Durante el conversatorio se abordaron temáticas que van desde el valor académico e intelectual de la obra, las formas históricas de censura de periodistas, hasta la manera cómo el vallenato se articula para mantener las estructuras de poder.
En un evento que contó con la presencia de docentes universitarios, periodistas, familiares de Guzmán Quintero, público en general y usuarios de redes sociales, fue presentado el libro ‘Memoria del olvido’, la historia del periodista Guzmán Quintero Torres, asesinado en septiembre de 1999 en Valledupar, cuando ejercía labores de periodismo. El texto, de la autoría del periodista y sociólogo Hamilton Fuentes, contribuyó a la declaratoria del caso como crimen de lesa humanidad.
“Estamos reunidos para celebrar la llegada de este nuevo libro, que no solamente es un viaje a través de estas páginas, sino una ventana abierta a las ideas. Es una historia cautivadora y dolorosa, pero necesaria para recordar la memoria de lo que ha sido la persecución en Colombia del periodismo crítico”, fueron las palabras de apertura del profesor Miguel Ángel Beltrán en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
Durante el conversatorio, que se extendió poco más de una hora, se abordaron temáticas que van desde el valor académico e intelectual de la obra, categorías para el análisis científico de una época de conflicto en el departamento del Cesar, las formas históricas de censura y autocensura de periodistas, hasta la manera cómo el vallenato –cultura musical, principalmente– se articula para mantener las estructuras de poder y de dominación social, política y económica.
Camilo Quintero, abogado, hijo de Guzmán Quintero, quien vive fuera del Cesar a raíz de las estigmatizaciones por lo que él mismo denomina “ser hijo de Guzmán”, dijo: “No ha sido fácil rescatar la memoria de mi padre por diferentes circunstancias de vida, la violencia que ha crecido en el país. A veces, como familia, por este tipo de violencias, agachamos la cabeza”, precisó.
En lo concerniente al estado de cosas actual del periodismo en Colombia, la periodista Adriana Téllez indicó que “pese a que hay más medios de comunicación –alternativos, redes sociales– hay silencio y mordazas en todo lugar. Muchos periodistas están sujetos al modelo económico, al gobierno de turno e, inclusive, a sus propias ideologías políticas y a las tendencias que se van dando en los territorios”, sostuvo.
“A la censura, autocensura y silenciamiento por parte de actores armados, también se suma el de la censura por la pauta publicitaria y el condicionamiento de las relaciones de poder a través del estado corporativo que brinda unas opciones a pseudoperiodistas –o periodistas prepagos– y se entra en una zona de confort, donde se cree que el periodismo es para hacer dinero”, dijo a su turno Hamilton Fuentes, quien también compartió en otros momentos sobre el proceso de creación del libro y sus motivaciones.
Otro de los tópicos desarrollados tuvo que ver con el dilema de la neutralidad a la hora de hacer periodismo, para el cual los ponentes conservaron la opinión unánime de la necesidad de sostener posturas, de mantenerse del lado de una causa. “Para mí es fundamental el pensamiento crítico, tomar una posición. Creo que la neutralidad es un término prostituido, porque nosotros no podemos callar. Y si callamos, somos cómplices del delito y del crimen”, afirmó el docente Pablo Cabra.
A su vez, la docente María Elvira Naranjo, señaló la importancia de futuras investigaciones científicas y académicas a partir de ‘Memoria del olvido’. “Una de las posibilidades reales y prácticas para que los que quieran hacer investigación sociológica puedan hacerlo utilizando herramientas como la de investigación y acción participativa de Orlando Fals Borda, es precisamente esa mirada interdisciplinar, como se ve en el ejercicio de Hamilton Fuentes”, aseguró.
Al cierre del evento, la conversación giró en torno al vallenato como posible elemento para la conservación de organizaciones tradicionales de poder en el Cesar, dejando, a manera de reflexión, la pregunta: ¿es el vallenato un dispositivo de dominación política?
Por Alexander Gutiérrez
Durante el conversatorio se abordaron temáticas que van desde el valor académico e intelectual de la obra, las formas históricas de censura de periodistas, hasta la manera cómo el vallenato se articula para mantener las estructuras de poder.
En un evento que contó con la presencia de docentes universitarios, periodistas, familiares de Guzmán Quintero, público en general y usuarios de redes sociales, fue presentado el libro ‘Memoria del olvido’, la historia del periodista Guzmán Quintero Torres, asesinado en septiembre de 1999 en Valledupar, cuando ejercía labores de periodismo. El texto, de la autoría del periodista y sociólogo Hamilton Fuentes, contribuyó a la declaratoria del caso como crimen de lesa humanidad.
“Estamos reunidos para celebrar la llegada de este nuevo libro, que no solamente es un viaje a través de estas páginas, sino una ventana abierta a las ideas. Es una historia cautivadora y dolorosa, pero necesaria para recordar la memoria de lo que ha sido la persecución en Colombia del periodismo crítico”, fueron las palabras de apertura del profesor Miguel Ángel Beltrán en la Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá.
Durante el conversatorio, que se extendió poco más de una hora, se abordaron temáticas que van desde el valor académico e intelectual de la obra, categorías para el análisis científico de una época de conflicto en el departamento del Cesar, las formas históricas de censura y autocensura de periodistas, hasta la manera cómo el vallenato –cultura musical, principalmente– se articula para mantener las estructuras de poder y de dominación social, política y económica.
Camilo Quintero, abogado, hijo de Guzmán Quintero, quien vive fuera del Cesar a raíz de las estigmatizaciones por lo que él mismo denomina “ser hijo de Guzmán”, dijo: “No ha sido fácil rescatar la memoria de mi padre por diferentes circunstancias de vida, la violencia que ha crecido en el país. A veces, como familia, por este tipo de violencias, agachamos la cabeza”, precisó.
En lo concerniente al estado de cosas actual del periodismo en Colombia, la periodista Adriana Téllez indicó que “pese a que hay más medios de comunicación –alternativos, redes sociales– hay silencio y mordazas en todo lugar. Muchos periodistas están sujetos al modelo económico, al gobierno de turno e, inclusive, a sus propias ideologías políticas y a las tendencias que se van dando en los territorios”, sostuvo.
“A la censura, autocensura y silenciamiento por parte de actores armados, también se suma el de la censura por la pauta publicitaria y el condicionamiento de las relaciones de poder a través del estado corporativo que brinda unas opciones a pseudoperiodistas –o periodistas prepagos– y se entra en una zona de confort, donde se cree que el periodismo es para hacer dinero”, dijo a su turno Hamilton Fuentes, quien también compartió en otros momentos sobre el proceso de creación del libro y sus motivaciones.
Otro de los tópicos desarrollados tuvo que ver con el dilema de la neutralidad a la hora de hacer periodismo, para el cual los ponentes conservaron la opinión unánime de la necesidad de sostener posturas, de mantenerse del lado de una causa. “Para mí es fundamental el pensamiento crítico, tomar una posición. Creo que la neutralidad es un término prostituido, porque nosotros no podemos callar. Y si callamos, somos cómplices del delito y del crimen”, afirmó el docente Pablo Cabra.
A su vez, la docente María Elvira Naranjo, señaló la importancia de futuras investigaciones científicas y académicas a partir de ‘Memoria del olvido’. “Una de las posibilidades reales y prácticas para que los que quieran hacer investigación sociológica puedan hacerlo utilizando herramientas como la de investigación y acción participativa de Orlando Fals Borda, es precisamente esa mirada interdisciplinar, como se ve en el ejercicio de Hamilton Fuentes”, aseguró.
Al cierre del evento, la conversación giró en torno al vallenato como posible elemento para la conservación de organizaciones tradicionales de poder en el Cesar, dejando, a manera de reflexión, la pregunta: ¿es el vallenato un dispositivo de dominación política?
Por Alexander Gutiérrez