Por: Raúl Bermúdez Márquez Martha, Susan y Nora, tres jóvenes que obtuvieron su diploma en Enfermería en el Everest College, una institución de educación superior con ánimo de lucro con más de 30 sedes a lo largo y ancho del mapa de los Estados Unidos, en el documental College Inc, producido por Frontline para el […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Martha, Susan y Nora, tres jóvenes que obtuvieron su diploma en Enfermería en el Everest College, una institución de educación superior con ánimo de lucro con más de 30 sedes a lo largo y ancho del mapa de los Estados Unidos, en el documental College Inc, producido por Frontline para el PBS (Public Broadcasting Service) ofrecieron el siguiente testimonio:. “Nos dijeron que [con el título] íbamos a hacer de 25 a 35 dólares por hora”, relatan en el documental. “Y que nos iban a dar puestos de trabajo porque [en la universidad] tienen muchos contactos”.
Convencidas por estos argumentos, aceptaron endeudarse con el Estado por casi 30.000 dólares cada una para pagar un curso de un año. Pero en su formación nunca pusieron pie en un hospital -“Fuimos a un museo de cientología para una rotación psiquiátrica”, aclara una de ellas-. Al no tener ninguna experiencia real y no haber recibido el entrenamiento adecuado, no han podido conseguir empleo como enfermeras.
Ahora su situación es más grave que cuando no tenían título profesional porque en Estados Unidos, -como en Colombia-, los créditos educativos son los más difíciles de evadir, pues entran directamente a las bases de datos estatales, con todas las consecuencias que ello acarrea: embargos, interceptación de las devoluciones por impuestos, inelegibilidad para cargos públicos y otros beneficios económicos, etc Situaciones como la de estas tres jóvenes se repiten sin cesar y, a juzgar por las noticias recientes, el sistema de préstamos y subsidios educativos en USA está a punto de colapsar. Las universidades con ánimo de lucro no pueden cumplir sus promesas por varias razones. De un lado, los estudiantes que se comprometen con préstamos estatales carecen a menudo de las competencias necesarias para sacarle provecho a la formación. Las tasas de deserción son altísimas. Sostiene Tom Harkin, senador demócrata por el Estado de Iowa y presidente de la Comisión de Salud, Educación, Trabajo y Pensión del Senado norteamericano que “aproximadamente un millón 900 mil estudiante abandonaron estas universidades, la mayoría de ellos sin nada más que mostrar que la deuda del crédito estudiantil.
“De otro lado, si obtienen el título, estos estudiantes resultan indefensos frente a un mercado laboral altamente competitivo y especializado, pues la formación que reciben, reducida a la adquisición de competencias básicas para desempeñar una profesión, tampoco los habilita para desempeñarse seriamente en el mercado de trabajo. A pesar del estruendoso fracaso en USA, el modelo de las IES con ánimo de lucro, quiere implementarse en Colombia a propósito de la presentación del nuevo proyecto de Reforma de la ley 30 de 1992 que regula el sistema de Educación Superior, concebido por el gobierno como la panacea para la ampliación de cobertura. Y si ese es estrictamente el propósito, la estrategia podría darles resultados.
El mismo senador Harkin, en otro aparte de la entrevista se escandaliza porque “a la universidad de Harvard le tomó casi 375 años para tener un total de 6.600 estudiantes, pero la Universidad de Phoenix ha necesitado tan solo 34 años para tener un total de casi 500.000”. ¿A costa de qué? Evidentemente, quien paga los platos rotos es la calidad de la Educación Superior.
Las universidades con ánimo de lucro recortan gastos al eliminar tanto los contratos de tiempo completo como la carrera docente, excluyen de las políticas académicas el ámbito de la investigación pura, se cierran las carreras poco rentables y se sacan del currículo las asignaturas que no estén directamente orientadas a la formación profesional.
Es la robotización de la Educación Superior para formar profesionales que hagan, pero que no piensen. Se trata simple y llanamente, de impartir una educación que garantice al capital trasnacional que vamos a seguir siendo unos eternos replicadores de la tecnología que sus ejecutivos y científicos lograron y desarrollaron en las universidades tradicionales, es decir, en las verdaderas universidades.
Por: Raúl Bermúdez Márquez Martha, Susan y Nora, tres jóvenes que obtuvieron su diploma en Enfermería en el Everest College, una institución de educación superior con ánimo de lucro con más de 30 sedes a lo largo y ancho del mapa de los Estados Unidos, en el documental College Inc, producido por Frontline para el […]
Por: Raúl Bermúdez Márquez
Martha, Susan y Nora, tres jóvenes que obtuvieron su diploma en Enfermería en el Everest College, una institución de educación superior con ánimo de lucro con más de 30 sedes a lo largo y ancho del mapa de los Estados Unidos, en el documental College Inc, producido por Frontline para el PBS (Public Broadcasting Service) ofrecieron el siguiente testimonio:. “Nos dijeron que [con el título] íbamos a hacer de 25 a 35 dólares por hora”, relatan en el documental. “Y que nos iban a dar puestos de trabajo porque [en la universidad] tienen muchos contactos”.
Convencidas por estos argumentos, aceptaron endeudarse con el Estado por casi 30.000 dólares cada una para pagar un curso de un año. Pero en su formación nunca pusieron pie en un hospital -“Fuimos a un museo de cientología para una rotación psiquiátrica”, aclara una de ellas-. Al no tener ninguna experiencia real y no haber recibido el entrenamiento adecuado, no han podido conseguir empleo como enfermeras.
Ahora su situación es más grave que cuando no tenían título profesional porque en Estados Unidos, -como en Colombia-, los créditos educativos son los más difíciles de evadir, pues entran directamente a las bases de datos estatales, con todas las consecuencias que ello acarrea: embargos, interceptación de las devoluciones por impuestos, inelegibilidad para cargos públicos y otros beneficios económicos, etc Situaciones como la de estas tres jóvenes se repiten sin cesar y, a juzgar por las noticias recientes, el sistema de préstamos y subsidios educativos en USA está a punto de colapsar. Las universidades con ánimo de lucro no pueden cumplir sus promesas por varias razones. De un lado, los estudiantes que se comprometen con préstamos estatales carecen a menudo de las competencias necesarias para sacarle provecho a la formación. Las tasas de deserción son altísimas. Sostiene Tom Harkin, senador demócrata por el Estado de Iowa y presidente de la Comisión de Salud, Educación, Trabajo y Pensión del Senado norteamericano que “aproximadamente un millón 900 mil estudiante abandonaron estas universidades, la mayoría de ellos sin nada más que mostrar que la deuda del crédito estudiantil.
“De otro lado, si obtienen el título, estos estudiantes resultan indefensos frente a un mercado laboral altamente competitivo y especializado, pues la formación que reciben, reducida a la adquisición de competencias básicas para desempeñar una profesión, tampoco los habilita para desempeñarse seriamente en el mercado de trabajo. A pesar del estruendoso fracaso en USA, el modelo de las IES con ánimo de lucro, quiere implementarse en Colombia a propósito de la presentación del nuevo proyecto de Reforma de la ley 30 de 1992 que regula el sistema de Educación Superior, concebido por el gobierno como la panacea para la ampliación de cobertura. Y si ese es estrictamente el propósito, la estrategia podría darles resultados.
El mismo senador Harkin, en otro aparte de la entrevista se escandaliza porque “a la universidad de Harvard le tomó casi 375 años para tener un total de 6.600 estudiantes, pero la Universidad de Phoenix ha necesitado tan solo 34 años para tener un total de casi 500.000”. ¿A costa de qué? Evidentemente, quien paga los platos rotos es la calidad de la Educación Superior.
Las universidades con ánimo de lucro recortan gastos al eliminar tanto los contratos de tiempo completo como la carrera docente, excluyen de las políticas académicas el ámbito de la investigación pura, se cierran las carreras poco rentables y se sacan del currículo las asignaturas que no estén directamente orientadas a la formación profesional.
Es la robotización de la Educación Superior para formar profesionales que hagan, pero que no piensen. Se trata simple y llanamente, de impartir una educación que garantice al capital trasnacional que vamos a seguir siendo unos eternos replicadores de la tecnología que sus ejecutivos y científicos lograron y desarrollaron en las universidades tradicionales, es decir, en las verdaderas universidades.