El título de una de las mejores novelas de Ernest Hemingway, es hoy el titular que usamos diferentes medios para significar este importante capítulo de la historia colombiana: la dejación de armas de las Farc después de 53 años de conflicto armado. En su libro Hemingway cuenta la historia de un soldado de la primera guerra […]
El título de una de las mejores novelas de Ernest Hemingway, es hoy el titular que usamos diferentes medios para significar este importante capítulo de la historia colombiana: la dejación de armas de las Farc después de 53 años de conflicto armado.
En su libro Hemingway cuenta la historia de un soldado de la primera guerra mundial que es herido y llevado a un hospital, donde conoce a una enfermera de la que se enamora. En Colombia hoy le decimos adiós a las armas después de cinco décadas de guerra con el grupo subversivo que dejó un saldo negativo para todos, porque ninguno ganó nada.
Con el paso que dieron ayer en Mesetas, Meta, comienza a escribirse una nueva historia si todos los colombianos quieren. Hacemos eco a la campaña que adelantan algunas instituciones titulada ‘Yo me desarmo’, para invitar a que cada ciudadano también dejé a un lado algo negativo que no lo ayuda a construir una mejor sociedad.
Parodiando la novela de Ernest Hemingway, Colombia es el soldado que se enamora de la enfermera y la enfermera es la reconciliación. El 27 de enero pasará a la historia como el día que se cerró el trágico capítulo de 7.132 armas que solo generaron muerte y dolor.
Hoy es el primer día sin armas de las Farc y aunque este hecho no generó el júbilo que dan otros triunfos nacionales, poco a poco la población en general, las familias, los jóvenes, los niños, las mujeres, los indígenas, los afrodescendientes, tomarán conciencia de lo importante que fue el 27 de junio de 2017, como lo dijo ayer el presidente Juan Manuel Santos: “es un día muy especial, un día que jamás olvidaremos: el día en que las armas se cambiaron por las palabras”.
Dejar las armas no significa la paz completa, este es apenas el inicio de un largo camino, y más allá de los acuerdos suscritos en La Habana, “la paz es un convenio entre corazones, la paz es el acuerdo de las almas que entienden que hay formas mejores de vivir y resolver las diferencias”.
Ya lo ha dicho el Gobierno Nacional, el proceso formal de dejación de armas termina el 31 de julio con la extracción de los contenedores. Solo después de esta fecha, los excombatientes de las Farc podrán formar su partido político, y no antes. Y lo que viene después es que la ONU deberá extraer los contenedores con las armas de las Farc de las zonas veredales a más tardar ese día y proceder a su destrucción y a la construcción de tres monumentos en Colombia, Estados Unidos y Cuba.
Por lo pronto, bienvenida la paz sin las armas de las Farc, bienvenido el desarme de las emociones negativas de los colombianos y bienvenido el uso de la única arma que no mata: la palabra.
El título de una de las mejores novelas de Ernest Hemingway, es hoy el titular que usamos diferentes medios para significar este importante capítulo de la historia colombiana: la dejación de armas de las Farc después de 53 años de conflicto armado. En su libro Hemingway cuenta la historia de un soldado de la primera guerra […]
El título de una de las mejores novelas de Ernest Hemingway, es hoy el titular que usamos diferentes medios para significar este importante capítulo de la historia colombiana: la dejación de armas de las Farc después de 53 años de conflicto armado.
En su libro Hemingway cuenta la historia de un soldado de la primera guerra mundial que es herido y llevado a un hospital, donde conoce a una enfermera de la que se enamora. En Colombia hoy le decimos adiós a las armas después de cinco décadas de guerra con el grupo subversivo que dejó un saldo negativo para todos, porque ninguno ganó nada.
Con el paso que dieron ayer en Mesetas, Meta, comienza a escribirse una nueva historia si todos los colombianos quieren. Hacemos eco a la campaña que adelantan algunas instituciones titulada ‘Yo me desarmo’, para invitar a que cada ciudadano también dejé a un lado algo negativo que no lo ayuda a construir una mejor sociedad.
Parodiando la novela de Ernest Hemingway, Colombia es el soldado que se enamora de la enfermera y la enfermera es la reconciliación. El 27 de enero pasará a la historia como el día que se cerró el trágico capítulo de 7.132 armas que solo generaron muerte y dolor.
Hoy es el primer día sin armas de las Farc y aunque este hecho no generó el júbilo que dan otros triunfos nacionales, poco a poco la población en general, las familias, los jóvenes, los niños, las mujeres, los indígenas, los afrodescendientes, tomarán conciencia de lo importante que fue el 27 de junio de 2017, como lo dijo ayer el presidente Juan Manuel Santos: “es un día muy especial, un día que jamás olvidaremos: el día en que las armas se cambiaron por las palabras”.
Dejar las armas no significa la paz completa, este es apenas el inicio de un largo camino, y más allá de los acuerdos suscritos en La Habana, “la paz es un convenio entre corazones, la paz es el acuerdo de las almas que entienden que hay formas mejores de vivir y resolver las diferencias”.
Ya lo ha dicho el Gobierno Nacional, el proceso formal de dejación de armas termina el 31 de julio con la extracción de los contenedores. Solo después de esta fecha, los excombatientes de las Farc podrán formar su partido político, y no antes. Y lo que viene después es que la ONU deberá extraer los contenedores con las armas de las Farc de las zonas veredales a más tardar ese día y proceder a su destrucción y a la construcción de tres monumentos en Colombia, Estados Unidos y Cuba.
Por lo pronto, bienvenida la paz sin las armas de las Farc, bienvenido el desarme de las emociones negativas de los colombianos y bienvenido el uso de la única arma que no mata: la palabra.