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Columnista - 5 febrero, 2012

A quien se te parece

Por: Luis Rafael Nieto Pardo Defensor público nietopardoluisrafael@latinmail.com Contrario a los sucedido en pícara anécdota que le sirviera de inspiración a la vena inagotable del gran Calixto Ochoa, referente al mariangolero que no daba crédito a sus ojos, cuando al llegar al puesto de salud a enterarse del resultado que había tenida la parturienta a […]

Por: Luis Rafael Nieto Pardo
Defensor público
nietopardoluisrafael@latinmail.com

Contrario a los sucedido en pícara anécdota que le sirviera de inspiración a la vena inagotable del gran Calixto Ochoa, referente al mariangolero que no daba crédito a sus ojos, cuando al llegar al puesto de salud a enterarse del resultado que había tenida la parturienta a la que había llevado en horas de la noche, se encontró con la sorpresa de un rozagante bebé de rozagantes mejillas, blanca piel y azulados ojos, al punto que de no haber sido por la oportuna ayuda del vigilante de turno, el golpazo que se hubiera dado al caer de bruces en la encementada sala de partos, hubiera sido más que suficiente para terminar con el cráneo destrozado, y es que no era para menos y a cualquiera de nosotros nos hubiera ocurrido, tal y como este fornido morocho de abultada panza que no daba crédito a su ojos y menos la sangre llamaba, y sólo atinaba a mirar de reojo y a mover la cabeza de un lado a otro, como el péndulo de un viejo reloj en la sala de una vieja casona momposina;  al mismo tiempo que dirigía miradas de desconfianza a su compañera que aun retozaba adormitada en el camastro, por el efecto del gran esfuerzo que debió realizar para parir a semejante muchachón.
Aquel humilde campesino de piel abetunada y curtida por el sol del monte, tal como la de un elefante en tiempo veranero, solo atinaba a pensar que ni de fundas esa hermosa criatura podía ser el fruto de su engendro y que lo más seguro era que había sido la tonta víctima de un golazo, al mejor estilo del mejor delantero de su amado Junior.

Ya un poco repuesto del duro golpe y aun un poco atontado por el pretinazo emocional, se acordó de su querido compadre Juancho, que cercano vivía y muy presuroso allí se dirigió para rogarle que lo acompañara al puesto de salud y con sinceridad de amigo fiel, le dijera si o no estaba en lo cierto al dudar de su paternidad y de igual manera si era o no cierto el gran parecido físico del neonato con el cachacón de la tienda.  Totalmente lo contrario le sucedió recientemente al indígena del a etnia aruaca Luis Torres, a quien la sorpresa mayúscula se le apareció representada en el parto de trillizas que le obsequio su mujer, también indígena, Dennis Zapata.  Aquí la incógnita para el joven indígena no tenía nada que ver con el físico de las criaturas, ya que todas tienen los rasgos de su raza.  Lo que no podía concebir Luis, es decir, el sapo que no se tragaba y se le atoraba en el buche, era que el aceptaba un solo hecho y un solo engendro: indio solo estuvo una vez con india y por eso ser papa de uno y no de tres.

El problema casi llega a las Altas Cortes, ya que por la naturaleza de los intervinientes, casi entran en conflicto las autoridades aruacas con los funcionarios del I.C.B.F, al entablarse la discusión para dirimir el asunto relativo a la paternidad.  Ya casi cuando se agotaban las instancias y mi tocayo Lucho Torres insistía en la rotunda negativa a aceptar el triple play, hasta el punto que iba a ser ordenada su conducción, luego de una cúpula urgente con la participación de todos los mamos de la costa Caribe, y en el recinto sagrado en el cenáculo de la Serranía del Perijá, los venerables ancianos lograron, a través de remembranzas ancestrales sobre el valor de la familia y de la posibilidad que existía de que se podía de una sola tacada ( o de un solo tiro al arco, o de un solo flechazo) hacer tres goles o atravesar tres naranjas; casi a regañadientes Luis terminó aceptando su triple paternidad ante la posibilidad de caer en el cepo y ser expulsado de su hábitat natural.

Columnista
5 febrero, 2012

A quien se te parece

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Rafael Nieto Pardo

Por: Luis Rafael Nieto Pardo Defensor público nietopardoluisrafael@latinmail.com Contrario a los sucedido en pícara anécdota que le sirviera de inspiración a la vena inagotable del gran Calixto Ochoa, referente al mariangolero que no daba crédito a sus ojos, cuando al llegar al puesto de salud a enterarse del resultado que había tenida la parturienta a […]


Por: Luis Rafael Nieto Pardo
Defensor público
nietopardoluisrafael@latinmail.com

Contrario a los sucedido en pícara anécdota que le sirviera de inspiración a la vena inagotable del gran Calixto Ochoa, referente al mariangolero que no daba crédito a sus ojos, cuando al llegar al puesto de salud a enterarse del resultado que había tenida la parturienta a la que había llevado en horas de la noche, se encontró con la sorpresa de un rozagante bebé de rozagantes mejillas, blanca piel y azulados ojos, al punto que de no haber sido por la oportuna ayuda del vigilante de turno, el golpazo que se hubiera dado al caer de bruces en la encementada sala de partos, hubiera sido más que suficiente para terminar con el cráneo destrozado, y es que no era para menos y a cualquiera de nosotros nos hubiera ocurrido, tal y como este fornido morocho de abultada panza que no daba crédito a su ojos y menos la sangre llamaba, y sólo atinaba a mirar de reojo y a mover la cabeza de un lado a otro, como el péndulo de un viejo reloj en la sala de una vieja casona momposina;  al mismo tiempo que dirigía miradas de desconfianza a su compañera que aun retozaba adormitada en el camastro, por el efecto del gran esfuerzo que debió realizar para parir a semejante muchachón.
Aquel humilde campesino de piel abetunada y curtida por el sol del monte, tal como la de un elefante en tiempo veranero, solo atinaba a pensar que ni de fundas esa hermosa criatura podía ser el fruto de su engendro y que lo más seguro era que había sido la tonta víctima de un golazo, al mejor estilo del mejor delantero de su amado Junior.

Ya un poco repuesto del duro golpe y aun un poco atontado por el pretinazo emocional, se acordó de su querido compadre Juancho, que cercano vivía y muy presuroso allí se dirigió para rogarle que lo acompañara al puesto de salud y con sinceridad de amigo fiel, le dijera si o no estaba en lo cierto al dudar de su paternidad y de igual manera si era o no cierto el gran parecido físico del neonato con el cachacón de la tienda.  Totalmente lo contrario le sucedió recientemente al indígena del a etnia aruaca Luis Torres, a quien la sorpresa mayúscula se le apareció representada en el parto de trillizas que le obsequio su mujer, también indígena, Dennis Zapata.  Aquí la incógnita para el joven indígena no tenía nada que ver con el físico de las criaturas, ya que todas tienen los rasgos de su raza.  Lo que no podía concebir Luis, es decir, el sapo que no se tragaba y se le atoraba en el buche, era que el aceptaba un solo hecho y un solo engendro: indio solo estuvo una vez con india y por eso ser papa de uno y no de tres.

El problema casi llega a las Altas Cortes, ya que por la naturaleza de los intervinientes, casi entran en conflicto las autoridades aruacas con los funcionarios del I.C.B.F, al entablarse la discusión para dirimir el asunto relativo a la paternidad.  Ya casi cuando se agotaban las instancias y mi tocayo Lucho Torres insistía en la rotunda negativa a aceptar el triple play, hasta el punto que iba a ser ordenada su conducción, luego de una cúpula urgente con la participación de todos los mamos de la costa Caribe, y en el recinto sagrado en el cenáculo de la Serranía del Perijá, los venerables ancianos lograron, a través de remembranzas ancestrales sobre el valor de la familia y de la posibilidad que existía de que se podía de una sola tacada ( o de un solo tiro al arco, o de un solo flechazo) hacer tres goles o atravesar tres naranjas; casi a regañadientes Luis terminó aceptando su triple paternidad ante la posibilidad de caer en el cepo y ser expulsado de su hábitat natural.