Hasta el 2021 fue presentado ante el Congreso de la República un proyecto de ley que busca modificar el mencionado requerimiento
Los jóvenes y mujeres sueñan con una renovación política, con tener un espacio donde sean escuchados y representados.
Infortunadamente cuando intentan obtenerlo se enfrentan con una dura realidad: es toda una travesía, especialmente para las mujeres, entrar al escenario político del Cesar, entre otras cosas, porque son subestimados, las y los inhiben de aspirar a ciertos cargos y, en ocasiones, no cuentan con el apoyo idóneo para enfrentar una campaña electoral.
Ahora bien, la juventud históricamente ha sido utilizada en época de elección y olvidada en asuntos de proyección.
Para muchos tenemos la capacidad de elegir, pero no de ser elegidos, excusándose en que no contamos con la experiencia o la gallardía suficiente para tomar las decisiones trascendentales que implica ocupar un cargo de elección popular.
Incluso, esta subestimación se ve plasmada en nuestras leyes, que por años nos han arrebatado la oportunidad de liderar: para poder aspirar a la Cámara de Representantes es necesario tener la edad mínima de 25 años, y 30 años, para aspirar al Senado.
Hasta el 2021 fue presentado ante el Congreso de la República un proyecto de ley que busca modificar el mencionado requerimiento, para que la edad mínima para aspirar a estos cargos sea la mayoría de edad. Ojalá que este proyecto sea una realidad y no una utilización más para la época electoral.
Por otro lado, en nuestro departamento los jóvenes tienen que luchar contra las maquinarias de la política tradicional, lo cual implica contar con una logística y recursos absurdamente exagerados, para costear la publicidad y organizar el debate.
Cuando no cuentan con estos recursos, sus esfuerzos e ideas se ven reducidos ante la imposibilidad de poder penetrar ese círculo cerrado que han construido con los espacios políticos del Cesar.
Adicionalmente, para nosotras las mujeres esta travesía se torna un poco más tediosa e implica redoblar esfuerzos, porque en el ámbito político aún predominan los estereotipos.
Lo podemos evidenciar en corporaciones como el Concejo de Valledupar y la Asamblea Departamental: el género femenino solo cuenta con 2 curules de 19 posibles y 3 curules de 11 posibles, respectivamente.
Aparentemente, en la Duma Departamental, el panorama es un poco más alentador para las mujeres, sin embargo, es menester hacer énfasis en que una de las 3 curules con las que contamos actualmente fue obtenida por la reforma electoral, según la cual quien ocupe el segundo lugar en la contienda a la Gobernación tiene el derecho de ocupar un lugar en la Duma Departamental. Fue el caso de la diputada Claudia Margarita Zuleta.
Además, en el periodo inmediatamente anterior las mujeres no tuvimos representación en dicha corporación. Y ni hablar de la Cámara de Representantes, la Alcaldía de Valledupar o la Gobernación del Cesar, en las cuales hemos tenido una reducida participación.
Finalmente, más allá de las adversidades o los obstáculos con los que tenemos que lidiar los jóvenes y mujeres que queremos destacar y ganar un espacio significativo en la política del Cesar, estoy completamente convencida que uniendo fuerzas para liderar, utilizando plataformas como las redes sociales para sustituir los altos costos de la publicidad y generando diferentes espacios de debates para dar a conocer nuestro ideales a la sociedad, la podemos dinamizar para que el anhelar ser congresistas, diputados, concejales o incluso alcaldesa de esta ciudad, no sea solo una idealización.
Shirley Carolina Pana Ramos.
Hasta el 2021 fue presentado ante el Congreso de la República un proyecto de ley que busca modificar el mencionado requerimiento
Los jóvenes y mujeres sueñan con una renovación política, con tener un espacio donde sean escuchados y representados.
Infortunadamente cuando intentan obtenerlo se enfrentan con una dura realidad: es toda una travesía, especialmente para las mujeres, entrar al escenario político del Cesar, entre otras cosas, porque son subestimados, las y los inhiben de aspirar a ciertos cargos y, en ocasiones, no cuentan con el apoyo idóneo para enfrentar una campaña electoral.
Ahora bien, la juventud históricamente ha sido utilizada en época de elección y olvidada en asuntos de proyección.
Para muchos tenemos la capacidad de elegir, pero no de ser elegidos, excusándose en que no contamos con la experiencia o la gallardía suficiente para tomar las decisiones trascendentales que implica ocupar un cargo de elección popular.
Incluso, esta subestimación se ve plasmada en nuestras leyes, que por años nos han arrebatado la oportunidad de liderar: para poder aspirar a la Cámara de Representantes es necesario tener la edad mínima de 25 años, y 30 años, para aspirar al Senado.
Hasta el 2021 fue presentado ante el Congreso de la República un proyecto de ley que busca modificar el mencionado requerimiento, para que la edad mínima para aspirar a estos cargos sea la mayoría de edad. Ojalá que este proyecto sea una realidad y no una utilización más para la época electoral.
Por otro lado, en nuestro departamento los jóvenes tienen que luchar contra las maquinarias de la política tradicional, lo cual implica contar con una logística y recursos absurdamente exagerados, para costear la publicidad y organizar el debate.
Cuando no cuentan con estos recursos, sus esfuerzos e ideas se ven reducidos ante la imposibilidad de poder penetrar ese círculo cerrado que han construido con los espacios políticos del Cesar.
Adicionalmente, para nosotras las mujeres esta travesía se torna un poco más tediosa e implica redoblar esfuerzos, porque en el ámbito político aún predominan los estereotipos.
Lo podemos evidenciar en corporaciones como el Concejo de Valledupar y la Asamblea Departamental: el género femenino solo cuenta con 2 curules de 19 posibles y 3 curules de 11 posibles, respectivamente.
Aparentemente, en la Duma Departamental, el panorama es un poco más alentador para las mujeres, sin embargo, es menester hacer énfasis en que una de las 3 curules con las que contamos actualmente fue obtenida por la reforma electoral, según la cual quien ocupe el segundo lugar en la contienda a la Gobernación tiene el derecho de ocupar un lugar en la Duma Departamental. Fue el caso de la diputada Claudia Margarita Zuleta.
Además, en el periodo inmediatamente anterior las mujeres no tuvimos representación en dicha corporación. Y ni hablar de la Cámara de Representantes, la Alcaldía de Valledupar o la Gobernación del Cesar, en las cuales hemos tenido una reducida participación.
Finalmente, más allá de las adversidades o los obstáculos con los que tenemos que lidiar los jóvenes y mujeres que queremos destacar y ganar un espacio significativo en la política del Cesar, estoy completamente convencida que uniendo fuerzas para liderar, utilizando plataformas como las redes sociales para sustituir los altos costos de la publicidad y generando diferentes espacios de debates para dar a conocer nuestro ideales a la sociedad, la podemos dinamizar para que el anhelar ser congresistas, diputados, concejales o incluso alcaldesa de esta ciudad, no sea solo una idealización.
Shirley Carolina Pana Ramos.