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Editorial - 25 mayo, 2022

Lo que está en juego

Con los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022 pasó algo parecido a lo que ocurre con esas señoras que, debido a que tienen hijos muy traviesos, se convierten en las mamás regañonas, con el fin de alinearlos y evitar que ellos generen mayores problemas.

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Con los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022 pasó algo parecido a lo que ocurre con esas señoras que, debido a que tienen hijos muy traviesos, se convierten en las mamás regañonas, con el fin de alinearlos y evitar que ellos generen mayores problemas.

Esa analogía es en razón a que, desde un principio, cuando todavía había tiempo de arreglar las cosas, la Procuraduría General de la Nación, advirtió sobre los riesgos a los que se verían sometido los Juegos Bolivarianos 2022 sino se aceleraba el ritmo de las obras de construcción de los escenarios deportivos. Hoy por enésima vez nos referimos a esa situación. Aunque decir que se harán los juegos entre escombros, suena dramático y catastrófico.

Y no es así. Los juegos se harán, sobre el tiempo se terminarán 1 o 2 escenarios de más de veinte listos, ¡y será un certamen exitoso!

Recordemos que en noviembre de 2018 se iniciaron unos disturbios en Venezuela, país al que le correspondía la sede de los Bolivarianos en 2021, ante esa situación se plantea retirar la sede, se revisa la posibilidad de que Colombia solicite nuevamente los Bolivarianos y se propone a Valledupar.

En consecuencia, el presidente Duque da aval a Valledupar para su postulación como sede de los Juegos Bolivarianos. Luego en una reunión extraordinaria de la Organización Deportiva Bolivariana, Odebo, se decide retirar a Venezuela la sede de los juegos y se abrieron las postulaciones.
De esa manera, se postula Colombia con Valledupar y Bolivia con la ciudad de La Paz, seguidamente se cita a reunión el 24 de julio de 2019 para la designación de sede y se le otorgó a la Capital Mundial del Vallenato.

Esta cronología es para concluir que no solo estamos hablando de cuatro años previos a la realización de los juegos sino a todas las circunstancias que se dieron para favorecer a Valledupar en la designación de la sede de ese importante evento deportivo, la suerte estuvo a favor nuestro y no debemos ser inferiores al desafío. Tenemos la confianza de que no seremos inferiores.

A propósito de las circunstancias, recordamos lo dicho a Él Tiempo por el escritor español Javier Cercas: “Yo soy, en realidad, un optimista compulsivo, lo cual no creo que sea bueno. Creo que el pesimismo es más inteligente que el optimismo. El pesimista no espera nada. Se lo podría definir con unos versos de Ricardo Reis, el heterónimo de Pessoa, que dicen: “Quien nada espera / cuanto le depare el día / por poco que sea / será mucho”. Al no esperar nada, todo es una bendición; estar vivo es una bendición. En cambio, para el optimista se podría tomar la definición de Ambrose Bierce, el escritor norteamericano, en el Diccionario del diablo, un libro extraordinario. Allí define así la palabra año: “Periodo de trescientas sesenta y cinco decepciones”. Así lo vive el optimista. Entonces, a mí me gustaría ser un pesimista, pero no lo soy. Creo que lo inteligente sería la fórmula de Gramsci: el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. O sea, ser conscientes de la realidad; ser conscientes de que el mal triunfa, y de que nos vamos a morir, pero trabajar para lo mejor. Eso es lo que yo intento. Pero insisto: mi instinto es optimista. Luego la razón intenta corregir”. No hay de otra: Trabajar para lo mejor.

Editorial
25 mayo, 2022

Lo que está en juego

Con los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022 pasó algo parecido a lo que ocurre con esas señoras que, debido a que tienen hijos muy traviesos, se convierten en las mamás regañonas, con el fin de alinearlos y evitar que ellos generen mayores problemas.


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Con los Juegos Bolivarianos Valledupar 2022 pasó algo parecido a lo que ocurre con esas señoras que, debido a que tienen hijos muy traviesos, se convierten en las mamás regañonas, con el fin de alinearlos y evitar que ellos generen mayores problemas.

Esa analogía es en razón a que, desde un principio, cuando todavía había tiempo de arreglar las cosas, la Procuraduría General de la Nación, advirtió sobre los riesgos a los que se verían sometido los Juegos Bolivarianos 2022 sino se aceleraba el ritmo de las obras de construcción de los escenarios deportivos. Hoy por enésima vez nos referimos a esa situación. Aunque decir que se harán los juegos entre escombros, suena dramático y catastrófico.

Y no es así. Los juegos se harán, sobre el tiempo se terminarán 1 o 2 escenarios de más de veinte listos, ¡y será un certamen exitoso!

Recordemos que en noviembre de 2018 se iniciaron unos disturbios en Venezuela, país al que le correspondía la sede de los Bolivarianos en 2021, ante esa situación se plantea retirar la sede, se revisa la posibilidad de que Colombia solicite nuevamente los Bolivarianos y se propone a Valledupar.

En consecuencia, el presidente Duque da aval a Valledupar para su postulación como sede de los Juegos Bolivarianos. Luego en una reunión extraordinaria de la Organización Deportiva Bolivariana, Odebo, se decide retirar a Venezuela la sede de los juegos y se abrieron las postulaciones.
De esa manera, se postula Colombia con Valledupar y Bolivia con la ciudad de La Paz, seguidamente se cita a reunión el 24 de julio de 2019 para la designación de sede y se le otorgó a la Capital Mundial del Vallenato.

Esta cronología es para concluir que no solo estamos hablando de cuatro años previos a la realización de los juegos sino a todas las circunstancias que se dieron para favorecer a Valledupar en la designación de la sede de ese importante evento deportivo, la suerte estuvo a favor nuestro y no debemos ser inferiores al desafío. Tenemos la confianza de que no seremos inferiores.

A propósito de las circunstancias, recordamos lo dicho a Él Tiempo por el escritor español Javier Cercas: “Yo soy, en realidad, un optimista compulsivo, lo cual no creo que sea bueno. Creo que el pesimismo es más inteligente que el optimismo. El pesimista no espera nada. Se lo podría definir con unos versos de Ricardo Reis, el heterónimo de Pessoa, que dicen: “Quien nada espera / cuanto le depare el día / por poco que sea / será mucho”. Al no esperar nada, todo es una bendición; estar vivo es una bendición. En cambio, para el optimista se podría tomar la definición de Ambrose Bierce, el escritor norteamericano, en el Diccionario del diablo, un libro extraordinario. Allí define así la palabra año: “Periodo de trescientas sesenta y cinco decepciones”. Así lo vive el optimista. Entonces, a mí me gustaría ser un pesimista, pero no lo soy. Creo que lo inteligente sería la fórmula de Gramsci: el pesimismo de la inteligencia y el optimismo de la voluntad. O sea, ser conscientes de la realidad; ser conscientes de que el mal triunfa, y de que nos vamos a morir, pero trabajar para lo mejor. Eso es lo que yo intento. Pero insisto: mi instinto es optimista. Luego la razón intenta corregir”. No hay de otra: Trabajar para lo mejor.