Por Leonardo maya Amaya Todo lo que escribimos otros ya lo han escrito en otros tiempos y con otras palabras. Mi tío Caturo, que es analfabeto total de las letras, es el ser humano más sabio que conozco. De chico me hablaba de los alquimistas y su errada transmutación de la materia, me contaba historias […]
Por Leonardo José Maya Esta mañana, una mujer que yo no conozco –ni he visto nunca- llegó a mi pensamiento. Es extraño, nunca pienso en mujeres desconocidas, llegó tranquilamente: elegante, alta, con vestido azul de flores bordadas en plata, bolso D&G original y sus zapatos de colores cítricos. No se sentó, permaneció de pies y […]
Por Leonardo José Maya Quiero escalar las escarpadas cumbres del kilimingo, escurrirme en sus laderas soportando sus vientos eternos y llegar a la cúspide de sus nieves perpetuas, encontrar allí la preciosa flor esquiva que solo se abre ante el perfume de una mujer linda, traerla a tus manos, conservada en su clima para que […]
Por Leonardo José Maya Escribe ilusionado el poeta. Ignora que jamás alcanzará a la musa que lo inspira. Es aventura, es poesía Es un rayo de luna en la noche oscura Es como un disparo al aire O el beso furtivo de un amante Es volátil es esquiva Jamás la encuentras si la buscas Ella […]
Por Leonardo José Maya Habrán notado que una de las palabras que más utilizo en mis escritos – y que más me gustan de nuestro idioma- es recordar. Viene del latín recordari: re, de nuevo, volver a pasar y cordis, corazón. Recordar quiere decir: volver a pasar por el corazón que es muchísimo […]
Por Leonardo José Maya Amaya Para Angelly Hoyos, mi amor de siempre, dos días después de su cumpleaños. El cuadro Pínteme un atardecer después de la lluvia, le dije al pintor. El sol debe estar medio oculto entre las nubes pero se adivina su ubicación por sus halos entre oro y plata, las hojas verdes […]
Vas a aprender que cuando logres escapar de los laberintos del amor, al otro lado te espera otro laberinto. El del tiempo, ese que te lleva a los recuerdos que te regresan de vuelta a los laberintos del amor y te impiden alcanzar la paz y el olvido.
El caso Malala Yousafzai una chica de escasos quince años genera en estos días mucha expectativa en el mundo.
Si un hombre sueña que encontró la mujer de su vida vestida de rojo encendido y perfumada de magnolias, y si a la tarde siguiente ve venir una mujer vestida de púrpura con un ramo de magnolias en el pelo cualquiera le diría que es casualidad.
Han crecido flores nuevas en los puentes que han tendido nuestras miraditas, por ahí se entraron las camelias y también el amor. Ya nada podemos hacer, han crecido demasiado, es imposible escapar. El amor está adentro.
Cuando los años pregunten por mí, alguien dirá que soy un viejo solitario y loco que bendice tu nombre. Pero antes quiero dejar escrito que soy el hombre que no se cansa de andar por los jardines para encontrarte, el que te envía secretos de amor con inocentes mariposas, el que se detuvo un instante frente a tus ojos y encontró la felicidad.
Después de la última guerra quedamos dispersos. Habíamos vencido pero estaba herido, con varios de mis hombres moribundos y la situación era realmente difícil.
Ojalá tu orgullo no sea tan fuerte como para alejarte de mí, ni mi amor tan débil como para permitir que te alejes.
Las mujeres jamás imaginan lo que son capaces de hacer con solo una mirada, nos hacen soñar y nos ponen crear mundos fantásticos, por eso si no las amas, por lo menos, ¡témeles!.
na vez hicimos una correría muy exitosa por los pueblos rivereños del Sinú y nos contrataron para una presentación privada, muy bien paga, en Sabanalarga. Fue la catástrofe de mi oficio feliz.
El mago Graciliano, que fue el último de los siete magos de oriente que llegaron a América, en realidad su origen era incierto, embustero, timador y mujeriego pero era un mago de verdad verdad. Enmudecía al público con sus trucos imposibles.
Lo que me duele de morir no es dejar de ver estos paisajes florecidos, ni dejar de ver las colinas hermosas de mis sueños, ni dejar de sentir el olor de la lluvia. Lo que me duele de morir es no saber si volveré a ver tus ojos claros y no saber si volveré a verte dormida cuando yo esté dormido… para siempre.
Yo lo conocí y era grande. Mientras todos disfrutaban de su canto el estaba allí, absorto, como distraído del mundo y sin embargo lo sabía todo. Era grande, desde antes de empezar a cantar, y mucho antes de empezar a ser grande. No fue fácil, primero tuvo que doblegar su destino incierto con el coraje que solo tienen los valientes, y después, con el ímpetu de su canto iluminó su propia noche.
¿Y qué tal que en los ojos de las mujeres exista una especie de alfabeto secreto que nos permitiría descifrar sus misterios?, ¿Qué tal que en su voz estén las claves de alguna escala musical desconocida para entrar a los confines de su complejidad?
La ventaja de un poeta es que puede crear una mujer a su antojo, con rasgos físicos perfectos y emociones claramente predecibles, la abrumadora realidad es que las mujeres no son como él las imagina. Son muchísimo mejores.
Escribo por amor a la libertad, empuño mi pluma con el frenesí con que el guerrero agarra su espada, como ellos también tengo sueños de gigante, aquel atribuirá la victoria a su arma, en esos somos distintos.