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Columnista - 9 noviembre, 2019

Alcalde, Mello Castro

Definir con precisión qué es hoy un “buen gobierno” de esto trata el libro del politólogo francés Pierre Rosanvallon. Comprender este mensaje es de suma necesidad, la gente en Valledupar, de manera testaruda sigue confiando y esperando que sus gobernantes trabajen en garantizar mejores condiciones de vida. La capacidad de los Gobiernos para responder a los […]

Definir con precisión qué es hoy un “buen gobierno” de esto trata el libro del politólogo francés Pierre Rosanvallon. Comprender este mensaje es de suma necesidad, la gente en Valledupar, de manera testaruda sigue confiando y esperando que sus gobernantes trabajen en garantizar mejores condiciones de vida.

La capacidad de los Gobiernos para responder a los desafíos en materia de gestión se encuentra al límite en un contexto en el que las expectativas de los ciudadanos siguen creciendo, lo que deriva en un nivel cada vez mayor de desconfianza.

El afán mediático por la relación amorosa que desarrollan los gobernantes, a través de las obras que logran implementar, no les permite visionar los días ni los años por venir, construyendo un proceso que los conduce al ostracismo. Así ha sido el tránsito de los exalcaldes de la ciudad, han salido con el tiquete en la mano.

Las últimas tres décadas en materia gubernamental han sido insatisfactorias para Valledupar, la planificación urbana convertida en sorpresa regional, fue arrinconada por la sofisticación de los esguinces que produce la desorganización y el hálito de corrupción. Sus gobernantes no fueron capaces de advertir que vivimos en un mundo que está cambiando con rapidez, en el que aumentan las situaciones de fragilidad, los flujos migratorios, las presiones sobre los recursos y las necesidades de servicios más complejos.

Mello Castro, alcalde electo de Valledupar, cargará en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo y la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales inherentes a la inseguridad.

Así mismo, la obsolescencia del sistema vial y del transporte público y las dificultades en materia de movilidad, proponen un fuerte problema, que comparte sitial con la deficiencia en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, agua y energía.

Construir el futuro de Valledupar, requiere análisis de contexto con criterio técnico, para formular planes que puedan cumplirse, no solo en la medición de los indicadores, sino en la evaluación del impacto. Ese es el espíritu del descrestaste concepto de política pública. Estos documentos no son para alardear, definen acciones para la atención efectiva de problemas públicos específicos.

Inseguridad, movilidad, transporte, discontinuidad en la prestación de servicios públicos y la migración de venezolanos, son problemas territoriales que deben gestionarse mediante los lineamientos que desarrolla el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Alcalde, Mello Castro, no vaya a gastar tiempo mirando el retrovisor, enfóquese y haga lo mismo con su equipo, en mirar hacia adelante y construya sobre lo construido.

Terminadas las elecciones un descanso es necesario, sin la falacia de irse a otro país en búsqueda de lecciones aprendidas para implementar en Valledupar. Empodere al líder y equipo de empalme, ellos deben ahorrarle esfuerzo y estructurar un informe técnico con valoración cualitativa y cuantitativa, que reúna información para definir líneas base, para lo que será el plan de desarrollo, que ojalá conciba presente y visión de largo plazo.

Alcalde, Mello Castro, felicitaciones y muchos éxitos en su gestión. Tenga presente que es momento de hacer lo que parece imposible: virar los intereses hacia la ciudad. Ese acuerdo es prioritario para su gobierno, la clase política de Valledupar y la ciudadanía en general, en la que deben estar vinculados, los gremios, cámara de comercio, universidades y tanques de pensamiento.

Columnista
9 noviembre, 2019

Alcalde, Mello Castro

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Definir con precisión qué es hoy un “buen gobierno” de esto trata el libro del politólogo francés Pierre Rosanvallon. Comprender este mensaje es de suma necesidad, la gente en Valledupar, de manera testaruda sigue confiando y esperando que sus gobernantes trabajen en garantizar mejores condiciones de vida. La capacidad de los Gobiernos para responder a los […]


Definir con precisión qué es hoy un “buen gobierno” de esto trata el libro del politólogo francés Pierre Rosanvallon. Comprender este mensaje es de suma necesidad, la gente en Valledupar, de manera testaruda sigue confiando y esperando que sus gobernantes trabajen en garantizar mejores condiciones de vida.

La capacidad de los Gobiernos para responder a los desafíos en materia de gestión se encuentra al límite en un contexto en el que las expectativas de los ciudadanos siguen creciendo, lo que deriva en un nivel cada vez mayor de desconfianza.

El afán mediático por la relación amorosa que desarrollan los gobernantes, a través de las obras que logran implementar, no les permite visionar los días ni los años por venir, construyendo un proceso que los conduce al ostracismo. Así ha sido el tránsito de los exalcaldes de la ciudad, han salido con el tiquete en la mano.

Las últimas tres décadas en materia gubernamental han sido insatisfactorias para Valledupar, la planificación urbana convertida en sorpresa regional, fue arrinconada por la sofisticación de los esguinces que produce la desorganización y el hálito de corrupción. Sus gobernantes no fueron capaces de advertir que vivimos en un mundo que está cambiando con rapidez, en el que aumentan las situaciones de fragilidad, los flujos migratorios, las presiones sobre los recursos y las necesidades de servicios más complejos.

Mello Castro, alcalde electo de Valledupar, cargará en sus hombros el pesado piano del creciente desempleo y la correlación entre economía y violencia, semejanza que propone complejidades por las razones multicausales inherentes a la inseguridad.

Así mismo, la obsolescencia del sistema vial y del transporte público y las dificultades en materia de movilidad, proponen un fuerte problema, que comparte sitial con la deficiencia en la continuidad de la prestación de los servicios básicos, agua y energía.

Construir el futuro de Valledupar, requiere análisis de contexto con criterio técnico, para formular planes que puedan cumplirse, no solo en la medición de los indicadores, sino en la evaluación del impacto. Ese es el espíritu del descrestaste concepto de política pública. Estos documentos no son para alardear, definen acciones para la atención efectiva de problemas públicos específicos.

Inseguridad, movilidad, transporte, discontinuidad en la prestación de servicios públicos y la migración de venezolanos, son problemas territoriales que deben gestionarse mediante los lineamientos que desarrolla el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno del presidente Iván Duque. Alcalde, Mello Castro, no vaya a gastar tiempo mirando el retrovisor, enfóquese y haga lo mismo con su equipo, en mirar hacia adelante y construya sobre lo construido.

Terminadas las elecciones un descanso es necesario, sin la falacia de irse a otro país en búsqueda de lecciones aprendidas para implementar en Valledupar. Empodere al líder y equipo de empalme, ellos deben ahorrarle esfuerzo y estructurar un informe técnico con valoración cualitativa y cuantitativa, que reúna información para definir líneas base, para lo que será el plan de desarrollo, que ojalá conciba presente y visión de largo plazo.

Alcalde, Mello Castro, felicitaciones y muchos éxitos en su gestión. Tenga presente que es momento de hacer lo que parece imposible: virar los intereses hacia la ciudad. Ese acuerdo es prioritario para su gobierno, la clase política de Valledupar y la ciudadanía en general, en la que deben estar vinculados, los gremios, cámara de comercio, universidades y tanques de pensamiento.