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Columnista - 4 julio, 2011

Una buena parranda en Villanueva

Por fin comprobé el encanto que tiene Villanueva para las parrandas, ahora entiendo, por qué en esta tierra las notas musicales flotan en el aire y se suspenden para que los artistas las toquen y encuentren la inspiración, que da como resultado creaciones hermosas. No en vano podemos mencionar a dinastías de tanta trayectoria como: […]

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Por fin comprobé el encanto que tiene Villanueva para las parrandas, ahora entiendo, por qué en esta tierra las notas musicales flotan en el aire y se suspenden para que los artistas las toquen y encuentren la inspiración, que da como resultado creaciones hermosas. No en vano podemos mencionar a dinastías de tanta trayectoria como: los Romero, los Murgas, los Zuleta y artistas de gran talla como Jorgito Celedón, Jean Carlos Centeno, el Turco Gil, Egidio Cuadrado, entre otros. Pero el hecho de llegar a esa parranda fue únicamente por Esmeralda, la esposa de Juan Carlos Quintero,  que se obstinó en conocer ese universo mágico lleno de vallenato y brisa fría que proviene de la Serranía de Perijá.  Decididos nos fuimos a descubrir qué es lo que encierra ‘Cuna de Acordeones’ y al llegar a la casa del juez; Abel Daza, ingresamos un patio frondoso, impregnado de esos aromas a tierra mojada y esencias silvestres tan características de nuestra provincia, encontramos lo que un escritor añora, músicos y personajes cargados de tradición oral, dignos para recrear una novela. De entrada,  la hospitalidad característica de la gente villanuevera estuvo presente y un trago de Old Parr me hizo sentirme guajiro y vallenato, para entrar en ambiente, al escuchar la nota exquisita y ordenada  del ‘Pangue’ Maestre y el canto melodioso de Ponchito Cotes que le interpretaba la parranda y la mujer, al homenajeado, el ex vicepresidente Francisco Santos. Me dije, carajo esto hay que escribirlo, Francisco Santos el mismo del metro de Villanueva, bailaba con un paso medio raro y escuchaba con atención junto a otros cachacos que con sus cachetes colorados, no por el calor, sino por la emoción, se gozaban a personajes emblemáticos y macondianos como: Kao Mendoza, José ‘Casquita’ Mazenet y ‘Beto’ Barros, escuchando un anecdotario que hacían las delicias de  algunos asistentes: el Chijo Orozco, Evelio Daza, José Félix Lafaurie, Carlitos Quintero, entre otros.
Cuando terminaban los cuentos, pasaba una bandeja de friche, chicharrones con bollo limpio y yuca molinera;  y seguía la música, ahora el turno era para Israel Romero, quien hacía de las suyas con el acordeón recordando las buenas épocas del Binomio de Oro, para darle paso a un muchacho que me sorprendió mucho y que tiene un futuro prometedor, es muy completo, canta bien, toca el acordeón de buena forma y versea como pocos, se trata de Jaime Dangond, dicen que es el papá de Iván Zuleta, demostrando que el vallenato tiene remplazo y afloran talentos que garantizan que nuestro folklore perdure en el tiempo. Para terminar, no podían faltar las cuerdas y apareció el heredero de la dinastía Marín, con un guitarrista punteador como Manuel Rosado. Deimer interpretó canciones como Villanueva Mía y no me voy a morir por un amor, que conmovieron a más de uno, cerrando con broche de oro, lo que fue la mejor parranda del festival,  y todo gracias a quien, a Esmeralda, que promovió ese viaje y que terminó en una aventura literaria.
Estocada: Sería bueno que se aclarara pronto la historia del soborno de cien millones a los cinco concejales y que se conozcan los nombres. La opinión merece saber qué clase de cabildantes tenemos, justo ahora que se acercan las elecciones.

Columnista
4 julio, 2011

Una buena parranda en Villanueva

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.

Por fin comprobé el encanto que tiene Villanueva para las parrandas, ahora entiendo, por qué en esta tierra las notas musicales flotan en el aire y se suspenden para que los artistas las toquen y encuentren la inspiración, que da como resultado creaciones hermosas. No en vano podemos mencionar a dinastías de tanta trayectoria como: […]


Por fin comprobé el encanto que tiene Villanueva para las parrandas, ahora entiendo, por qué en esta tierra las notas musicales flotan en el aire y se suspenden para que los artistas las toquen y encuentren la inspiración, que da como resultado creaciones hermosas. No en vano podemos mencionar a dinastías de tanta trayectoria como: los Romero, los Murgas, los Zuleta y artistas de gran talla como Jorgito Celedón, Jean Carlos Centeno, el Turco Gil, Egidio Cuadrado, entre otros. Pero el hecho de llegar a esa parranda fue únicamente por Esmeralda, la esposa de Juan Carlos Quintero,  que se obstinó en conocer ese universo mágico lleno de vallenato y brisa fría que proviene de la Serranía de Perijá.  Decididos nos fuimos a descubrir qué es lo que encierra ‘Cuna de Acordeones’ y al llegar a la casa del juez; Abel Daza, ingresamos un patio frondoso, impregnado de esos aromas a tierra mojada y esencias silvestres tan características de nuestra provincia, encontramos lo que un escritor añora, músicos y personajes cargados de tradición oral, dignos para recrear una novela. De entrada,  la hospitalidad característica de la gente villanuevera estuvo presente y un trago de Old Parr me hizo sentirme guajiro y vallenato, para entrar en ambiente, al escuchar la nota exquisita y ordenada  del ‘Pangue’ Maestre y el canto melodioso de Ponchito Cotes que le interpretaba la parranda y la mujer, al homenajeado, el ex vicepresidente Francisco Santos. Me dije, carajo esto hay que escribirlo, Francisco Santos el mismo del metro de Villanueva, bailaba con un paso medio raro y escuchaba con atención junto a otros cachacos que con sus cachetes colorados, no por el calor, sino por la emoción, se gozaban a personajes emblemáticos y macondianos como: Kao Mendoza, José ‘Casquita’ Mazenet y ‘Beto’ Barros, escuchando un anecdotario que hacían las delicias de  algunos asistentes: el Chijo Orozco, Evelio Daza, José Félix Lafaurie, Carlitos Quintero, entre otros.
Cuando terminaban los cuentos, pasaba una bandeja de friche, chicharrones con bollo limpio y yuca molinera;  y seguía la música, ahora el turno era para Israel Romero, quien hacía de las suyas con el acordeón recordando las buenas épocas del Binomio de Oro, para darle paso a un muchacho que me sorprendió mucho y que tiene un futuro prometedor, es muy completo, canta bien, toca el acordeón de buena forma y versea como pocos, se trata de Jaime Dangond, dicen que es el papá de Iván Zuleta, demostrando que el vallenato tiene remplazo y afloran talentos que garantizan que nuestro folklore perdure en el tiempo. Para terminar, no podían faltar las cuerdas y apareció el heredero de la dinastía Marín, con un guitarrista punteador como Manuel Rosado. Deimer interpretó canciones como Villanueva Mía y no me voy a morir por un amor, que conmovieron a más de uno, cerrando con broche de oro, lo que fue la mejor parranda del festival,  y todo gracias a quien, a Esmeralda, que promovió ese viaje y que terminó en una aventura literaria.
Estocada: Sería bueno que se aclarara pronto la historia del soborno de cien millones a los cinco concejales y que se conozcan los nombres. La opinión merece saber qué clase de cabildantes tenemos, justo ahora que se acercan las elecciones.