El triunfo de Gustavo Petro hoy lo reclaman aquellos que por años se sintieron sin voz
Había hecho una promesa de no escribir de política al menos hasta después de la posesión del nuevo Presidente de la República, pero ¿cómo cumplirla si todos los días los actores generan noticias que son dignas de registrar y de analizar, algunas por lo pertinentes y las otras por lo cómicas y traídas de los cabellos?
El triunfo de Gustavo Petro hoy lo reclaman aquellos que por años se sintieron sin voz, sin representación y de alguna manera utilizados por la vieja política, comunidades afro, indígenas, líderes sociales, Lgbti, entre otras, todas con algo en común, se sienten representados al 100% por un hombre venido de las clases populares y una mujer afro que en condiciones normales lo máximo que hubiese aspirado es a ocupar un cargo en su pueblo local debido al enorme racismo y clasismo que impera en nuestra sociedad.
Pero aún no se posesiona el presidente y las fuerzas que acompañaron en el Cesar al candidato ya empezaron a mostrar las fracturas que sobrevendrán durante todo el mandato, la convergencia de movimientos similares en necesidades pero disímiles en objetivos tendrán su punto de inflexión cuando se empiecen a llenar los cargos burocráticos regionales o armar las candidaturas a las elecciones regionales, la historia nos ha demostrado que hay una izquierda que es incapaz de hacer consensos y no oye ni ve ni entiende y esa condición los lleva a actuar con torpeza.
En una aplaudida y bien intencionada iniciativa por parte del profesor Carlos Quintero Romero, director de la emisora Maravilla Estéreo de Valledupar, convocó a un espacio de reconciliación entre las fuerzas ganadoras de las elecciones y las que acompañaron al ingeniero Rodolfo Hernández, particularmente dirigentes del Centro Democrático y otras fuerzas que representan el antagonismo político local, esto por supuesto emulando lo que el presidente electo hizo al invitar al diálogo al ex mandatario Álvaro Uribe lo cual ha sido admirado por todos los sectores pues envía una señal positiva para enfriar las tensiones que pudiesen surgir y evitar una oposición malsana.
El sitio escogido fue el hotel Sonesta, la sala estaba prevista para una asistencia de 30 personas cómodamente sentadas, pero como la convocatoria fue abierta por supuesto se quedó pequeña; el evento reunió a un público interesante, gremios productivos, periodistas, exalcaldes, excandidatos al Congreso, excandidatos a la Alcaldía, un congresista electo, profesionales de todas las disciplinas, líderes populares, asociaciones cívicas entre otros y por supuesto algunos líderes de la oposición, el escenario ideal para el diálogo.
Pero como lo que empieza mal termina mal, el evento lo abrió el propietario del diario La Calle quien en un tono un tanto provocador arrancó echándole flores al presidente Duque y todas las cosas que había hecho por el Cesar, en un salón repleto de gente que se sentía maltratada por el actual gobierno la reacción fue evidente, la protesta airada y la rechifla no se hizo esperar, provocando su salida del evento.
Después de varias intervenciones el ambiente volvió a calmarse y retomó un cauce conciliador, pero a medida que pasaba el tiempo y con la cantidad de inscritos para el uso de la palabra, cuando llegó la hora de hacer las conclusiones y plasmarlas en un documento resumen que recogiera lo que la sociedad cesarense le pide al nuevo gobierno, se crisparon los ánimos puesto que en medio de los gritos y las recriminaciones a los moderadores porque supuestamente no los dejaban hablar, nadie escuchó lo que el documento contenía, todos se enfrascaron en reclamar a los gritos “su derecho” a estar, a hablar y por supuesto a que se les reconociera tácitamente ser propietarios del triunfo de Gustavo Petro.
El evento no surtió el efecto deseado, las divisiones internas saltaron a la vista, la incapacidad de un sector que se niega a dialogar incluso entre ellos mismos o a ponerse de acuerdo en lo que el presidente electo ha denominado “acuerdo sobre lo fundamental” solo avisoran que de llegar en esa actitud a las elecciones regionales, sufrirán una aplastante derrota pues creen torpemente que los 252 mil votos que Gustavo Petro puso en el departamento son endosables, esto no solo muestra una torpeza infinita sino que necesitan urgente una espacio propio para que se reconcilien entre ellos.
El triunfo de Gustavo Petro hoy lo reclaman aquellos que por años se sintieron sin voz
Había hecho una promesa de no escribir de política al menos hasta después de la posesión del nuevo Presidente de la República, pero ¿cómo cumplirla si todos los días los actores generan noticias que son dignas de registrar y de analizar, algunas por lo pertinentes y las otras por lo cómicas y traídas de los cabellos?
El triunfo de Gustavo Petro hoy lo reclaman aquellos que por años se sintieron sin voz, sin representación y de alguna manera utilizados por la vieja política, comunidades afro, indígenas, líderes sociales, Lgbti, entre otras, todas con algo en común, se sienten representados al 100% por un hombre venido de las clases populares y una mujer afro que en condiciones normales lo máximo que hubiese aspirado es a ocupar un cargo en su pueblo local debido al enorme racismo y clasismo que impera en nuestra sociedad.
Pero aún no se posesiona el presidente y las fuerzas que acompañaron en el Cesar al candidato ya empezaron a mostrar las fracturas que sobrevendrán durante todo el mandato, la convergencia de movimientos similares en necesidades pero disímiles en objetivos tendrán su punto de inflexión cuando se empiecen a llenar los cargos burocráticos regionales o armar las candidaturas a las elecciones regionales, la historia nos ha demostrado que hay una izquierda que es incapaz de hacer consensos y no oye ni ve ni entiende y esa condición los lleva a actuar con torpeza.
En una aplaudida y bien intencionada iniciativa por parte del profesor Carlos Quintero Romero, director de la emisora Maravilla Estéreo de Valledupar, convocó a un espacio de reconciliación entre las fuerzas ganadoras de las elecciones y las que acompañaron al ingeniero Rodolfo Hernández, particularmente dirigentes del Centro Democrático y otras fuerzas que representan el antagonismo político local, esto por supuesto emulando lo que el presidente electo hizo al invitar al diálogo al ex mandatario Álvaro Uribe lo cual ha sido admirado por todos los sectores pues envía una señal positiva para enfriar las tensiones que pudiesen surgir y evitar una oposición malsana.
El sitio escogido fue el hotel Sonesta, la sala estaba prevista para una asistencia de 30 personas cómodamente sentadas, pero como la convocatoria fue abierta por supuesto se quedó pequeña; el evento reunió a un público interesante, gremios productivos, periodistas, exalcaldes, excandidatos al Congreso, excandidatos a la Alcaldía, un congresista electo, profesionales de todas las disciplinas, líderes populares, asociaciones cívicas entre otros y por supuesto algunos líderes de la oposición, el escenario ideal para el diálogo.
Pero como lo que empieza mal termina mal, el evento lo abrió el propietario del diario La Calle quien en un tono un tanto provocador arrancó echándole flores al presidente Duque y todas las cosas que había hecho por el Cesar, en un salón repleto de gente que se sentía maltratada por el actual gobierno la reacción fue evidente, la protesta airada y la rechifla no se hizo esperar, provocando su salida del evento.
Después de varias intervenciones el ambiente volvió a calmarse y retomó un cauce conciliador, pero a medida que pasaba el tiempo y con la cantidad de inscritos para el uso de la palabra, cuando llegó la hora de hacer las conclusiones y plasmarlas en un documento resumen que recogiera lo que la sociedad cesarense le pide al nuevo gobierno, se crisparon los ánimos puesto que en medio de los gritos y las recriminaciones a los moderadores porque supuestamente no los dejaban hablar, nadie escuchó lo que el documento contenía, todos se enfrascaron en reclamar a los gritos “su derecho” a estar, a hablar y por supuesto a que se les reconociera tácitamente ser propietarios del triunfo de Gustavo Petro.
El evento no surtió el efecto deseado, las divisiones internas saltaron a la vista, la incapacidad de un sector que se niega a dialogar incluso entre ellos mismos o a ponerse de acuerdo en lo que el presidente electo ha denominado “acuerdo sobre lo fundamental” solo avisoran que de llegar en esa actitud a las elecciones regionales, sufrirán una aplastante derrota pues creen torpemente que los 252 mil votos que Gustavo Petro puso en el departamento son endosables, esto no solo muestra una torpeza infinita sino que necesitan urgente una espacio propio para que se reconcilien entre ellos.