Preocupante, doloroso, triste, vergonzoso, inaceptable… Los anteriores son solo 5 adjetivos que podríamos aplicar a la situación que padecen los comercios dedicados a la venta de piezas de valor y lujo ante los robos sistemáticos y organizados que se vienen registrando en Valledupar.
No bastó uno ni dos robos, fueron tres en menos de dos meses, con claras muestras de organización criminal. El primero se registró en octubre de este año: delincuentes armados robaron la joyería Corina del Centro Comercial Guatapurí Plaza, de Valledupar. Los sujetos huyeron del establecimiento comercial, vulnerando el esquema de seguridad. Entre lo robado había relojes de alta gama, prendas de oro nacional e italiano, que superan los $600 millones. El motín se lo llevaron en morral y bolsas Yumbo.
Luego, la primera semana de noviembre, cuatro sujetos armados asaltaron una joyería en el centro de Valledupar, hurtando prendas de oro y dinero en efectivo, valorado todo en más de 100 millones de pesos.
Y para completar la situación, el pasado sábado, ladrones ingresaron a la Joyería Wilman, ubicada en la calle 16, entre carrera 7 y 8, de Valledupar. Según testigos, los ladrones armados ingresaron a la tienda. Incluso, hubo disparos y un trabajador de la joyería terminó herido.
Sumado a la pérdida económica de tres familias y los socios de estos negocios, esta también es una derrota de todos, como sociedad. Le estamos enviando el peor mensaje posible a los inversores: no tenemos la capacidad para proteger sus recursos. Y ante ese riesgo, nadie invierte, y si no hay inversión es difícil, casi imposible, generar empleo.
Por eso vale la pena preguntarse: ¿Qué están haciendo las autoridades para prevenir estos hurtos? o, ¿qué están haciendo las autoridades para capturar a los responsables? No puede haber impunidad, eso es dar licencia para delinquir.
Si ya conocen dónde se vende la mercancía robada, quiénes la compran, si las evidencias son fuertes, hay sujetos identificados ¿por qué no se muestran resultados? La comunidad, sobre todo los empresarios, lo exigen. Y EL PILÓN se une a esa petición.
Ninguna ciudad puede crecer si hay temor entre el empresariado. Y en Valledupar esa es nuestra triste realidad. Por eso exigimos acciones, resultados, cambiar el paradigma, que el ladrón sea el atemorizado. Que lo piensen antes de delinquir.
La ciudad quiere dar un paso adelante, y para eso, además de buenos servicios públicos, es necesario garantizar la protección de lo privado, garantizar un derecho esencial como lo es la seguridad. El Estado está obligado y tiene las herramientas para hacerlo.
Tres robos son tres golpes al Estado de Derecho y a nuestra confianza como sociedad, y no hay peores limitantes y obstáculos para el desarrollo que el temor.