La semana que acaba de transcurrir es tal vez las más crítica de los últimos años, en términos de credibilidad, para la Registraduría Nacional del Estado Civil. Estamos frente a una entidad cuestionada por todos los sectores de opinión del país, sin distingo de ideología o color político. Hoy, nueve días después de las elecciones del pasado 13 de marzo, todavía no hay la suficiente claridad sobre el ciento por ciento de los escrutinios electorales y continúan las expectativas sobre la conformación definitiva del nuevo Congreso de la República.
La semana que acaba de transcurrir es tal vez las más crítica de los últimos años, en términos de credibilidad, para la Registraduría Nacional del Estado Civil. Estamos frente a una entidad cuestionada por todos los sectores de opinión del país, sin distingo de ideología o color político.
Hoy, nueve días después de las elecciones del pasado 13 de marzo, todavía no hay la suficiente claridad sobre el ciento por ciento de los escrutinios electorales y continúan las expectativas sobre la conformación definitiva del nuevo Congreso de la República.
La situación ha llamado la atención de todo un país, tanto así que el registrador nacional, Alexander Vega, es en estos momentos el funcionario más cuestionado por analistas y por los distintos medios de comunicación locales, regionales y nacionales. Son muchos los que piden su renuncia al cargo.
Y no es para menos, todas las regiones se han visto afectadas por las evidentes falencias presentadas por la Registraduría Nacional desde el momento mismo en que inició el proceso de preconteo de votos, el cual fue demasiado lento en comparación con anteriores jornadas electorales. En esta ocasión el primer boletín de resultados fue emitido una hora y 40 minutos después de las cuatro de la tarde, hora del cierre de los comicios, mientras que en otras épocas era cuestión de unos 20 minutos máximos.
Esa lentitud en la entrega de información hizo que en la noche del domingo 13 de marzo muchos candidatos se acostaran como virtuales ganadores, pero el día lunes amanecieran en la lista de perdedores, y viceversa.
Pero sumado a todo ese cúmulo de deficiencias de la Registraduría en el preconteo, peor aun ha sido el desarrollo de los escrutinios, el cual ha despertado toda clase de suspicacias por las grandes diferencias en los resultados entre uno y otro proceso, siendo más notables los del Pacto Histórico a cuya organización política le aparecieron alrededor de unos 500 mil nuevos votos, algo que no había sido muy común en la historia de las elecciones en Colombia.
Lo que está sucediendo con el Pacto Histórico, en materia de resultados electorales, hoy, una semana después, todavía mantiene en vilo, aunque con mínimos márgenes de posibilidades, a muchas credenciales tanto a Cámara de Representantes como a Senado de la República.
En el caso del departamento del Cesar la expectativa ha estado concentrada en lo que podría pasar con la credencial de Senado de Didier Lobo y en cuanto a Cámara de Representantes, donde aparece como cabeza de lista cerrada Alexandra Pineda, al inicio de los primeros escrutinios se especulaba sobre un significativo repunte que le diera algunas posibilidades de triunfo, pero estas poco a poco se fueron diluyendo.
El último reporte entregado por la Registraduría, durante el fin de semana, revelaba que se había escrutado algo más del 99 por ciento de las mesas instaladas en todo el país, quedando pendientes por escrutar unas mil de ellas.
Se espera que mañana martes culminen el ciento por ciento de los escrutinios, cerrándose así este capítulo que inmediatamente da inicios a un nuevo proceso con miras a la primera vuelta de las presidenciales, para lo cual son muchas cosas las que la Registraduría Nacional tendrá que replantear para recobrar la credibilidad que en estos momentos está muy diezmada.
Frente a un tema tan trascendental, lo mínimo que los colombianos pueden esperar es una Registraduría creíble, transparente y que sus procesos se desarrollen con eficiencia y eficacia, eso garantizaría la tranquilidad de todos.
La semana que acaba de transcurrir es tal vez las más crítica de los últimos años, en términos de credibilidad, para la Registraduría Nacional del Estado Civil. Estamos frente a una entidad cuestionada por todos los sectores de opinión del país, sin distingo de ideología o color político. Hoy, nueve días después de las elecciones del pasado 13 de marzo, todavía no hay la suficiente claridad sobre el ciento por ciento de los escrutinios electorales y continúan las expectativas sobre la conformación definitiva del nuevo Congreso de la República.
La semana que acaba de transcurrir es tal vez las más crítica de los últimos años, en términos de credibilidad, para la Registraduría Nacional del Estado Civil. Estamos frente a una entidad cuestionada por todos los sectores de opinión del país, sin distingo de ideología o color político.
Hoy, nueve días después de las elecciones del pasado 13 de marzo, todavía no hay la suficiente claridad sobre el ciento por ciento de los escrutinios electorales y continúan las expectativas sobre la conformación definitiva del nuevo Congreso de la República.
La situación ha llamado la atención de todo un país, tanto así que el registrador nacional, Alexander Vega, es en estos momentos el funcionario más cuestionado por analistas y por los distintos medios de comunicación locales, regionales y nacionales. Son muchos los que piden su renuncia al cargo.
Y no es para menos, todas las regiones se han visto afectadas por las evidentes falencias presentadas por la Registraduría Nacional desde el momento mismo en que inició el proceso de preconteo de votos, el cual fue demasiado lento en comparación con anteriores jornadas electorales. En esta ocasión el primer boletín de resultados fue emitido una hora y 40 minutos después de las cuatro de la tarde, hora del cierre de los comicios, mientras que en otras épocas era cuestión de unos 20 minutos máximos.
Esa lentitud en la entrega de información hizo que en la noche del domingo 13 de marzo muchos candidatos se acostaran como virtuales ganadores, pero el día lunes amanecieran en la lista de perdedores, y viceversa.
Pero sumado a todo ese cúmulo de deficiencias de la Registraduría en el preconteo, peor aun ha sido el desarrollo de los escrutinios, el cual ha despertado toda clase de suspicacias por las grandes diferencias en los resultados entre uno y otro proceso, siendo más notables los del Pacto Histórico a cuya organización política le aparecieron alrededor de unos 500 mil nuevos votos, algo que no había sido muy común en la historia de las elecciones en Colombia.
Lo que está sucediendo con el Pacto Histórico, en materia de resultados electorales, hoy, una semana después, todavía mantiene en vilo, aunque con mínimos márgenes de posibilidades, a muchas credenciales tanto a Cámara de Representantes como a Senado de la República.
En el caso del departamento del Cesar la expectativa ha estado concentrada en lo que podría pasar con la credencial de Senado de Didier Lobo y en cuanto a Cámara de Representantes, donde aparece como cabeza de lista cerrada Alexandra Pineda, al inicio de los primeros escrutinios se especulaba sobre un significativo repunte que le diera algunas posibilidades de triunfo, pero estas poco a poco se fueron diluyendo.
El último reporte entregado por la Registraduría, durante el fin de semana, revelaba que se había escrutado algo más del 99 por ciento de las mesas instaladas en todo el país, quedando pendientes por escrutar unas mil de ellas.
Se espera que mañana martes culminen el ciento por ciento de los escrutinios, cerrándose así este capítulo que inmediatamente da inicios a un nuevo proceso con miras a la primera vuelta de las presidenciales, para lo cual son muchas cosas las que la Registraduría Nacional tendrá que replantear para recobrar la credibilidad que en estos momentos está muy diezmada.
Frente a un tema tan trascendental, lo mínimo que los colombianos pueden esperar es una Registraduría creíble, transparente y que sus procesos se desarrollen con eficiencia y eficacia, eso garantizaría la tranquilidad de todos.