La yuca ha sido un alimento básico precolombino de nuestros aborígenes desde hace miles de años, el cual se extendió al mundo con la llegada de los españoles, que hoy constituye una fuente importante de calorías para el consumo humano y de uso industrial. Actualmente existen diferentes variedades dependiendo su aprovechamiento en donde su importancia comparativa radica en que el cultivo se adapta muy bien en terrenos considerados marginales o con largos períodos de sequía para producir un alto rendimiento de carbohidratos por área de cultivo.

Principalmente se cultiva en los trópicos, por eso el Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT) conserva un banco de germoplasma in vitro con más de 6 mil clones, constituyendo la mayor colección de yuca del mundo, para uso culinario, industrial y doble propósito.

Recientemente generó controversia la salida al mercado nacional la cerveza a base de almidón de yuca por parte de una multinacional, ya que existían emprendimientos en la región Caribe que producen cerveza artesanal a partir de la misma fuente para su fabricación.

Quizás causó indignación porque muchos consideraron que no se trataba de un producto innovador, ya que se venía produciendo en forma artesanal. Además, se aludía a los gobernantes por la falta de apoyo a los emprendimientos locales que ya venían produciendo productos similares. Lo cierto es que filiales de la multinacional que está comercializando en su portafolio la cerveza de yuca, ya tienen una trayectoria importante en la producción de cerveza industrial a través de estos tipos de proyectos, principalmente en la región subsahariana en África, generando compromiso y responsabilidad empresarial con las comunidades que cultivan la yuca para su cervecería.

De hecho, Nigeria es el mayor productor de yuca en el mundo y algunos otros países africanos como República del Congo, Angola, Ghana y Mozambique están entre los primeros países más productores de yuca del mundo. En América sobresale Brasil entre los primeros lugares y Colombia sigue rezagada en una posición poco representativa, al punto que en los últimos años ha tenido que importar almidón de yuca, principalmente para la agroindustria.

Culturalmente la yuca ha estado involucrada en nuestra culinaria con una variedad amplia de productos, desde preparaciones muy básicas hasta procesos más complejos que se han venido industrializando. Es así como hoy podemos degustarla desde plato principal como es bien reconocida con suero, en guarnición a nuestros platos típicos o snacks; por ejemplo, cocida, frita, arepas, carimañolas, bollos, casabe, buñuelos, enyucados, diabolines, coladas, hasta pasar por procesos específicos que disponen parte de sus derivados en su preparación como en productos de panadería con el pan de bono, pan de yuca, rosquitas y galleterías; sin desconocer que la yuca es infaltable en un sancocho.

Por otro lado, en el uso industrial de uso no alimentario se destaca en productos para la fabricación de papel, textiles, adhesivos, farmacéuticos y cosméticos. Hace ya bastantes años Corpoica –hoy día Agrosavia- tenía identificado 127 usos de la yuca en el país tanto para productos alimenticios como industriales.

En Colombia, a pesar que la yuca se cultiva en todas las regiones, la mayor producción de yuca se concentra en el Caribe sabanero, departamentos de Bolívar, Sucre y Córdoba, precisamente en estos dos últimos es con los que Bavaria ha adquirido compromisos para la compra de las cosechas a los productores de yuca que se espera se refleje en un mejoramiento de sus condiciones socioeconómicas, ya que el cultivo de este tubérculo se ha impulsado fundamentalmente como una manera de garantizar seguridad alimentaria a las familias campesinas vulnerables, sin tener en cuenta todo el potencial bioeconómico actual a través de las nuevas tendencias del mercado que brinda excelentes oportunidades a los productores.