Publicidad
Categorías
Categorías
Columnista - 5 marzo, 2020

A acatar ordenes

El domingo 8 será el Día Internacional de la Mujer. Ya sabemos la tremenda responsabilidad para con ellas, esa antigua deuda de gratitud por tantos años de negación de sus derechos, que abarcan desde poder heredar, poseer propiedades, cursas estudios, libertades, escoger profesiones, viajes, casamiento y un largo etcétera que llena miles de páginas. Aún […]

Boton Wpp

El domingo 8 será el Día Internacional de la Mujer. Ya sabemos la tremenda responsabilidad para con ellas, esa antigua deuda de gratitud por tantos años de negación de sus derechos, que abarcan desde poder heredar, poseer propiedades, cursas estudios, libertades, escoger profesiones, viajes, casamiento y un largo etcétera que llena miles de páginas.

Aún estamos discutiendo su derecho al aborto un largo tema donde especialistas de todos los campos meten sus conceptos en pro y en contra, donde otros son indiferentes. Desde las pastillas anticonceptivas, la limitación del número de hijos, la nueva pastilla del día después, hasta la decisión personal y voluntaria de cada una de ellas nos pone a pruebas.

Ahora con tanto avance, las féminas ocupan todos los espacios, desde las grandes magistraturas de la nación, hasta presentadoras de televisión, nos mantienen en vilo. Algunas con sus frases recurrentes como que ya no es necesario tantas psicólogas o sociólogas, otras se escapan con cuerdas de los consultorios odontológicos y luego desde el país vecino reafirman que la compra de votos en Colombia es algo tan antiguo como parir.

No cerramos bien el capítulo cuando la eterna ministra de todos los puestos en los últimos 20 años, Alicia Arango, dice que en el país matan más personas para robarle el celular que por defensa de los derechos humanos o algo así, repito con tanta información, la cosa no es fácil de digerir.

En Valledupar, al menos tenemos valores representativos en universidades, los gobiernos tanto departamental como de la ciudad están caras nuevas, sin olvidar que para absolutamente nadie es secreto que en el Cesar no se mueve una sola hoja, al menos políticamente, donde un guiño femenino, la mano invisible nunca tiene edad, es eterna.

No olvidemos que la ciudad tiene desde sus fundadores nombres femeninos, desde La Gran Loperena, nombre de nuestro primer colegio de secundaria, la Casa de la Cultura Cecilia Caballero de López, el Hospital Rosario Pumarejo de López, el Parque Consuelo Araujo Noguera, la biblioteca del antiguo colegio femenino Lisbeth Rosado de Ramírez, las casas de la mujer por todo el departamento llamadas Beatriz García de Vigna, incluso “La Casa en el Aire” que tanto tropiezos tiene, fue hecha por el maestro Escalona a una de sus hijas. Y las que faltan.

Toca liderar con médicas, ingenieras, abogadas, maestras, periodistas, concejales y diputadas el encuentro anotado, justo darles regalos, pero lo más importante reconocerles más derechos, ellas siempre piden más, casi nunca están conformes, es su condición natural.

Olvidemos el reciente caso de Manaure como un minuto de celos, olvidemos las peleas internas en la UPC, la demanda a la nueva contralora municipal, los nuevos matrimonios y amores políticos, seamos solidarios con ellas, desde su niñez, hasta su adultez donde requieren mayores dosis de felicidad. Y nada hace más felices a las mujeres – y hombres- que tener descendencia.

El presidente Maduro acaba de pedirles a las mujeres de su país parir seis hijos para crecer la patria, corresponderá a nosotros como buenos vecinos poner de nuestra parte para esas féminas que están en nuestra tierra cumplan el mandato presidencial de su nación, no podemos ser tan egoístas, cuando de ayudar a un país hermano se trata. Si hemos contribuido en lo laboral, como no hacerlo en completar o iniciar, dependiendo el caso, para que ellas completen su media docena de muchachos.

No nos entretengamos con el coronavirus, iniciemos esta noble tarea, mucho le debemos a Venezuela en el pasado y ahora nos toca ayudarla a crecer. Saludos.

Columnista
5 marzo, 2020

A acatar ordenes

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Edgardo Mendoza Guerra

El domingo 8 será el Día Internacional de la Mujer. Ya sabemos la tremenda responsabilidad para con ellas, esa antigua deuda de gratitud por tantos años de negación de sus derechos, que abarcan desde poder heredar, poseer propiedades, cursas estudios, libertades, escoger profesiones, viajes, casamiento y un largo etcétera que llena miles de páginas. Aún […]


El domingo 8 será el Día Internacional de la Mujer. Ya sabemos la tremenda responsabilidad para con ellas, esa antigua deuda de gratitud por tantos años de negación de sus derechos, que abarcan desde poder heredar, poseer propiedades, cursas estudios, libertades, escoger profesiones, viajes, casamiento y un largo etcétera que llena miles de páginas.

Aún estamos discutiendo su derecho al aborto un largo tema donde especialistas de todos los campos meten sus conceptos en pro y en contra, donde otros son indiferentes. Desde las pastillas anticonceptivas, la limitación del número de hijos, la nueva pastilla del día después, hasta la decisión personal y voluntaria de cada una de ellas nos pone a pruebas.

Ahora con tanto avance, las féminas ocupan todos los espacios, desde las grandes magistraturas de la nación, hasta presentadoras de televisión, nos mantienen en vilo. Algunas con sus frases recurrentes como que ya no es necesario tantas psicólogas o sociólogas, otras se escapan con cuerdas de los consultorios odontológicos y luego desde el país vecino reafirman que la compra de votos en Colombia es algo tan antiguo como parir.

No cerramos bien el capítulo cuando la eterna ministra de todos los puestos en los últimos 20 años, Alicia Arango, dice que en el país matan más personas para robarle el celular que por defensa de los derechos humanos o algo así, repito con tanta información, la cosa no es fácil de digerir.

En Valledupar, al menos tenemos valores representativos en universidades, los gobiernos tanto departamental como de la ciudad están caras nuevas, sin olvidar que para absolutamente nadie es secreto que en el Cesar no se mueve una sola hoja, al menos políticamente, donde un guiño femenino, la mano invisible nunca tiene edad, es eterna.

No olvidemos que la ciudad tiene desde sus fundadores nombres femeninos, desde La Gran Loperena, nombre de nuestro primer colegio de secundaria, la Casa de la Cultura Cecilia Caballero de López, el Hospital Rosario Pumarejo de López, el Parque Consuelo Araujo Noguera, la biblioteca del antiguo colegio femenino Lisbeth Rosado de Ramírez, las casas de la mujer por todo el departamento llamadas Beatriz García de Vigna, incluso “La Casa en el Aire” que tanto tropiezos tiene, fue hecha por el maestro Escalona a una de sus hijas. Y las que faltan.

Toca liderar con médicas, ingenieras, abogadas, maestras, periodistas, concejales y diputadas el encuentro anotado, justo darles regalos, pero lo más importante reconocerles más derechos, ellas siempre piden más, casi nunca están conformes, es su condición natural.

Olvidemos el reciente caso de Manaure como un minuto de celos, olvidemos las peleas internas en la UPC, la demanda a la nueva contralora municipal, los nuevos matrimonios y amores políticos, seamos solidarios con ellas, desde su niñez, hasta su adultez donde requieren mayores dosis de felicidad. Y nada hace más felices a las mujeres – y hombres- que tener descendencia.

El presidente Maduro acaba de pedirles a las mujeres de su país parir seis hijos para crecer la patria, corresponderá a nosotros como buenos vecinos poner de nuestra parte para esas féminas que están en nuestra tierra cumplan el mandato presidencial de su nación, no podemos ser tan egoístas, cuando de ayudar a un país hermano se trata. Si hemos contribuido en lo laboral, como no hacerlo en completar o iniciar, dependiendo el caso, para que ellas completen su media docena de muchachos.

No nos entretengamos con el coronavirus, iniciemos esta noble tarea, mucho le debemos a Venezuela en el pasado y ahora nos toca ayudarla a crecer. Saludos.