Una universidad que navegaba sin rumbo ni timonel, esa misma que todavía tiene sus desniveles, propios de todo ese recorrido nefasto en la que la han venido sumergiendo sus más terribles detractores; es decir aquellos que solo ven en ella una oportunidad económica personal; hoy la UPC está enderezando su rumbo.
“Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal, en surco de dolores, el bien germina ya”.
La Universidad Popular del Cesar, nuestra querida alma mater, que viene dando tumbos, la misma que en cada semestre tenía un rector diferente, que se ofrendaba al ‘mejor’ postor político.
Una universidad que navegaba sin rumbo ni timonel, esa misma que todavía tiene sus desniveles, propios de todo ese recorrido nefasto en la que la han venido sumergiendo sus más terribles detractores; es decir aquellos que solo ven en ella una oportunidad económica personal; hoy la UPC está enderezando su rumbo.
Y como dice de manera especial nuestro himno nacional, aplica al sentido que desde este análisis queremos brindar: ‘En surco de dolores, el bien germina ya’.
Hay problemas, es cierto. Pero hay acciones importantes que en manos del señor rector Rober Romero Ramírez se vienen desarrollando y hoy la tienen con una cara nueva, diferente.
La universidad que encontró el actual rector, estaba sumida en una profunda crisis: de recursos humanos, un ambiente laboral resquebrajado, académicamente en retroceso y económicamente mal; las instalaciones tomadas por los alumnos en un paro, producto de unas exigencias mínimas, que no fueron oídas y conllevó a que se tomaran acciones de hecho por parte de ellos.
Las instalaciones de la universidad sufrieron un retroceso al desarrollo, en un lapso de tiempo importante, en la administración anterior, y en las anteriores; antes de la pandemia y post pandemia.
Los recursos de mantenimiento, inversión y compras para que todo funcionara de forma óptima se recortó de manera indiscriminada y generó una crisis fuerte.
Lo que debió utilizarse en arreglos y adquisición de equipos, que era importante para su desarrollo, por ejemplo: los aires acondicionados, ascensores, cuartos de máquinas de estabilización y suministro de agua potable, adecuación de las baterías sanitarias que estaban fuera de servicio, el parque automotor paralizado por falta de un contrato de mantenimiento y servicio.
Esta platica, alrededor de mil millones de pesos, se utilizaba para saciar la sed burocrática de la vicerrectoría académica del momento, que contrató catorce profesionales con órdenes de prestación de servicio ¿y los entes de control, internos y externos? brillando por su silencio y ceguera.
Súmele a todo esto, como si fuese poco, que la crisis llegó y tocó a los docentes, la demora del pago de sus salarios se dio, simplemente porque no se envió a tiempo una información al ministerio por parte de la división administrativa y financiera.
La única universidad en quedarse rezagada y demorar desde allí, los pagos de su capital humano académico, fue esta.
La sede de bellas artes, en un deterioro evidente, su estructura, sus baños; sin aire acondicionado y los estudiantes sufriendo toda clase de incomodidad. Un caos total la Universidad Popular del Cesar.
Todo esto le tocó afrontar al actual rector a su llegada a la universidad; hoy, si bien es cierto falta mucha tela por cortar, debemos analizar este primer año de manera especial y observar los cambios que son significativos y merecidos para este centro de educación superior, gracias al trabajo de este dinámico rector, Rober Trinidad Romero Ramírez.
Esperemos la próxima entrega para hablar de los cambios, de las cosas que han llegado a fortalecer los diferentes departamentos académicos y a darle cara de universidad, como debe ser. Sólo Eso
Por Eduardo Santos Ortega Vergara
Una universidad que navegaba sin rumbo ni timonel, esa misma que todavía tiene sus desniveles, propios de todo ese recorrido nefasto en la que la han venido sumergiendo sus más terribles detractores; es decir aquellos que solo ven en ella una oportunidad económica personal; hoy la UPC está enderezando su rumbo.
“Oh gloria inmarcesible, oh júbilo inmortal, en surco de dolores, el bien germina ya”.
La Universidad Popular del Cesar, nuestra querida alma mater, que viene dando tumbos, la misma que en cada semestre tenía un rector diferente, que se ofrendaba al ‘mejor’ postor político.
Una universidad que navegaba sin rumbo ni timonel, esa misma que todavía tiene sus desniveles, propios de todo ese recorrido nefasto en la que la han venido sumergiendo sus más terribles detractores; es decir aquellos que solo ven en ella una oportunidad económica personal; hoy la UPC está enderezando su rumbo.
Y como dice de manera especial nuestro himno nacional, aplica al sentido que desde este análisis queremos brindar: ‘En surco de dolores, el bien germina ya’.
Hay problemas, es cierto. Pero hay acciones importantes que en manos del señor rector Rober Romero Ramírez se vienen desarrollando y hoy la tienen con una cara nueva, diferente.
La universidad que encontró el actual rector, estaba sumida en una profunda crisis: de recursos humanos, un ambiente laboral resquebrajado, académicamente en retroceso y económicamente mal; las instalaciones tomadas por los alumnos en un paro, producto de unas exigencias mínimas, que no fueron oídas y conllevó a que se tomaran acciones de hecho por parte de ellos.
Las instalaciones de la universidad sufrieron un retroceso al desarrollo, en un lapso de tiempo importante, en la administración anterior, y en las anteriores; antes de la pandemia y post pandemia.
Los recursos de mantenimiento, inversión y compras para que todo funcionara de forma óptima se recortó de manera indiscriminada y generó una crisis fuerte.
Lo que debió utilizarse en arreglos y adquisición de equipos, que era importante para su desarrollo, por ejemplo: los aires acondicionados, ascensores, cuartos de máquinas de estabilización y suministro de agua potable, adecuación de las baterías sanitarias que estaban fuera de servicio, el parque automotor paralizado por falta de un contrato de mantenimiento y servicio.
Esta platica, alrededor de mil millones de pesos, se utilizaba para saciar la sed burocrática de la vicerrectoría académica del momento, que contrató catorce profesionales con órdenes de prestación de servicio ¿y los entes de control, internos y externos? brillando por su silencio y ceguera.
Súmele a todo esto, como si fuese poco, que la crisis llegó y tocó a los docentes, la demora del pago de sus salarios se dio, simplemente porque no se envió a tiempo una información al ministerio por parte de la división administrativa y financiera.
La única universidad en quedarse rezagada y demorar desde allí, los pagos de su capital humano académico, fue esta.
La sede de bellas artes, en un deterioro evidente, su estructura, sus baños; sin aire acondicionado y los estudiantes sufriendo toda clase de incomodidad. Un caos total la Universidad Popular del Cesar.
Todo esto le tocó afrontar al actual rector a su llegada a la universidad; hoy, si bien es cierto falta mucha tela por cortar, debemos analizar este primer año de manera especial y observar los cambios que son significativos y merecidos para este centro de educación superior, gracias al trabajo de este dinámico rector, Rober Trinidad Romero Ramírez.
Esperemos la próxima entrega para hablar de los cambios, de las cosas que han llegado a fortalecer los diferentes departamentos académicos y a darle cara de universidad, como debe ser. Sólo Eso
Por Eduardo Santos Ortega Vergara