevado al campo santo, cuando la idea era estar en la tarima recibiendo palabras de agradecimientos, aplausos y abrazos sinceros.
El nombre de Clara Elena Cabello Sarmiento quedó pegado a ese magistral verso de la canción ‘La creciente’ del compositor Hernando Marín, y 31 años después ella todavía llora al recordar al hombre que le regaló tantas cosas bellas.
Hace 35 años fue creada una canción que con el correr del tiempo cambió de autor y hasta de nombre, pero hoy ostenta el título de clásico vallenato.
La esposa del Rey Vallenato considerado ‘El papá de los acordeoneros’, se llevó una cantidad de historias del hombre que le dedicó canciones y le regaló mucho amor.
Una historia colmada de recuerdos de un canto donde se pinta la realidad del ser humano en su ciclo de vida, donde hay que nacer, crecer, reproducirse y morir.
-Hace seis años murió el cantante Martín Elías Díaz, ‘El gran Martín Elías’, dejando una historia para contar y recordar a través de esas canciones a las que le puso su sello musical-
Chimichagua en la Semana Mayor estará llena de fe, recogimiento y oración.
La sinceridad de Nancy Zuleta, ‘La Patrona’, así como la llamaba su eterno compañero Jorge Oñate, se hizo sentir en el relato donde puso de presente su amor, dedicación y mucho trabajo para ayudar de corazón al joven que la enamoró a base de cantos.