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Publirreportaje - 4 marzo, 2021

A la memoria de un amigo inolvidable

Del doctor Urbina aprendí muchos consejos cuando fui alcalde de mi pueblo El Molino, charlando me decía que la honestidad es la norma de los servidores públicos.

Doctor: Gonzalo Urbina Daza.

Del doctor Urbina aprendí muchos consejos cuando fui alcalde de mi pueblo El Molino, charlando me decía que la honestidad es la norma de los servidores públicos. Hoy me enorgullezco porque fui el único alcalde en ese periodo que salí sin un rasguño en mi hoja de vida, respetando las leyes y la Constitución de Colombia para no abusar del poder que ostente para estrellarlo contra la voluntad del pueblo que gobernaba, ya que cuando la autoridad se parcializa la sociedad se siente insegura porque rompe los vínculos que mantienen sociedad y Estado, eso me llena de orgullo y por eso escribo a la memoria de este molinero que fue orgullo de Rafael Urbina y Gracia Daza sus padres, de haber tenido el privilegio de traer al mundo a este hombre que hoy perdura en los que tuvieron el honor, de ser sus amigos y familiares, me uno al dolor de sus hijos, de sus hermanos y demás familiares por la pérdida irreparable de quien enalteció a La Guajira y a Colombia tanto en el campo político como jurídico, fue un congresista que dio ejemplo de cómo se manejan los recursos del estado dejando obras que hoy perdurarán el  querer de todos los guajiros y principalmente  su pueblo El Molino.

El doctor Urbina fue un genio que, al ausentarse materialmente en el espacio, deja vibrante para siempre el canto para darle alegría a la vida y así persistir en la posteridad el legado persevero de su ingenio.

Lo demostró cuando era fiscal en Valledupar ya que cuando iba a realizar una audiencia pública los amantes del derecho penal acudían en masa para escuchar su oratoria y su sapiensa en el campo jurídico, el doctor Gonzalo Urbina Daza se ganó todos los honores que da la vida sin egoísmo ni envidia, personas como él no se conforman con circunstancias adversas si no que intentan mejorarlas a través del servicio público, así enorgullecen no solo a sus coterráneos sino también a todos los colombianos.

Fue abogado de la Universidad Libre, catedrático de la  misma en Derecho Penal, catedrático de la Universidad Gran Colombia, juez promiscuo del municipio de La Paz y de Chimichagua, departamento del Cesar; fiscal delegado del juzgado segundo superior de Valledupar, secretario de Hacienda del departamento de La Guajira, representante a la Cámara por el partido Conservador de La Guajira, asesor jurídico de la Lotería de Bogotá, magistrado del Consejo Superior de la Judicatura en La Guajira, gerente de la caja de previsión del Distrito de Bogotá, consejero presidencial delegado ante el Ministerio de Desarrollo en la administración del doctor Misael Pastrana Borrero.

Por estos hechos de relevancia nacional, departamental y municipal hablar del doctor Gonzalo no es fácil, a veces por salir de la emoción que la circunstancias y el momento provocan aparecemos injusto al valorar al hombre y enjuiciar su obra que reviste la capacidad e inteligencia de un hombre que sirvió y deja un legado para la historia.

Todavía me queda el recuerdo cuando usted de Bogotá llegaba a El Molino a visitar todas sus amistades que por muy humildes que fueran compartía y recordaba esos tiempos de juventud tomándose un tinto o un sancocho hecho con leña en un fogón en el patio de sus casas.

Esas mismas familias lloran su partida y lo recordaran para siempre ya que para usted no existían extractos sociales si no el abrazo fiel caluroso de sus amigos.

Descansa en paz mi inolvidable amigo.

‘El Mono’ Vence.

Para un hombre que la vanidad ya no tocaba a su puerta

Tuve el privilegio de compartir y disfrutar del cariño de un hombre que con su sabiduría me enseñó a gozar de la lluvia, de los pájaros, del fruto que producía un árbol y observar los detalles de la naturaleza en su esplendor. Los cuales valoraba cómo el mayor de los tesoros.

Un hombre que gozaba de la sencillez de la vida, que valoraba a las personas por lo que significan para Dios, sin ni siquiera nombrarlo, solo dándoles el valor con sus actos de amor y desprendimiento de lo material para compartirlo. Un hombre que con su ejemplo nos indujo a darle valor a las personas, la unidad de la familia, el trabajo honesto y hecho con excelencia.

Tío Gónzalo cómo le decíamos replico este verso de una canción de Hernán Urbina: “Son tantos los versos que de ti llevo aprendidos” que no quiero borrarlos, anhelo que trasciendan en las generaciones de nuestra familia y de todo aquel que tuvo el privilegio y honor de relacionarse con él. Cómo dijo su hija Claudia “era amigo de sus amigos”. Él nos demostró con su corazón grande que todas las personas pueden tener un lugar especial en nuestros corazones sin distinción de méritos, de clase social y educación.

Su vida significó para nosotros, su familia, un dechado de virtudes que no alcanzamos a enumerar, nos queda en nuestra memoria de recuerdos las mañanas y tardes de tertulia que amenamente dirigía con las anécdotas que vivió en su pueblo El Molino y las vivencias de la trayectoria de su vida.

Mantuvo la juventud reflejada en su sonrisa y la “picardía de sus ocurrencias” la cual se alimento en ocasiones de las amenas conversaciones con sus nietos y sobrinos nietos, donde se nutrían mutuamente, ellos de su sabiduría y él de su inocencia y la atención que le brindaban.

Nuestro príncipe como le decía su sobrina Laura, tanto le gustaba dar sorpresas que se nos fue de sorpresa a disfrutar de la plenitud de la Paz y el gozo del Señor. Reconociendo con sabiduría la mortalidad del ser humano y la soberanía de la voluntad de Dios.

De pequeña escuchaba que había ocupado altos cargos en el Gobierno, lo veía como un gran profesional, pero a la vez cómo ese tío lleno de amor que estaba dispuesto a menguar regalándome su tiempo para sentarme en sus piernas y contarme historias. Doy gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de su amor y sabiduría a través del amor de un ser humano grande donde la vanidad por sus logros y virtudes ya no tocaban a su puerta como él me dijo.

Lo llevaré en el vivo recuerdo de la memoria de mi amor por él que trascenderá en mi esposo y mis hijos.

Con amor de su negra como me decía.

Olga Lucía Bloom Urbina.

Publirreportaje
4 marzo, 2021

A la memoria de un amigo inolvidable

Del doctor Urbina aprendí muchos consejos cuando fui alcalde de mi pueblo El Molino, charlando me decía que la honestidad es la norma de los servidores públicos.


Doctor: Gonzalo Urbina Daza.

Del doctor Urbina aprendí muchos consejos cuando fui alcalde de mi pueblo El Molino, charlando me decía que la honestidad es la norma de los servidores públicos. Hoy me enorgullezco porque fui el único alcalde en ese periodo que salí sin un rasguño en mi hoja de vida, respetando las leyes y la Constitución de Colombia para no abusar del poder que ostente para estrellarlo contra la voluntad del pueblo que gobernaba, ya que cuando la autoridad se parcializa la sociedad se siente insegura porque rompe los vínculos que mantienen sociedad y Estado, eso me llena de orgullo y por eso escribo a la memoria de este molinero que fue orgullo de Rafael Urbina y Gracia Daza sus padres, de haber tenido el privilegio de traer al mundo a este hombre que hoy perdura en los que tuvieron el honor, de ser sus amigos y familiares, me uno al dolor de sus hijos, de sus hermanos y demás familiares por la pérdida irreparable de quien enalteció a La Guajira y a Colombia tanto en el campo político como jurídico, fue un congresista que dio ejemplo de cómo se manejan los recursos del estado dejando obras que hoy perdurarán el  querer de todos los guajiros y principalmente  su pueblo El Molino.

El doctor Urbina fue un genio que, al ausentarse materialmente en el espacio, deja vibrante para siempre el canto para darle alegría a la vida y así persistir en la posteridad el legado persevero de su ingenio.

Lo demostró cuando era fiscal en Valledupar ya que cuando iba a realizar una audiencia pública los amantes del derecho penal acudían en masa para escuchar su oratoria y su sapiensa en el campo jurídico, el doctor Gonzalo Urbina Daza se ganó todos los honores que da la vida sin egoísmo ni envidia, personas como él no se conforman con circunstancias adversas si no que intentan mejorarlas a través del servicio público, así enorgullecen no solo a sus coterráneos sino también a todos los colombianos.

Fue abogado de la Universidad Libre, catedrático de la  misma en Derecho Penal, catedrático de la Universidad Gran Colombia, juez promiscuo del municipio de La Paz y de Chimichagua, departamento del Cesar; fiscal delegado del juzgado segundo superior de Valledupar, secretario de Hacienda del departamento de La Guajira, representante a la Cámara por el partido Conservador de La Guajira, asesor jurídico de la Lotería de Bogotá, magistrado del Consejo Superior de la Judicatura en La Guajira, gerente de la caja de previsión del Distrito de Bogotá, consejero presidencial delegado ante el Ministerio de Desarrollo en la administración del doctor Misael Pastrana Borrero.

Por estos hechos de relevancia nacional, departamental y municipal hablar del doctor Gonzalo no es fácil, a veces por salir de la emoción que la circunstancias y el momento provocan aparecemos injusto al valorar al hombre y enjuiciar su obra que reviste la capacidad e inteligencia de un hombre que sirvió y deja un legado para la historia.

Todavía me queda el recuerdo cuando usted de Bogotá llegaba a El Molino a visitar todas sus amistades que por muy humildes que fueran compartía y recordaba esos tiempos de juventud tomándose un tinto o un sancocho hecho con leña en un fogón en el patio de sus casas.

Esas mismas familias lloran su partida y lo recordaran para siempre ya que para usted no existían extractos sociales si no el abrazo fiel caluroso de sus amigos.

Descansa en paz mi inolvidable amigo.

‘El Mono’ Vence.

Para un hombre que la vanidad ya no tocaba a su puerta

Tuve el privilegio de compartir y disfrutar del cariño de un hombre que con su sabiduría me enseñó a gozar de la lluvia, de los pájaros, del fruto que producía un árbol y observar los detalles de la naturaleza en su esplendor. Los cuales valoraba cómo el mayor de los tesoros.

Un hombre que gozaba de la sencillez de la vida, que valoraba a las personas por lo que significan para Dios, sin ni siquiera nombrarlo, solo dándoles el valor con sus actos de amor y desprendimiento de lo material para compartirlo. Un hombre que con su ejemplo nos indujo a darle valor a las personas, la unidad de la familia, el trabajo honesto y hecho con excelencia.

Tío Gónzalo cómo le decíamos replico este verso de una canción de Hernán Urbina: “Son tantos los versos que de ti llevo aprendidos” que no quiero borrarlos, anhelo que trasciendan en las generaciones de nuestra familia y de todo aquel que tuvo el privilegio y honor de relacionarse con él. Cómo dijo su hija Claudia “era amigo de sus amigos”. Él nos demostró con su corazón grande que todas las personas pueden tener un lugar especial en nuestros corazones sin distinción de méritos, de clase social y educación.

Su vida significó para nosotros, su familia, un dechado de virtudes que no alcanzamos a enumerar, nos queda en nuestra memoria de recuerdos las mañanas y tardes de tertulia que amenamente dirigía con las anécdotas que vivió en su pueblo El Molino y las vivencias de la trayectoria de su vida.

Mantuvo la juventud reflejada en su sonrisa y la “picardía de sus ocurrencias” la cual se alimento en ocasiones de las amenas conversaciones con sus nietos y sobrinos nietos, donde se nutrían mutuamente, ellos de su sabiduría y él de su inocencia y la atención que le brindaban.

Nuestro príncipe como le decía su sobrina Laura, tanto le gustaba dar sorpresas que se nos fue de sorpresa a disfrutar de la plenitud de la Paz y el gozo del Señor. Reconociendo con sabiduría la mortalidad del ser humano y la soberanía de la voluntad de Dios.

De pequeña escuchaba que había ocupado altos cargos en el Gobierno, lo veía como un gran profesional, pero a la vez cómo ese tío lleno de amor que estaba dispuesto a menguar regalándome su tiempo para sentarme en sus piernas y contarme historias. Doy gracias a Dios por haberme permitido disfrutar de su amor y sabiduría a través del amor de un ser humano grande donde la vanidad por sus logros y virtudes ya no tocaban a su puerta como él me dijo.

Lo llevaré en el vivo recuerdo de la memoria de mi amor por él que trascenderá en mi esposo y mis hijos.

Con amor de su negra como me decía.

Olga Lucía Bloom Urbina.