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Editorial - 24 diciembre, 2013

Adiós ‘Cacique’

‘Adiós, adiós, ya se fue el cóndor herido’. Parafraseando esta canción compuesta e interpretada por Diomedes Díaz Maestre, ‘El Cacique de La Junta’, EL PILÓN exalta y reconoce el valor cultural de un grande de la música vallenata, un artista con luz propia que consagró este hermoso folclor desde el norte hasta el sur del […]

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‘Adiós, adiós, ya se fue el cóndor herido’. Parafraseando esta canción compuesta e interpretada por Diomedes Díaz Maestre, ‘El Cacique de La Junta’, EL PILÓN exalta y reconoce el valor cultural de un grande de la música vallenata, un artista con luz propia que consagró este hermoso folclor desde el norte hasta el sur del hemisferio y atravesó los mares para llegar a tantos países, donde hoy también lloran su muerte.

Una muerte repentina que tiene compungidos los corazones de todo un país, que deja un gran vacío en el firmamento vallenato, al partir el cantante con más carisma que ha tenido el vallenato. Su personalidad, su buen humor, su sinceridad al expresar sus opiniones, su sentido de la solidaridad y su permanente sonrisa que inmortalizó con su famoso diamante incrustado en uno de sus dientes, son los recuerdos que permanecen en la memoria colectiva del mundo vallenato.

Diomedes Díaz, el cantante, el compositor, el verseador, no muere. Sigue vivo a través de todo ese gran legado musical que logró consolidar en más de 40 años de vida artística, una vida que surgió de la nada, pero que logró conquistar por el talento innato que tenía. Un legado que dejó en sus hijos que siguen sus pasos musicales, demostrado con creces en sus trabajos.

La tribu del vallenato se queda sin su ‘Cacique’, pero su música sigue. El homenaje que se le rinde a su memoria en estos tres días de duelo, deben ser no solo de dolor y de tristeza, sino de alegría por los buenos momentos, por los logros alcanzados, por los triunfos obtenidos y por el aporte hecho al folclor vallenato.

Un aporte que hizo junto a sus inolvidables acordeoneros que lo acompañaron en su recorrido musical: Nafer Durán, ‘El Debe’ López, ‘Colacho’ Mendoza, ‘Juancho’ Rois, Iván Zuleta, Franco Arguelles y su último compañero ‘Alvarito’ López, con quien grabó su trabajo de despedida ‘La vida de un artista’.

‘Cariñito de mi vida’, su primera composición grabada por el cantante Rafael Orozco fue su puerta de entrada y hoy sale de este mundo dejando atrás un reportorio de canciones que hicieron y seguirán haciendo vibrar los corazones de los amantes del vallenato. Colombia ha demostrado la admiración que sentían por Diomedes. Los mensajes en redes sociales son suficiente muestra de ese cariño.

Con la muerte de Diomedes Díaz se abre un nuevo ciclo. Un nuevo reto para los artistas que quedan con la responsabilidad de mantener la música vallenata en el pedestal en que se encuentra. Así como la oportunidad para que por fin en Valledupar, la capital mundial del vallenato, exista el museo del folclor vallenato, donde se guarden los recuerdos de los valores culturales que han partido. Se fue el más grande. ¡Adiós Diomedes!

Editorial
24 diciembre, 2013

Adiós ‘Cacique’

‘Adiós, adiós, ya se fue el cóndor herido’. Parafraseando esta canción compuesta e interpretada por Diomedes Díaz Maestre, ‘El Cacique de La Junta’, EL PILÓN exalta y reconoce el valor cultural de un grande de la música vallenata, un artista con luz propia que consagró este hermoso folclor desde el norte hasta el sur del […]


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‘Adiós, adiós, ya se fue el cóndor herido’. Parafraseando esta canción compuesta e interpretada por Diomedes Díaz Maestre, ‘El Cacique de La Junta’, EL PILÓN exalta y reconoce el valor cultural de un grande de la música vallenata, un artista con luz propia que consagró este hermoso folclor desde el norte hasta el sur del hemisferio y atravesó los mares para llegar a tantos países, donde hoy también lloran su muerte.

Una muerte repentina que tiene compungidos los corazones de todo un país, que deja un gran vacío en el firmamento vallenato, al partir el cantante con más carisma que ha tenido el vallenato. Su personalidad, su buen humor, su sinceridad al expresar sus opiniones, su sentido de la solidaridad y su permanente sonrisa que inmortalizó con su famoso diamante incrustado en uno de sus dientes, son los recuerdos que permanecen en la memoria colectiva del mundo vallenato.

Diomedes Díaz, el cantante, el compositor, el verseador, no muere. Sigue vivo a través de todo ese gran legado musical que logró consolidar en más de 40 años de vida artística, una vida que surgió de la nada, pero que logró conquistar por el talento innato que tenía. Un legado que dejó en sus hijos que siguen sus pasos musicales, demostrado con creces en sus trabajos.

La tribu del vallenato se queda sin su ‘Cacique’, pero su música sigue. El homenaje que se le rinde a su memoria en estos tres días de duelo, deben ser no solo de dolor y de tristeza, sino de alegría por los buenos momentos, por los logros alcanzados, por los triunfos obtenidos y por el aporte hecho al folclor vallenato.

Un aporte que hizo junto a sus inolvidables acordeoneros que lo acompañaron en su recorrido musical: Nafer Durán, ‘El Debe’ López, ‘Colacho’ Mendoza, ‘Juancho’ Rois, Iván Zuleta, Franco Arguelles y su último compañero ‘Alvarito’ López, con quien grabó su trabajo de despedida ‘La vida de un artista’.

‘Cariñito de mi vida’, su primera composición grabada por el cantante Rafael Orozco fue su puerta de entrada y hoy sale de este mundo dejando atrás un reportorio de canciones que hicieron y seguirán haciendo vibrar los corazones de los amantes del vallenato. Colombia ha demostrado la admiración que sentían por Diomedes. Los mensajes en redes sociales son suficiente muestra de ese cariño.

Con la muerte de Diomedes Díaz se abre un nuevo ciclo. Un nuevo reto para los artistas que quedan con la responsabilidad de mantener la música vallenata en el pedestal en que se encuentra. Así como la oportunidad para que por fin en Valledupar, la capital mundial del vallenato, exista el museo del folclor vallenato, donde se guarden los recuerdos de los valores culturales que han partido. Se fue el más grande. ¡Adiós Diomedes!