Esta semana el Dane presentó varias cifras donde muestra un deterioro de la economía del país y unos índices de pobreza, inseguridad alimentaria y desempleo muy preocupantes. En términos médicos, el país entró a sala de urgencias.
Este relato comienza el 26 de agosto de 2017, cuando advertí en este espacio al gremio de los arroceros -Fedearroz-, la importancia de administrar eficazmente los recursos que estaba recaudando de la ETC Col-Rice, por las subastas de importación de arroz desde los Estados Unidos, y los recursos de las cuotas de fomento que aportan los agricultores.
El 12 de octubre del año 2021, el entonces candidato presidencial Gustavo Petro, hoy presidente de la República, publicó en su cuenta de Twitter, la propuesta de industrializar a Colombia, mediante: i) la protección inteligente y gradual de las importaciones; ii) el desarrollo del mercado interno con reforma agraria, democratización del crédito, conectividad y conocimientos desde la economía popular; iii) el desarrollo de la asociatividad y el cooperativismo; iv) la reducción de costos financieros y energéticos; v) la revitalización del pacto andino; y, vi) el impulso de las exportaciones productivas con valor agregado.
Comienzan a verse los resultados negativos de los mal negociados Tratados de Libre Comercio.
Se terminó el periodo de esta legislatura, sin que ninguno de los partidos políticos, tramitara un solo proyecto de ley, que fomentara la inversión en el campo para producir más alimentos y materias primas, en las mismas condiciones que lo hacen los países desarrollados con sus productores del campo.
Así lo comprueba el último informe de tipificación de la banca colombiana en 2021, de Asobancaria.
El Dane reveló el informe del comportamiento de las importaciones de productos agropecuarios, alimentos y bebidas.
Las altas temperaturas y la escasez de lluvias en la región Caribe tiene a los agricultores y ganaderos muy angustiados por el impacto negativo que puede causarles este cambio climático en la productividad de las explotaciones agrarias y sus ingresos.
En economía, cuando el Producto Interno Bruto (PIB) de un país decrece dos trimestres consecutivos, se dice que entra en recesión. Es decir, hay una contracción de la economía y una caída en la producción y el empleo, generando empobrecimiento.
El pasado mes de febrero, le advertí al Ministerio de Agricultura, en esta columna, la urgencia de destinar un cupo de créditos y un paquete de incentivos por subsector agrícola, para ayudar a reducir los costos de producción y preparar a tiempo las siembras.
Si hubiesen canalizado las convocatorias y ofertas de tierras a través de los municipios y las compras con recursos de regalías, hoy, estarían adjudicando los primeros predios.
Esta semana me dediqué hacer un balance del comportamiento de la agricultura en Colombia, durante los últimos diez años.
Dicen los expertos, que cuando la luna está en cuarto menguante, ejerce una mejor influencia sobre la savia de las plantas.
Me refiero al millón de créditos que se han comprometido colocar estas tres carteras en la economía popular.
El pasado miércoles se adelantó en la Comisión Quinta de la Cámara de Representantes, un debate con la ministra de agricultura, Cecilia López.
El pasado jueves me llamaron unos productores de algodón del Cesar y La Guajira a contarme que les había ido muy bien en la cosecha del algodón.
Los agricultores y ganaderos del país, no han salido de una dificultad cuando ya tienen otra respirándoles en la nuca.
Hace unos días, se anunció la llegada a Colombia, de un nuevo servicio de internet satelital móvil, llamado Starlink, especialmente para los productores del campo que se encuentran en fincas y veredas remotas, donde no pueden llegar otros operadores.
Esta semana estuve dictando una charla sobre política de crédito agroindustrial a estudiantes de la facultad de economía de la Universidad de los Andes.
La primera vez que vi un sistema de renta de maquinaria y equipos agrícolas, para mecanización de cultivos, fue en la región de la Toscana, en Italia.
La semana pasada los colombianos quedamos aterrados con la alta tasa de informalidad laboral del país (58,2%), revelada por el Dane.