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Columnista - 17 septiembre, 2018

¿Anarquía o modernismo?

Cuando la abuela veía algo que la escandalizaba siempre decía: “El modernismo va a acabar con el mundo”. Lógicamente no se refería a los movimientos literarios y artísticos de finales del siglo XIX y principios del XX; ella no sabía de eso. Hablaba de la llegada de nuevas actitudes de vida más avanzadas que las […]

Cuando la abuela veía algo que la escandalizaba siempre decía: “El modernismo va a acabar con el mundo”. Lógicamente no se refería a los movimientos literarios y artísticos de finales del siglo XIX y principios del XX; ella no sabía de eso. Hablaba de la llegada de nuevas actitudes de vida más avanzadas que las que ella vivió.

Tomo esa concepción de la abuelita para preguntarme si la sentencia de la Corte Constitucional que reversó la expulsión de dos estudiantes de una escuela militar, que fueron encontrados teniendo sexo en el aula, tiene algo de eso que los mayores llamaban modernismo, o estar a la moda, o hace parte de la anarquía de los valores y principios en que mueve al mundo en estos tiempos o de la modernidad que hace referencia a los procesos sociales e históricos o también a la posmodernidad desde la búsqueda de nuevas formas de expresión y la carencia de ideología y compromiso social.

‘Tener relaciones sexuales en un aula no es motivo de expulsión’: Corte Constitucional; entonces, ¿cuál es la sanción adecuada o no la hay? ¿Dejarlo pasar acudiendo al libre desarrollo de la personalidad? Los magistrados tienen la repuesta y si están en ese cargo es porque, junto con otros dignatarios, son los cuidadores de la heredad; en ella incluyo los principios morales, el respeto por los demás, las sanas costumbres, la dignidad de los seres humanos. Los magistrados son sabios en lo que dicen; pero el pueblo aferrado a sus creencias y al pudor, sabe más.

Así como van las cosas no será extraño que esos actos que tenían tanto valor por ser íntimos, se puedan practicar en los templos, en las oficinas, en los museos, en fin, en sitios respetables. Eso no lo dijo la Corte pero la juventud se agarra de cualquier fisura de permisividad para desbocarse.

Y los estudiantes expulsados, que ya no lo son, vuelven a clase y es bien sabido que cuando ganan llegan con una arrogancia insoportable; con ella, la arrogancia, lidiarán los profesores y directivas de los planteles donde ocurran los hechos.

Mientras tanto hay que reforzar la educación en valores, en la enseñanza de que hay un momento y un lugar para todo, el trabajo fuerte de los maestros es inculcar a los jóvenes el valor de la dignidad y respeto por sí mismos; se evitarán tantos embarazos en adolescentes, tantas drogas, porque lo uno lleva a lo otro y la parte de más fervor en la educación moral es trabajo de los padres, aunque los hijos esgriman el tan desgastado discurso de que son libres de decidir sus formas de vida, los padres no se pueden dejar vencer, de sus ejemplos, de sus consejos, de su mellada autoridad algo queda.

Este es un tema para los psicólogos, sacerdotes, sociólogos, en fin, para los que saben, mientras tanto yo me quedo con la sentencia de mi abuelita: “El modernismo va a acabar con el mundo” ¿o está acabando?

Por Mary Daza Orozco

Columnista
17 septiembre, 2018

¿Anarquía o modernismo?

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Mary Daza Orozco

Cuando la abuela veía algo que la escandalizaba siempre decía: “El modernismo va a acabar con el mundo”. Lógicamente no se refería a los movimientos literarios y artísticos de finales del siglo XIX y principios del XX; ella no sabía de eso. Hablaba de la llegada de nuevas actitudes de vida más avanzadas que las […]


Cuando la abuela veía algo que la escandalizaba siempre decía: “El modernismo va a acabar con el mundo”. Lógicamente no se refería a los movimientos literarios y artísticos de finales del siglo XIX y principios del XX; ella no sabía de eso. Hablaba de la llegada de nuevas actitudes de vida más avanzadas que las que ella vivió.

Tomo esa concepción de la abuelita para preguntarme si la sentencia de la Corte Constitucional que reversó la expulsión de dos estudiantes de una escuela militar, que fueron encontrados teniendo sexo en el aula, tiene algo de eso que los mayores llamaban modernismo, o estar a la moda, o hace parte de la anarquía de los valores y principios en que mueve al mundo en estos tiempos o de la modernidad que hace referencia a los procesos sociales e históricos o también a la posmodernidad desde la búsqueda de nuevas formas de expresión y la carencia de ideología y compromiso social.

‘Tener relaciones sexuales en un aula no es motivo de expulsión’: Corte Constitucional; entonces, ¿cuál es la sanción adecuada o no la hay? ¿Dejarlo pasar acudiendo al libre desarrollo de la personalidad? Los magistrados tienen la repuesta y si están en ese cargo es porque, junto con otros dignatarios, son los cuidadores de la heredad; en ella incluyo los principios morales, el respeto por los demás, las sanas costumbres, la dignidad de los seres humanos. Los magistrados son sabios en lo que dicen; pero el pueblo aferrado a sus creencias y al pudor, sabe más.

Así como van las cosas no será extraño que esos actos que tenían tanto valor por ser íntimos, se puedan practicar en los templos, en las oficinas, en los museos, en fin, en sitios respetables. Eso no lo dijo la Corte pero la juventud se agarra de cualquier fisura de permisividad para desbocarse.

Y los estudiantes expulsados, que ya no lo son, vuelven a clase y es bien sabido que cuando ganan llegan con una arrogancia insoportable; con ella, la arrogancia, lidiarán los profesores y directivas de los planteles donde ocurran los hechos.

Mientras tanto hay que reforzar la educación en valores, en la enseñanza de que hay un momento y un lugar para todo, el trabajo fuerte de los maestros es inculcar a los jóvenes el valor de la dignidad y respeto por sí mismos; se evitarán tantos embarazos en adolescentes, tantas drogas, porque lo uno lleva a lo otro y la parte de más fervor en la educación moral es trabajo de los padres, aunque los hijos esgriman el tan desgastado discurso de que son libres de decidir sus formas de vida, los padres no se pueden dejar vencer, de sus ejemplos, de sus consejos, de su mellada autoridad algo queda.

Este es un tema para los psicólogos, sacerdotes, sociólogos, en fin, para los que saben, mientras tanto yo me quedo con la sentencia de mi abuelita: “El modernismo va a acabar con el mundo” ¿o está acabando?

Por Mary Daza Orozco